chernobyl
20 soles como 20 niños perdidos en la orilla
20 años buscando el aroma perdido
de las balas en mi casaca de cuero
todos hemos tenido alguna vez una casaca
de cuero quemada rasgada en el hombro
como si una pantera nos hubiese dado una vuelta
brusca para hurgar en nuestra memoria
darnos cuenta de la pereza en nuestras manos.
los rezagados llegan a la orilla con las piernas
perforadas en el día d
son malaguas encalladas en
huacho
huacho es una ciudad de 173585 habitantes
cada uno lleva su propia malagua bajo la lengua
se tienden en el piso y en cartografías
extienden un paradigma.
caminamos por el ombligo y en las ruinas
uno se detiene para apreciar el museo de los medici.
no, es en la calle: la calle de los medici.
no, era una casa: la casa de los medici.
allí las piedras perforaban los zapatos.
los cuerpos rotos nos miraban detrás de la balaustrada desconfiados de nuestros hábitos posmodernos.
los voluntarios
de entre todos los grados militares
son los más humanos pues encuentran la muerte al final
del pasillo mientras lo pintan de colores incandescentes
solo hasta que pierden el nombre en
los muros que son manchados con su sangre.
ya no distinguen el camino
ya no tienen amigos
que los lleven en sus hombros
como a nosotros que recogemos laureles de la basura
mientras en una esquina nos llaman por nuestro color
pero no contestamos.
recuerda: los suicidas somos también los más
humanos.
algunas consecuencias
tengo cataratas en un ojo en el otro miopía
la pelvis fracturada.
día y tarde salgo despacio por si los perros
vuelvo noche por si los hombres y después cinco inyecciones
estar seguro de despertar en la mañana.
tres veces ya me he perdido con los buses
terminar con solo tres soles y cincuenta céntimos en la mano.
llevo solo tres soles con cincuenta céntimos en la mano
los caminos se hacen cada vez
más angostos más aún cuando llegan a los pies del cerro
todos escapan a sus casas con hambre
devoran uno a uno los perros que en el día encontraron
cansados llegan cuentan las monedas.
me miran por las ventanas
desde la calle me miran
por las ventanas me miran
desde el bus un esqueleto incompleto
voltean la cara miran una máquina un motor
fundido presto al basurero.
pero una vez que sienten una vez
the pain the scare
rompen a llorar sobre la almohada
los chinches la peste el psicoanálisis.
tengo dos hijos hombres tres con cincuenta
exactos en el retrete.
se han acabado pero silencio.
despierta a todos en la cuadra de al lado
una puerta se ha roto la han roto
las paredes también han roto las macetas que robamos.
la ventisca se pierde se pierde
se pierden todas las casas
corren hacia el río.
todos vamos a irnos al cielo sin no antes
entregar la riqueza a los ancianos y desnudarnos
en medio de la plaza para ser azotados
en la oscuridad
comprendes?
salida desde el huracán
yo no sé por qué los peces miran con un solo Ojo
en lugar de voltear la cabeza de frente
cuando se acerca el enemigo
escapan con su único ojo sobre la imagen
hacia la simetría de un rostro perdido
se encuentran con la vastedad de su casa
hasta que la imagen otra vez
se halle vacía.
sin embargo, hago lo mismo
cuando por detrás se acercan todas las ancianas desde
el paradero
una turba demencial
el vestido las alarmas el café descafeinado
eleva el humo hasta llegar a la sien.
mi posición ,
la posición fractura sedimento de mis dos únicos ojos
en mi cabello la seda se hace humo y parte
del silencio que se quita el largo látigo.
me he acostumbrado a hablar sin mirar a los ojos
como hacen los mendigos en las rejas
escuchando las canciones que llegan de los taxis.
igual que cuando mi padre se sienta de costado
rehúso verle al rostro de frente
y en cambio lo miro con mis dos únicos ojos
en la nuca
postrados y pienso en las formas dolorosas que adopto
para poder oírlo
mientras huyo.
Por Gustavo Lobatón