Nanai I Todas las nanas se van al cielo. La carita de Dios en la cordillera aúlla sus nombres de nana y ellas preparan el viaje hacia lo alto son todas madres de Cristo y santas atraviesan los valles alucinando una familia o hilvanándose el abismo al delantal.
Había quedado cesante por cuarta o quinta vez. Vagaba por Ahumada repartiendo curriculum, —que nombre tan alto para logros tan miserables— había tenido trabajos sencillos; conserje, administrativo contable, ayudante de sastre, telefonista, jardinero. Fumaba un Belmont rojo, de filtro corto, el país seguía atento a los partidos del Chino Ríos.
Febrero es el mes más cruel Cinco señoras se reúnen de manera periódica en la pileta de una de ellas. Se ubican en círculo donde hacen pie, donde no corre riesgo su respiración, hilvanan temas varios, mientras las manchas brotan de un día para el otro en sus pieles
Cuando éramos niños despertábamos con ganas de empezar el mundo. Sentíamos aquella fuerza posiblemente indescriptible en nuestro cuerpo, capaz de sacar sonrisas por la calle con un solo cruce de miradas. La vida entonces era distinta, aunque en realidad, al menos físicamente, la única diferencia radicaba en que éramos criaturas
Durante 1925, Virginia Woolf recibe una propuesta de T.S Eliot donde se le invita a colaborar con el relanzamiento de la revista New Criterion. Woolf, imaginamos, acepta con entusiasmo el gesto del escritor, pensando ya de manera simultánea el modo y el tema de su ensayo. Con el paso del
Ruido ambiente “vi en la tele una película que era mi biografía o mi autobiografía o un resumen de mis días en el puto planeta Tierra era una mala película o de esas que nosotros, pobres infelices, consideramos malas porque los actores son malos” “El hijo del coronel”, Roberto Bolaño
Cierto joven, llamado con el primer nombre de Luis que continuaba con el segundo nombre de Mario, había tenido que soportar demasiadas oscuras noches los sollozos de su anciano padre quién lloraba desconsolado por haber perdido a su primogénito e hijo favorito a manos de un vecino limítrofe que apretó
Hoy llegué temprano a la oficina, es invierno, y las ventanas son cristales congelados, ojeras de un frío despreciable. Al frente de mi módulo no hay nadie. Enciendo mi computador, subo el volumen del teléfono. Es martes, aunque perfectamente puede ser miércoles o jueves. De fondo escucho a ———, la
Labores textiles I El bordado fue siempre un sacrificio: quedarse en silencio para hallar otros modos de escritura mientras nos destrozábamos los dedos en el ir y venir de puntos nada más ornamentales consiguiendo formas ininteligibles y repetidas en las que pedía ubicaras mi corazón. II Dijo
¿Cualquiera puede hacer un libro? Cualquiera. Hacer un libro, no sólo escribirlo. Medir, coser, doblar, cortar, descubrir la técnica. Uno de mis recuerdos de infancia guarda directa relación con este tema, y por curioso que parezca, no regresó a mi memoria hasta este preciso instante (en esta ocasión, fue el