No soy yo quien trata de escapar de mi cuerpo. 

Es mi cuerpo que trata de escapar de aquí y llevarme consigo.

Leonor Silvestri

Un relato acorde al viaje,

melodías en los tramos

ruta exacta: Χάος – Σάμος,

es la métrica el peaje.

Ver que en letra el riel encaje,

el silencio articular,

sentir ritmos pulular

lo escondido en fieras cuestas;

el camino es la respuesta:

¿qué se viaja para estar?

 

Primera persiana: Las escalas van y vienen

La existencia pesa y con ella la voluntad de acción. Acaso un cóctel de drogas sintéticas hubiese estado en el organismo la velada anterior, el movimiento se torna obtuso y desangra la fluidez. El tempo respiratorio fluctúa haciendo oscilar el ritmo cardíaco.

El pensamiento repetitivo invade, se aloja, crece, se multiplica cual raíz arborescente, habita el movimiento y conmina a dialogar. La ligereza sacude, se diluye el tiempo.

 

Segunda persiana: De la clásica templanza

El paisaje sonoro posee una fuerza potencialmente devastadora capaz de entrar en la profunda soledad del oyente para hacer volar sus colores, irrumpir con frenesí haciendo estallar tersos cielos. El tenue vaivén acompasado otorga una envoltura atmosférica cual tranvía al sur en marcha.

Lo sublime como estado subrepticio anidado por la erótica esencia. El viaje que hacia ahí dirige contiene un sinnúmero de estaciones, bifurcaciones, accidentes, posadas. Lo sublime se logra con la ejecución precisa de la técnica acompañada de la calmada contemplación.

 

Tercera persiana: Elegante tela opaca

Los vagones contienen lo que en ellos caben y en la disposición que ellos permiten.

¿Por qué esperar acciones reparatorias que contradicen la configuración originaria de la policía, del sistema judicial, de las instituciones públicas estatales, del proyecto civilizatorio, del true romantic love – bebé incluido – y de otros tantos elementos más que actúan para hacer de la existencia una insoportable pesadez?

Inmóviles los labios responden.

Sí, la policía asesina. Actúa así y no tiene otro modo de proceder. Resulta vano exigir justicia. El peligro es suyo y lo saben. La violencia es suya y lo saben.

Inmóviles los ojos se humedecen.

Cuarta persiana: Texturas de celofán

¿Es petróleo lo que inundará la matriz, lo que hará navegar a amantes, lo que brotará de las semillas lilas al retornar?

La cinta se despliega sobre clips de metal. Los zapatos danzan sobre arenas, mares y nieves. Las hojas se abrazan a las nubes y se alejan frente a los montes florecidos. Las bufandas cuelgan en cuellos cargados de poesía. La enredadera enlanada se enreda en la nada. El farol no alumbra. Recala el sueño.

Quinta persiana: Suaves marchas en los rieles

Despertar y encontrar paredes que encierran la estadía. El aire actual dista enormemente de las fantasías resplandecientes dibujadas en los manuales. Intentar elongar la sensación junto a las maderas infieles que la sostienen.

Preferir sentir en la piel la cera rostizando, la savia humedeciendo, la ceniza nutriendo, el espejo fulgurando; mas no se siente.

Hacer sonar las tablas con el suave desliz de los zapatos. Acomodarse al café asiento. Ajustarse las gafas. Mirar de reojo. Sonreír frágilmente. Dejar de mirar el pasar. Recordar la huida.

Despertar queriendo saber qué se hizo mientras se dormía. Sentir el calor de la piel y la calma del respirar. Abrazarse y esquivar futuros probables.

Despertar con el vendaval envolviendo la habitación. Anhelar no haber dejado ir. ¿Temer no volver?

Sexta persiana: Θάνατος, sublime viaje

Concierto interno,

sonriente,

durmiente cae el árbol:

el movimiento nace descodificado.

Erosión del

palacio interior.

Quema.

 

Una reflexión inspirada por la canción Viaje de Camila Bañados

 

Por Mauricio Fermîn

Fotografía por Dolores Violeta