1. Permanecer o desaparecer. En el medio, Instagram. Dos opciones, feed o story: dos existencias de la imagen.
  2. Quien dice que no le importan los likes miente.
  3. La publicación en el feed se apoya en la ilusión de la fotografía como dispositivo que permite inmortalizar instantes en el tiempo. O, mejor dicho, en la memoria de Instagram. Es decir, la memoria de la internet. La memoria total.
  4. La story juega con la idea de lo efímero que descansa en la memoria humana, en su capacidad de retener imágenes y, gracias al recuerdo, mantenerlas de cierta forma vivas.
  5. Si las personas pudieran verse mientras sacan fotos artísticas en la calle dejarían de sacar fotos artísticas en la calle.
  6. Existen atajos que permiten desdecir los puntos anteriores. Entre ellos, el screenshot para inmortalizar la story, o el compartir una publicación del feed en una story. Estas posibilidades no suponen digresiones a lo dicho hasta ahora porque lo que nos interesa es el aspecto estético del asunto.
  7. La antítesis de la imagen para Instagram son las imágenes que acontecen entre que Mercado Pago habilita la cámara y el QR es escaneado. Imágenes de tránsito que se desvanecen mientras transcurren sin que nadie las observe.
  8. Al publicar, uno tiene en cuenta los fines. En este sentido, no es lo mismo lo que se publicará exclusivamente en una story o feed. En ambos casos importa la recepción, el saberse visto. Cuanta más gente mejor. El número es clave. En la publicación del feed no alcanza con ser visto, debe haber un accionar que delate la mirada ajena: el like.
  9. Frente a la permanente recolección de datos que se hace sobre el consumo de los usuarios en redes sociales, la story puede pensarse como un pequeño gesto político que atente contra el algoritmo. Eso si hacemos caso omiso a que haciendo stories ayudamos a acrecentar el uso de la aplicación, ya que para ver lo efímero hay que estar mirando la mayor cantidad de tiempo posible.
  10. En el feed no hay aura, ¿en la story sí?
  11. Nada más difícil de registrar que lo real. Está hasta que uno saca la cámara y aparece la pose.
  12. Cada vez resulta más difícil distinguir la imagen publicitaria de la imagen artística.
  13. Suena paradójico sacarle fotos a una pantalla de cine pero es una práctica muy establecida.
  14. Hay un personaje en una novela de Thomas Pynchon que pirateaba películas. Un día comenzó a experimentar con el zoom de su mini dv y dio con una imagen abstracta muy particular. Luego de ese día se volvió artista contemporáneo.
  15. ¿Es la story una forma de ir contra el index de la internet?
  16. Una amiga me cuenta que el algoritmo de Instagram da prioridad a los videos por sobre las imágenes, obligando a los influencers a hacer contenido para así competir contra Tik Tok.
  17. Tik Tok = Instagram + Montaje.
  18. Un tiempo intenté usar Instagram solo para subir fotos-saludo de cumpleaños. Mi feed era una suerte de catálogo de postales. Ya no.
  19. La story es en primera persona, la publicación en feed no necesariamente.
  20. El perro se muerde la cola y corre en círculos, como la moda.
  21. ¿Qué es lo que en última instancia hace que la publicidad sea tan superior a la crítica? No lo que dice la letra roja eléctrica al moverse, sino el charco de fuego que la refleja sobre el asfalto.
  22. Una vez leí que la revolución no puede ser registrada, pero sí la revuelta.
  23. Quizás se saca fotos a la pantalla de cine para dar cuenta del estar ahí. El carbón que alimenta al fuego FOMO. En estos casos no importa lo que se encuadra, lo que está en campo, importa el contraplano que jamás veremos: la persona sacando la foto.
  24. Los espejos enfrentados en los ascensores abrieron un sindicato y determinaron cobrar por foto.
  25. Están de moda las biopics. En un recreo de escribir esto vi el trailer de la biopic de los Sex Pistols. Me asombró lo pulcra que se veía la imagen. ¿Por qué se ven tan poco sucias? Quieren registrar el pasado pero un pasado sin vida, sin uso. Sin el presente del pasado.
  26. ¿Está en Instagram el presente del presente? En el feed seguro que no, quizás en las historias. ¿En la cotidianeidad que se retrata sabiéndose efímera? Quizás, justamente, en su ser efímero. Un instante frágil que no existirá mucho tiempo más, como el presente.