XVI
Siento hastío
por los hijos que van a nacer.
Tendremos que explicarles
tantas cosas a tantos de ellos.
Un día me preguntarán
todo lo que alguna vez pregunté:
Mamá, ¿por qué no puedo
ver a Augusto cuando quiero?
Mamá, estuve leyendo tanto estos días
que estoy a punto de encontrar lo que quería.
La inutilidad de las palabras.
Siento hastío,
tanto hastío
por los hijos que van a nacer.
Diez, veinte, treinta años
y estarán buscando alguna cosa.
Nunca se acordarán
de aquellos que ya murieron
y buscaron tanto.
Les va a costar (¡oh, dioses!)
entender a aquellos
que se mataron.
Los hijos que van a nacer
¡Pobres!
Van a pensar que son ellos
los elegidos.
Van a pensar que tú
nunca pasaste por lo que ellos están pasando.
Los hijos que van a nacer…
Insatisfechos.
Incomprendidos.
De Presagio – 1950
Del amor contento tanto descontento
15
A Aldous Huxley
Ahora, mis señores
es preciso dormir.
Aunque muchos no sepan
es cada vez más difícil
sonreír.
Ahora, mis señores
es preciso dormir.
Mis señoras y madres:
Es preciso olvidarse
de parir.
Tenemos un mundo nuevo:
Trazo, acero, espacio y color.
Y estructuras infantiles
garra y pupila
para el amor.
Ahora, mis señores
es preciso dormir.
Y que el sueño no demore.
Azul y rosa y gasa
Repitan conmigo:
Azul
Rosa
Gasa
Ruta del silencio – 1959
Diez evocaciones para un amigo
I
Si te parezco nocturna e imperfecta
mírame de nuevo. Porque esta noche
me miré a mí, como si tú me miraras,
y era como si el agua
me deseara
Escapar de tu casa que es río
deslizándome apenas, sin tocar la orilla.
Te miré. Y hace tanto tiempo
entiendo que soy tierra. Hace tanto tiempo
espero que tu cuerpo de agua tan fraterno
se extienda sobre el mío. Pastor y navegante
Mírame de nuevo. Con menos altivez
y más atento.
II
Ámame. Es tiempo todavía. Interrógame.
Y yo te diré que nuestro tiempo es ahora.
Espléndida avidez, vasta ventura.
Porque es más vasto el sueño que confecciona.
Hace tanto tiempo, su propia textura.
Ámame. Aunque te parezca demasiado intensa.
Demasiado intensa. Y áspera.
Y transitoria si lo repiensas.
III
Si me fuera concedido, a mí, rehacer el tiempo
haría de mi rostro de parábola
red de miel, oficio de magia.
Y en aquella encantada librería
donde escasos amigos me sonreían
donde a mis ojos eras torre y trigo
Mi todo valiente de Poesía
yo te habría tomado. Fortuna, amigo,
Tan extrema y larga.
Y amante contento el amor habría sido.
De Júbilo, memoria y noviciado de la pasión – 1959
HILDA HILST (Sao Paulo, 1930-2004), fue una autora brasilera de una vasta producción literaria que abarcó poesía, prosa, crónica y teatro. Publicó su primer poemario, Pressagio, en 1950, y el segundo, Balada de Alzira, en 1951. Hilst vivió la convulsionada vida cultural y bohemia de Sao Paulo. Rodeada constantemente de amigos artistas e intelectuales de la época, la autora decidió alejarse de la ciudad para abocarse por completo a su labor literaria. Fue así, como en 1966, se terminó la construcción de Casa do sol, una casa en una finca en las cercanías de Campinas, donde rodeada de cientos de perros, Hilst se dedicó exclusivamente a escribir. Dicho lugar, se convertiría, además, en un espacio de interacción cultural.
Traducción de Javiera Hernández Arriagada
Foto de portada de Robby Müller