La competencia nacional de Sanfic en esta edición contó con la participación de las dos duplas más interesantes y de mayor trayectoria del cine chileno: Bettina Perut e Iván Osnovikoff con su octavo largometraje Los Reyes, y Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda con su quinto, Harley Queen. Además tuvo la atracción de ver al recientemente premiado Lemebel, ganador del Teddy en Berlín, de Joanna Reposi y el nuevo trabajo de Pachi Bustos Haydee y el Pez Volador, elementos que hacían de la competencia nacional un atractivo ineludible para la semana festivalera. Por otro lado los títulos internacionales, a excepción de algunas sorpresas mayores como Monos de Alejandro Landes y Canción sin Nombre de Melina León, o la nueva película de Elia Suleiman It Must be Heaven, no fueron muy satisfactorios. Lo nuevo de François Ozon, los hermanos Dardenne y Werner Herzog, pero también la ganadora Amanda, son muestras de que a excepción de años pasados Sanfic ha priorizado el nivel de su competencia nacional en detrimento de su oferta internacional.

Los Reyes

El tratamiento óptico de Perut + Osnovikoff no cambia, los primerísimos planos a las texturas de patas, ojos, pelos y bichos siguen presentes, algo que ha sido característico en toda su filmografía. Se podría pensar que el cambio de sujeto -de humanos a perros- supondría también un cambio de óptica y lenguaje cinematográfico, pero esto no es así, Perut y Osnovikoff tratan de la misma manera a perros y humanos, no por lo que ellos sean, sino porque hay un trasfondo discursivo que precede a los sujetos retratados.

Los Reyes es una película sobre la relación entre dos perros, Chola y Futbol, y el parque homónimo. El lenguaje utilizado en la película refiere a los perros, expresiones como: perro culiao o pateando la perra, pero también el perreo del reggaeton están presentes y hacen dialogar a humanos y perros cohabitando el mismo lugar. Los Reyes es una etnografía global, la visión de un ecosistema completo, desde las inmobiliarias que amenazan al lugar a los bichos que viven en sus plantas. Se replica el camino que inaugura Welcome to New York y que consolida Surire. La cámara es fija porque se quiere dar una impresión de verosimilitud de lo que se retrata, pero es también la invisibilización del humano en el cuadro mismo, bastaría un ligero temblor o movimiento para decir: allí hay un humano manejando esa cámara, interviniendo el cuadro, sin embargo aquí los humanos están siempre fuera de campo y es su voz la que guía la película pero es esa completa ausencia visual lo que le da protagonismo a Chola y Futbol.

Las costumbres y conductas estereotipadas de los perros es el descubrimiento que solo la observación paciente y prolongada pueden obtener. La tendencia de Futbol a transportar cosas en su boca, la de Chola de imitar a las sirenas de policías y ambulancias, o la secuencia repetida de Futbol ladrando a Chola para que ella tire la pelota al bowl es el premio, de los realizadores y espectadores, de estar presenciando la intimidad de un mundo que pasa frente a nosotros y que somos incapaces de percibir.

Los Reyes ganó el premio de Sanfic a mejor sonido y lo tiene merecidísimo, el tratamiento sonoro no solo complementa la imagen sino que la desborda, es un mundo en sí mismo que dialoga constantemente con la imagen abriendo nuevos caminos narrativos e interpretativos a cada minuto.

Harley Queen

La dupla constituida por Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda arremete con su quinto largometraje y vuelve a los territorios del sur de Santiago, esta vez a Bajos de Mena, donde vive Carolina, la “Harley Queen”, quien junto a un amigo neonazi y una adolescente tienen una productora que busca conseguir eventos para que Carolina se presente disfrazada de Harley Quinn, el personaje del cómic Batman. Pero también Carolina es parte de un “emprendimiento” en el que va a casas supuestamente cargadas con espíritus para mediar con ellos. La película sigue a Carolina, primero concentrándose en la relación con los miembros de la productora y luego derivando a otras relaciones interpersonales como con hijos y parejas.

En Harley Queen parecen estar los elementos previos de su filmografía: el énfasis en máscaras y disfraces como constituyentes de la identidad de sus personajes, el acercamiento sumamente intimista de la cámara a ellos y su cuerpo, y la textura digital de apariencia despreocupada pero siempre coherente. Nuevamente, tal como en sus dos largometrajes previos, hay una inmersión de la dupla en el lenguaje de los protagonistas, ya sea en el que está relacionado con espíritus y fantasmas; con la ideología neo-nazi y patriota; con el lenguaje motivacional emprendedor o con la práctica del pole-dance. También sigue presente el tema de la realidad como farsa, esa que tiene aspectos tan contradictorios que es imposible evadir de manera “seria”, esa farsa de la que todos los personajes principales de sus películas son parte y que se devela en la intimidad de sus casas. Pero la farsa en la que creíamos estar metidos es en realidad una tragedia con elementos de intensidad dramática inéditos en la obra de Adriazola y Sepúlveda.

La dispersión de la película es imposible de esquivar, hay tantas realidades y personajes distintos en la película que Adriazola y Sepúlveda no se toman el tiempo de explicar nada, porque nunca lo han hecho, porque no creen en algo así como una dimensión pedagógica del cine. El mejor ejemplo de esto es el personaje neonazi, a él se le da un par de minutos donde relata su pensamiento político, luego de eso la película tiende a mostrar aspectos de su realidad: se lo muestra haciendo malabares, devoto al budismo y bailando bachata, no se necesita discutir con él, basta mostrar su fragilidad ideológica; su pensamiento, en teoría absoluto, está lleno de sincretismos, y está en contradicción con el discurso de chilenidad y patriotismo que declama en toda la película. Además hay un plano muy cómico en el que aparece él junto a la bandera chilena, en el mismo encuadre donde antes aparecían parejas. Adriazola y Sepúlveda entienden que querer discutir políticamente con él es inútil, mejor es mostrarlo tal como es, un patético ser.

Lemebel

La desesperación por no hacer un documental biográfico convencional se nota demasiado en la película, Joanna Reposi intenta evidenciar su relación cercana con Lemebel y lo hace en demasía, como si su propia subjetividad fuese tan importante como la de Lemebel para esta película. Sin embargo la relación entre ellos se evidencia en el principio y el final (de la misma forma incluso), y el resto de la película termina siendo muy cercana a un documental biográfico. Se intentan algunos procedimientos para evadir la convencionalidad del formato: bustos tridimensionales en los que se proyectan algunas performances o fotos icónicas de Lemebel, o se proyectan estas imágenes en edificios (tipo mapping), ambos procedimientos parecen diluirse en la medida en que se repiten constantemente en el montaje. Sin embargo, otro procedimiento es interesante: Reposi proyecta imágenes del pasado en el balcón de la casa de Lemebel y lo enfrenta directamente con su historia, así se producen los mejores momentos del documental, Lemebel cantando a viva voz Corazón de Poeta de Jeannette mirando una foto suya de niño, y recordando a su madre a partir de una foto de ella. No creo que haya sido una merecida ganadora de la competencia chilena teniendo en cuenta la presencia de Harley Queen y Los Reyes, ampliamente mejores.

Haydee y el Pez Volador

Haydee Oberreuter es la protagonista de este documental que abarca un periodo importantísimo de su vida: la finalización de un largo proceso judicial donde ella demanda al Estado y sus agentes por tortura y desaparición de ella y su hijo, Sebastián, del que estaba embarazada. La directora Pachi Bustos (Actores Secundarios; Cuentos sobre el Futuro) acompaña el proceso con una estructura que mira al pasado y el futuro, reconstruye los elementos que hicieron posible la querella, primero una nota que Alejandra Matus le hizo a Haydee en el extinto semanario Plan B, para luego centrarse en la demanda que hace un abogado porteño tras leer dicha entrevista.

Pachi Bustos busca, al igual que Reposi en Lemebel, huir del formato del documental autobiográfico y las talking heads, para eso utiliza el fotomontaje acompañado del relato de los involucrados en off, las fotos son preciosas y dan una sensación de movimiento constante que se relaciona con el lento devenir del proceso burocrático y judicial de Haydee. Sin embargo este dispositivo se repite bastante perdiendo su efectividad, volviéndose tedioso. A pesar de ello es un avance en el intento de lograr una forma de montaje que acompañe al contenido testimonial y pretenda ser también político, un aspecto en el que el documental de D.D.H.H. en Chile deja bastante que desear.

Víctima Potencial

Quizás la peor película que he visto en el año. Un monumento al ego de Sofía Oportot, cantante, actriz y guionista, que pretende ser la salvadora de los pobres humanos vampirizados por el sistema, introducidos en una especie de reality digitalizado que es escenificado a través de distintos videoclips de canciones de Oportot, que además son dirigidos por distintas personas, generando una sensación de estar viendo un collage egocéntrico que de amor al cine tiene muy poco. Una película olvidable, que pretende compatibilizar un tratamiento pop con la estética digital actual, pero que peca de barroquismo excesivo y finalmente termina expresando muy poco.

Perros Sin Cola

Ambientada en Antofagasta, es una película que juega con los registros y le da bastante protagonismo al paisaje árido de cerros pelados, calles tierrosas y casas desteñidas. Todo gira alrededor de un inminente matrimonio cuya preparación devela las ansiedades y problemas de las familias involucradas. Como señala Aldo Padilla, el acierto de Perros sin Cola está sobre todo en otorgar al norte de Chile, un territorio siempre visto desde la óptica del turista santiaguino o extranjero que enfoca al cielo o al desierto, un punto de vista centrado en las ciudades del norte, en este caso Antofagasta.

El acierto del equilibrio entre un tratamiento narrativo intimista y un intento formal de posicionar a los personajes entre los cerros, alejados de las típicas postales antofagastinas que solo consideran el mar y la famosa Portada, sumado a una intención por usar distintos dispositivos formales no hegemónicos para narrar (como la entrevista), son lo que hace que Perros Sin Cola sea un gran aporte a la cartografía del cine chileno, sobre todo del que se hace en el norte. En los próximos meses habrán más películas que permitirán una mayor discusión como lo son Historia de mi Nombre de Karin Cuyul, y Parío y Criao de Jorge Donoso, ambas películas que formarán parte del próximo Festival de Cine de Valdivia.

Competencia Cine Chileno

Mejor película: Lemebel de Joana Reposi
Mejor dirección: Harley Queen de Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda
Mejor sonido: Los Reyes de Bettina Perut e Ivan Osnovikoff
Mención especial: Amukan de Francisco Toro
Mejor actriz: Carolina Flores, Harley Queen. 

 

Por Miguel Ángel Gutiérrez