El deshielo

… Mi amor, yo no sé nada de eso,
pero cuando trato de imaginar un amor inmaculado
    o el día de mañana, lo que oigo es el murmullo
de corrientes subterráneas, lo que veo es un paisaje de piedra caliza.

– W. H. AUDEN, Elogio de la piedra caliza


Llenas la casa de glaciares:
Amarillo, O’Higgins, Upsala, La Paloma.
Cubres mis ojos y al retirar las manos,
señalas a nuestro alrededor y puedo ver las muchas formas
en las que los has esculpido mientras dormía. Y al no ser de caliza,
no tienen el blanco cremoso de La Pedrera, sino un azul Rayleigh disperso –
                barreras secas y frías que trajiste del Polo
                en tu gran maleta roja.

Y al estar lejos del Macizo del Garraf,
hay lenguas escarchadas que cuelgan
a lo largo de la cara sur de los cerros –
donde la marisma congelada de su panza descansa apaciblemente.

Sus reflejos son deslumbrantes, por no decir engañosos.
Y en tu lejana tierra,
              donde me cuentas que no hay persianas,
              no hay listones de plástico ni de madera,
¿cómo sabéis en qué fijar la mirada cuando regresa la luz tras la ceguera?

Aquí hubo una vez un asentamiento de muleros. Una vez también, un sanatorio
              aquí, cerca del Cajón del Maipo.  Aquí, la lluvia acelera
el crecimiento de las grietas de estos desgastados peñones.
Justo aquí, donde los ojos azules del tirano casi pierden la visión
              cuando regresaba de su residencia de verano.
En la cima de la colina, a través de las vastas extensiones baldías de granito,
              ¿qué fue lo último que vio antes de cerrar los ojos?

¿Cómo se mira algo que nunca más se volverá a ver?

Al despertar mañana, apenas quedará hielo.

 

La malla

 

La protección ahora es un hábito en nuestras vidas.
Mientras nuestras mascarillas oscilan, colgadas del tendedero
como medusas muertas –
KN95,
FFP2,
revisamos meticulosamente la lista de materiales:

✓diez codos de unión en ángulo de 90°

✓cinco uniones en forma de T

✓malla de hilo de pescar – cortar secciones del tamaño necesario

✓tijeras

✓alicates

✓Super Glue®

La instalación nos lleva toda la mañana
y se alarga pasado el bochorno de la tarde.

Los futuros beneficiarios de nuestros esfuerzos, indiferentes,
duermen durante el tiempo que dura el proceso
junto a la montaña de herramientas apiladas.

Barcelona hoy es un invernáculo.
El día cae sobre la bóveda de teja de La Modelo
y a las paredes de retención de nuestra casa
añadimos ahora esta red cuadriculada.

Una vez trabajaste en el desierto de Atacama,
instalando mallas sísmicas a lo largo de sus escaldadas altiplanicies.
Estoy aprendiendo que restricción
quiere decir seguridad, en estos tiempos.

El calor me entrega tus palabras entrecortadas,
onduladas por la flama:

Iquique…
  matanza…
        salitre…

Al final del día, insolados, ya no sabemos si la malla
está ahí para evitarles el salto a los gatos
o a nosotros mismos.

 

Tonga

 

Considera la isla.
Estaba y ya no está.
Imagina la lava
borrando la isla del mapa.
Observa cómo llueve ceniza
sobre las islas cercanas.
Mide la potencia del estallido.
Hiroshima pierde su puesto en el ranking.
La tierra nueva arrastra consigo
mil millones de metros de cable submarino.
Acaricia el lecho del océano
que llora. Hunde la mano en el magma.
Delimita el perímetro de tu casa con tiza.
Ignora que no hay techo.
El colchón flota en el centro.
Siente una falsa sensación de voluntad.
al dejar escapar tus libros y tu ropa
riada abajo. Sostén sin vértigo un cuerpo
bajo el dintel de la puerta. Aguanta la respiración
hasta desarrollar branquias.

 

Estadio Nacional
El Centenillo (Jaén), 2021

 

Se nos escurre este año
como un tirante en verano.

A través de las grietas
de las campanas de la iglesia
divisamos los cerros de Sierra Morena.

Hay muchas formas de temblar.

Recojo la pila de ropa que has dejado en el suelo.
El gato salta a lo alto del frigorífico.
Tu toalla tendida se agita con el viento.

Sostengo la tarde en mis manos.

Hay una foto de tu padre sobre la mesa,
sonriendo en su uniforme militar.

Desde la ventana se ven
las gradas de piedra
del viejo campo de fútbol
de los mineros
a las afueras del pueblo.

 

Operación Deyse

 

Esta aureola blanca
de abrazo gemido
que nos acorrala en alta mar
huele a dientes de leche
y canela. Cerco denso
de tu sexo austral.

Sitges resiste
la caída de la tarde
y en lugar de hiel
solo hay luciérnagas
que baten sus alas
entre mis piernas.

Desbandada de un día triste.
Estruendo oscuro del otoño.

Encofrada en el espacio
entre nosotros, encuentro
la enredadera
que desahucia el miedo.

Cuando el mundo sea
como queremos,
acataré sin rechistar
ese nuevo orden.

A primera hora, cada mañana,
cartilla en mano, acudiré a por mi ración.

Esta calma sin receta ha prescrito.
Bisagra sísmica que vertebra tu continente.
Las emergencias se administran.

Pienso en tu padre, abrazado a tu abuela
durante los temblores, gritando:

Afírmame.
Afírmame.
Afírmame.

Encontramos una tórtola
muerta en el portal
al llegar a casa.