La dominación humana sobre la biodiversidad del planeta ha alcanzado un punto cúlmine, un desenfrenado impacto: el derretimiento de los glaciares, la contaminación atmosférica por gases invernaderos, el riesgo ambiental de los residuos de productos farmacéuticos; constituyen tan solo una fracción del rostro que evidencia el problema. Y si bien el debate de los expertos podría determinar si la Tierra ya se encuentra en una nueva era geológica denominada el “Antropoceno”, es un hecho que la interacción violenta del ser humano no ha pasado inadvertida en el ecosistema. 

Tal como Bertolt Brecht expresa “No puedes escribir poemas sobre árboles cuando los bosques están llenos de policías”, no puedes escribir poemas sobre animales cuando miles de especies están siendo exterminadas. El ojo capta aquello que entorpece y sale a flote en la escritura: un grito de denuncia frente al sacrificio. Es así como la autora de Visón Venganza, Dana Lima (Argentina, 1989), emplea el uso del lenguaje y de las ilustraciones para evidenciar el exterminio masivo de vida animal en el período de contingencia sanitaria a causa del virus COVID-19. El interior se compone de poemas narrativos que inician con una noticia de alerta, abriendo paso al contexto histórico ocurrido en el año 2020, dando cabida a la venganza del visón. El poemario roza constantemente rasgos de una realidad atravesada por la ficción que representan el daño implantado por el mismo ser humano y sus decisiones a favor de su salvación. Un punto en el que la realidad se difumina y no sabemos si el terror es justamente una apertura de un paréntesis, parafraseando a Lima, o ya estaba previamente instalado en nuestro diario vivir. Por tanto, la autora expone en este plano ficcional una zona de reflexión a través de la imaginación y sus contornos oscuros que confunde el drama con la realidad. Invitación a través de una serie de imágenes poéticas y un conjunto de preguntas incisivas que apuntan a cuestionar ciertos actos tolerados por su regularidad como aquellos cometidos en la industria de crianza de visones y el caserío animal a costa de las demostraciones innecesarias de lujo:

“¿Cuántos visones se necesitan para confeccionar un abrigo?/ ¿Cuántos visones se necesitan para hacer una pirámide de visones?/ (…) ¿Cuánto cuesta un abrigo de un visón de Dinamarca? ¿Se paga en euros? ¿en dólares? ¿con tarjeta de crédito?”

La violencia es terror y este libro es una muestra de aquello. La escritura arremete como expresión frente al acontecimiento límite, agobiante y angustiante que simula un elemento necesario para delatar y conmover. Como un rugido que se abre en la estrechez, un dolor silencioso del animal como artefacto. Ese abrigo contiene las malas condiciones de vida de miles de visones en pequeñas jaulas de alambre que culmina con el asesinato. El visón retorna fantasmal. La venganza apremia, inclusive parece justa, al observar las prácticas humanas para con el reino animal. Sin dudas, “se puede ser adorable/ y monstruoso/ al mismo tiempo”, persiste la intención de quebrar una realidad de por sí aterradora, con otra que se subsana con más violencia. Pensar en el abrigo, me retrae al escalofrío que sentí al leer el cuento de Quiroga, El almohadón de plumas, en la infancia. Cuya relectura sintoniza con la temática; el uso de vida animal con fines textiles, la atmósfera terrorífica, la vida humana que sucumbe, fatal. En la almohada pernocta un animal monstruoso, un parásito que tal como describe el autor al finalizar la narración, proviene de las aves y su picadura “En cinco días, en cinco noches, había vaciado a Alicia”. ¿Símbolo de venganza? Tal vez.  

Se evidencia una mirada fuera de la visión antropocéntrica como, por ejemplo, en el siguiente verso: “Mejor es/ permanecer dentro de las casas/ el virus puede matar a tu ser más querido/ o sea tu perro”. De igual forma, desde otra perspectiva, Susana Villalba retrata en La bestia ser en uno de los monólogos del perro: “Yo hago piruetas/ fui un lobo/ ahora/ soy el que les trae la pelota/ cuando cae afuera/ pero ya no hay fuera/ de lo humano”. Ambos poemarios resuenan como lecturas atingentes a la sociedad actual, ofreciendo una problematización de las jerarquías y la dominación desmedida del ser humano sobre otras especies, lo que, a su vez puede concluir en una apreciación negativa y repulsiva hacia lo humano. Y si bien, no constituye un texto discursivo, se direcciona una lectura introspectiva que incita una opinión. 

El misterio se concentra con perspicaz manejo de la síntesis que ofrece una estructura maciza y concluyente, cuya extensión precisa de un gran valor, dada la complejidad de jugar con la tensión y la dilatación del suspenso. Por lo cual, se aguarda la experiencia estética, sin perder la intensidad que amerita el género de terror. El uso del dibujo alude a una porción del paisaje, sombras y gestualidades, es un trazo que merodea y sostiene la intriga al no ofrecer una imagen panorámica y una escena completa hasta llegar al final del poemario. Esta otra materialidad aporta una hibridez artística en el espacio de la página que no opaca al verso, sino más bien, dialoga y vierte a la composición una nueva narrativa. 

Visón venganza se alista como un poemario ineludible si buscamos literatura con contenido que interpele y trascienda a la propia lectura del libro. 

 

Por Carolina Benítez, sobre:

 

 

 

Visón Venganza

 Dana Lima

 Imaginistas

 2023.

Poesía 

32 pp