No se pudo evitar. Me arrastré por el piso a ciegas hasta la cama, y trepé como lo haría la luna si fuese perro. Y me quedé ahí, como un bebé, mientras la sangre volvía a recorrer mi cabeza como mil hormigas dentro de un hormiguero… (así se oye la
La primera que me habló del Ángel Guardián fue mi mamá. No decía guardián sino de la guarda. Era una oración que me recitaba cuando era chica, muy chica. Mamá decía: ángel de la guarda, dulce compañía, no me dejes sola, ni de noche ni de día. No sé si
I: Osito de apego Escribo en el buscador write music. No quiero escribir música sino oír música, pero el error me deja sin cuidado. Continúo: que otro elija por mí y muchas gracias. Si estuviera en mi departamento junto al mar habría escrito Wagner sin siquiera pensarlo. Y más lejos,
I. Entre ambos hay un hilo de seda blanco con letras negras que no alcanzo a distinguir. Mientras más me concentro en el mensaje escrito en la seda, más nos hundimos. Justo antes de quedar completamente enterrado, abro los ojos. El perro está inconsciente, pero aún respira. Tiene los paños
Lo vio abrir la reja, que había dejado sin llave, y avanzar con lentitud por el antejardín. Se alejó en el acto de la ventana. Sentía muchas cosas, ninguna cercana a la alegría, pero un mínimo temblor en su mentón dio paso a una sonrisa. –Estás helado –le dijo, lanzándose
Este será el relato ganador. No me cabe duda, no puede ser de otra forma. Tanto talento innato no puede ser dilapidado en menciones honrosas o selecciones de antología. No, señores. El número uno o nada. Ya es hora que los lectores de habla hispana conozcan a quien ha venido
Las tres obras, completamente inéditas, habían sido leídas por el jurado de los premios literarios 2018 y las habían declarado ganadoras, La Editorial QR era la flamante editorial de ese año. Los textos eran esperados con expectación absoluta; hay que entender que expectación absoluta es en realidad, veinticuatro personas entre
Hoy llegué temprano a la oficina, es invierno, y las ventanas son cristales congelados, ojeras de un frío despreciable. Al frente de mi módulo no hay nadie. Enciendo mi computador, subo el volumen del teléfono. Es martes, aunque perfectamente puede ser miércoles o jueves. De fondo escucho a ———, la