Es muy complejo considerar las nuevas formalidades que presentan ya a estas alturas, las corrientes artísticas, las curadurías en artes visuales, los teóricos reconocibles y de paso, los programadores escénicos en los distintos bríos de contenido cultural que yacen en Chile 2021.

Y digo bríos, porque el campo de fuerza  no era solamente la competencia canil, precaria e interna por financiamientos estatales en formato concurso público, ahora, visiblemente un problema ruidoso para el estado chileno: definitivamente el arte, la puesta en escena abstracta,  extraviada casi siempre, es mucho más peligrosa y jabonosa que antes. Debe ser removido o “(re) pensado” como prefieren designar los burócratas culturales 2010-2019.

Es ineludible no ubicar a Chile dentro de su propia transformación social vigente. La “comunidad” artística, la escena creativa pegoteada a la institución pública y al sector privado, no tuvieron ni la más remota ocurrencia respecto al levantamiento popular del histórico 18 de octubre de 2019. No había siquiera halos de influencia cultural nacional establecida en el alzamiento, en cualquiera de las reflexiones que el pueblo chileno expresó en las calles. Es más, los atrevidos y naif artistas de profesión, cuestionaron seriamente, toda aquella intervención visual o de cuerpo figurado en el espacio público. Como si fuera una unidad con carril propio ya acabada y terminada. Como si las calles fueran otro taller de 08:00 am a 17:00 horas. Con entrega de productos los viernes después de almuerzo.

Las vías públicas de Chile siguen en proceso de insurrección y nosotr@s, la gente, aprendimos a utilizar esta herramienta de forma responsable, aunque perezosa, los últimos meses. Aun así, no nos interesan las mentes ávidas de consumaciones, porque justamente ahora, no debe haber ningún tipo de conclusión ni certeza, tal cual está acostumbrado a operar el capital.

Los sectores apaleados duramente por los encierros, como probablemente en varios países del mundo afectados por el Covid 19, fueron las artes escénicas y todo lo apreciable a la música en general. El cierre de teatros y la cancelación de festivales junto a otros eventos, determinaron prontamente, correr el velo de la realidad de dos disciplinas artísticas con más peso en Chile y ver, al mismo tiempo, lo perecedera de sus inestables bases de funcionamiento. El teatro en Chile es, probablemente, la disciplina artística con más durabilidad y permanencia en el tiempo, debido a la condición de ser un rubro asombrosamente grupal y exacerbadamente político, que supo ser siempre una columna fundacional del arte moderno y contemporáneo del país. Dada las credenciales, el teatro y obviamente, la danza chilena, fueron los lugares creativos más golpeados y ninguneados durante el periodo que comprende desde el estallido social a esta pandemia inconclusa.

La detención del funcionamiento de teatros emblemáticos, amenazas de cierre de centros culturales esenciales para las artes escénicas, músicos que no podían tocar en la calle o en el transporte público, estrenos cancelados, lanzamientos aplazados, justamente de dos disciplinas que en teoría, tenían una firmeza declarada en su historia y en la aceptación masiva de la gente, bastante situadas y afín a los tiempos que corren.

Los mandos estatales propusieron un par de concursos públicos para los sectores de cultura, encendiendo nuevamente, las alarmas sobre los métodos de financiamiento del arte en Chile, normalizando la competencia entre pares. En resumen, crearon el mismo fondo nacional de artes FONDART, que se abre hace 30 años pero con una nueva glosa impetuosa, desfilando hacia el salvataje inmediato, nominado “fondos de emergencia”.

La danza y el teatro de Chile, hicieron sobrellevar este chamuscado paisaje laboral y de sobrevivencia en sus propias bases disciplinarias, hacia 3 momentos específicos, con 3 trabajos digitales destacados (video, cine y video/danza). Formato forzoso para la cuarentena cabal de invierno.

Dos de esos momentos, desde las entrañas de la crecida danza chilena (o “nueva danza contemporánea”) y la tercera señal, teatro de exploración cinematográfica. En orden cronológico de estreno, durante el 2020 aparecieron varios montajes digitales de las compañías chilenas de teatro más notables y la develación de material de archivo de los últimos 30 años, (algunos, bastante completos) sumado a varios documentales “revival”, incluso producciones de televisión abierta de temáticas culturales anteriores.

“OLEAJE”, dirigida por Constanza Thümler y Ángelo Olivier, escrita por Rodrigo Morales y estrenada en octubre de 2020, (re transmitida durante 2021) a través de Facebook LIVE de la Corporación cultural de Quilicura, rememora el crimen en dictadura de la profesora y militante comunista Marta Ugarte Román, encontrada en la playa La ballena, en Los Molles, norte de Chile. Torturada y vejada por la dictadura cívico-militar en el país durante el año 1976. La prensa de la época veló responsabilidades, haciendo pasar el caso como un crimen pasional.

Rodrigo Morales toma esta historia y crea 5 voces representadas coralmente que constituyen una obra de grueso trabajo dramatúrgico, equilibrándose hacia un lenguaje audiovisual proporcionado y técnicamente protagonista en cada escena formada en la video transmisión. “OLEAJE” está absolutamente despojada de “sala” y se desplaza hacia la locación escogida donde es evidente la intención cinematográfica de sus directores. El diseño sonoro cierra una producción de alto estándar tanto en lo técnico como en la elección del elenco de categórico curriculum.

El segundo momento plausible de la virtualidad pandémica es a través de la danza entendiendo a priori, que son trabajos que exceden lo que en Chile se entiende por movimiento. No tanto por sus calidades generales, más bien por encauzar un rumbo hacia la experimentación y búsquedas artísticas de todo tipo.

Espacio NAVE, entidad privada que funciona como centro de creación y residencia para las artes escénicas, o como ellos prefieren rotular, “artes vivas”,  se adjudica un fondo estatal de emergencia e invita a otro eje coreográfico, SALA DE MÁQUINAS, centro comunitario de las artes del movimiento, a curar juntas ambas plazas, mediante obras de pequeño formato. Los dos espacios, Centro NAVE y SALA DE MÁQUINAS, son declarados caudillos en sus respectivos territorios en lo que concierne a nuevas posibilidades del cuerpo y de movimiento en escena.

“Ciclos Vitales”, como se nominó este evento, presentó dos estrenos durante 3 semanas de diciembre de 2020, (Re-transmitido durante mayo y junio de 2021 en canal ART TV y disponible permanentemente en YouTube en el canal de Centro NAVE) a través de transmisiones de video vía YouTube. Cada espacio invitó a 3 artistas a profundizar sobre lo vivido este último tiempo y la vinculación con uno de los espacios más insignes de NAVE, la Sala negra, que aparece como un block en blanco de escasa iluminación capaz de contarnos cualquier historia con mucha menos parafernalia que antes. “Ciclos vitales” fue increíblemente la producción más contundente en propuesta visual y video que se mostró en Chile dentro de lo que la danza más ortodoxa permite. Cada cápsula tenía dos obras de no más de 20 minutos donde la grandeza principal fue el cruce de disciplinas y lenguajes en franca y directa experimentación. Un paso bastante importante considerando lo precario de la disciplina institucional y más arraigada a la técnica y a las viejas estructuras del arte moderno.

La tercera transmisión, es también en el rubro danza, es la obra PUNCH!, de José Silva, co-producida por Centro NAVE y GAM (Centro Cultural Gabriela Mistral).

PUNCH! Es una obra en principio, de artes escénicas, que se funde en los cimientos de la danza pero que termina siendo una gran performance con bastantes elementos innovadores desde su diseño sonoro hasta las cápsulas publicitarias que se anunciaron en redes sociales. PUNCH! es muy contingente también, nos habla preliminarmente: “una vez más fuimos impactados a la cara y sin consideración”, como describe el mismo autor en algunas de las reseñas al pie.

Una obra que indaga en el impacto como energía transformadora, mediante las danzas contemporáneas, urbanas, sociales y las técnicas de combate orientales. Con 3 fechas contiguas durante el mes de octubre de 2020, PUNCH! posee una versión en video filmada para cada espacio involucrado (NAVE y GAM). Reiteradamente con una intensificación a los nuevos lenguajes, interpelación a las antiguas estructuras, y absolutamente atentos a la contingencia.

Las 3 obras descritas hasta aquí, tienen como base el arranque por mantener el acto en vivo suprimido, pero en preeminencia con la nueva posibilidad digital reinante. Este formato nos ayuda, en definitiva, a resolver como audiencia los atributos exquisitos de cada propuesta. Las artes escénicas tienen la casualidad de existir y permear coyunturas sanitarias y a la vez, ser iniciativas de calidad. Con esto no estamos diciendo que se ha superado el rito de asistir a la sala. Para nada. Pero es incuestionable razonar cuando no hay más posibilidades. Cuando aquello que se presenta como la muerte del estado de las cosas, renace la pulsión creacional para ser re-tomada y finalmente, expuesta como lo real. Lo intangible es finalmente condición absoluta de la voluntad. Anhelar ventilarse a diario, para ascender hacia aquella creencia de avanzar en el dolo eterno, de la llamada existencia humana.

 

Por Nicolás Villavicencio