a la memoria de Francisca Sandoval. Por ella y por todxs nuestrxs muertxs, venceremos

 

“El control de las masas a través de una severa organización, algunas en combinación con otras organizaciones semejantes, constituye en estos momentos el arma básica de la guerra moderna.” Cristian Gutiérrez Tapia

“Y es más probable que dichos hombres prefieran crucificar a aquellos que vienen a disipar la ilusión de su seguridad, que a aquellos que la amenazan verdaderamente. No les basta con ser indiferentes a la verdad. La quieren muerta. Día tras día, exponen su cadáver, pero éste no se corrompe en absoluto.” Tiqqun

“La causa de la guerra civil no es la “naturaleza” (hobbesiana) del hombre, sino la propiedad y la divisón social del trabajo. O también: es la “serenidad” y  la “felicidad” de los afortunados la que hay que proteger por todos los medios, contra “la miseria e infortunio” de los pobres.” Éric Alliez y Maurizio Lazzarato

1. Habría que asumir la confusión, la perplejidad, el desasosiego, todo eso mezclado. Y entre el humo, los gritos y los disparos correr, agacharse, ponerse fuera de tiro. Son balas contra piedras de nuevo, como siempre. Pero ha ocurrido un desplazamiento. Ya no son los pacos quienes nos disparan, o sí, también, pero de un modo diferente. El 25 de marzo del 2022 una manifestación de estudiantes secundarixs fue atacada a la altura del barrio Meiggs en la comuna de Estación Central, quedando un estudiante en estado de gravedad. El día de lxs trabajadorxs, en el mismo sector la marcha convocada por la Central Clasista de Trabajadorxs fue igualmente atacada, pero con un mayor calibre de fuego, cuya principal afectada Francisca Sandoval muere el día jueves 12 de mayo, después de haberle llegado un disparo ese 1° de mayo. Mucho se dijo en los minutos siguientes con respecto a que si eran pacos o no, si eran infiltrados o no, si eran lumpenes desclasados o no, que si la mafia, el narco o no, etc… Lo cierto es que a pesar de lo mucho que pudimos haber dicho, nos quedamos mudxs.

Y es que pareciera ser que todo eso es la policía: civil y no, FFAA y no, narco y no. Habría, entonces, que volver a mirar de frente al horror. Y evitar caer en reclamos del corte “Exigir al gobierno una reforma de las policías”; “la desfinanciación o la disolución”. Hay ya, no solo una militarización de las fuerzas policiales sino que también un despliegue a nivel capilar de la policía por otros medios. Hay un resguardo por cualquier medio tanto del Estado como de las condiciones de miseria, de la propiedad privada y de la acumulación. Eso es la policía. Lo que vivimos el pasado 1° de mayo no es sino eso, el despliegue en acto de una fuerza policial que de lleno siempre ha actuado en alianza con otros y por fuera de la Ley: una ofensiva del monopolio de la violencia, pero en tanto que fuerza paraestatal. Es el estado que, al soltar sus máquinas de guerra (sus freikorps[1]), evidencia la latencia cotidiana de la guerra civil que vivimos (y que venimos viviendo y habitando desde que Piñera nos declarara la guerra en medio de la insurrección de Octubre del 2019; y desde mucho antes también, qué duda cabe). Y es que ya no basta con decir “son delincuentes”, o decir “son infiltrados”. No basta con pedir una reforma a las policías ni mucho menos con exigir más presencia policial en las calles: invocar la figura del delincuente sólo servirá para una mayor y mejor securitización (proceso que sin duda terminará por ocurrir). Ahora bien, lo que acá está en juego es el despliegue y gestión de ciertas formas en las que ha derivado la guerra (su violencia y su operatividad) en las fronteras de la Ley.

2. La fuerza destituyente que irrumpió en octubre del 2019 puso en jaque tanto al modelo de capitalización, precarización y aislamiento como a las instituciones de representación política Estatal (partidos, diputados, senadores, sindicatos, instituciones más o menos ligadas al Estado, etc.) No cabe duda que la captura institucional de dichas fuerzas no ha podido clausurarse: ni la CC ni el gobierno de Boric han logrado reponer el orden que naufragó en octubre del 2019 (vayan todas nuestras bendiciones a la CC; todo nuestro repudio a Boric). Los llamados al orden más bien vienen de aquellos que ven en peligro sus intereses y bajan líneas para fortalecer su ofensiva, ante el mínimo tambalear de sus privilegios: el pasaje al acto de la guerra civil que estamos atravesando, donde toda ofensiva nuestra será criminalizada. A la violencia del desorden, la fuerza de la represión más brutal: una violencia conservadora en la que los freikorps operan como un refuerzo de las policías, con los cuales comparten la misma función represiva. La sabiduría popular es esencial, como siempre: “A río revuelto, ganancia de pescadores”. Y es que por un lado, se vuelve ubicuo el discurso securitario (habría delincuentes con armas de fuego en las calles a plena luz del día), a la vez que se busca una reforma (no la disolución) de las policías (ante la sospecha de que estos actuarían en conjunto con los anteriores). Que haya un actuar en conjunto, una alianza y una complicidad entre los pacos y la (ultra)derecha no es nuevo. Lo novedoso podría ser el tipo de violencia y el aumento en el calibre de fuego por parte de La-nueva-Vanguardia[2] con reclutamiento entre sectores de “extracción popular”.

Al proceso revolucionario que estalló en octubre de 2019 (y que venía desarrollándose desde 2006, 2010-2011, 2018) como reacción le vino el despliegue de los freikorps y el pasaje al acto de la guerra civil. Insistamos, porque no se trata aquí de una defensa del gobierno progresista, feminista y paritario de Boric; sino de evidenciar que al naufragio del modelo de acumulación y de la política representacional, es el Estado (cierta definición policial y corporativista del Estado) el que sale en defensa de los intereses del capital, en su recurso a los freikorps y el sicariato: apuntar, atentar, (re)disciplinar y aterrorizar a un segmento importante de las personas que se enfrentó a las condiciones de precarización en un marco de reorganización del monopolio de la violencia. Hay que atender y no perder de vista que fue la marcha clasista y no la convocada por la CUT la que fue atacada. Y que, en ese mismo sector, anteriormente fueron atacadxs estudiantes secundarixs.

3. Al poner el foco en la (re)monopolización del uso de la violencia y las armas (que se atomizó desde octubre-19), la (re)configuración de la alianza criminal narco-estado puede ser vista como un desplazamiento en los llamados al orden del soberano: se sueltan los freikorps para cazar aquellas máquinas de guerra que oponían resistencia tanto a las policías como a los procesos de subjetivación capitalísticos. En otros términos, se ponen en marcha procesos de securitización desplegados por otros medios en un marco de guerra civil para evitar la subversión y la simpatía con esta. De nuevo: a la violencia del desorden, la fuerza de la represión más brutal. Lo ejemplificador de este método de control, cacería y muerte afecta a la totalidad de la sociedad; pero principalmente a las alianzas de contrapoder que estamos dispuestas a dar forma. Se trata de acciones que apuntan a instaurar el terror en la población -entorno y medio en el que se infiltran las fuerzas reaccionarias en su guerra sucia– y el miedo a la acción política. Y cuando esta falla, no es necesario guardar las proporciones. Por tanto, la acción criminal conjunta entre narco y estado se vuelve evidente. Toda la población, con sólo haber sido aterrorizada, queda del lado de la resistencia.

Habría que analizar los hechos entonces (primero el ataque a lxs secundarixs y luego, el ataque a la marcha clasista del 1° de mayo), a la luz de la insurrección de octubre: el ejercicio de un terror que tendría como fin la remonopolización del uso de la violencia; la adhesión al orden y la creación de un clima de miedo; la normalización de la impunidad; y la ejemplificación de la amenaza contra quienes pretendan sublevarse. Ahora bien, eso explica una parte. Por otra, la rearticulación de la alianza terrorista criminal entre policías y narco podría ser vista a la luz de la articulación de bandas que en coordinación con la policía pretenden proveer seguridad y mantener los espacios de comercialización ambulante en su poder, con una mano de obra migrante ilegal, trata de blancas, tráfico de drogas, etc. Las autoridades conocen a los asesinos y su inacción oculta turbadoras cuestiones políticas. Habría entonces en esta alianza, una defensa de las condiciones de precarización, explotación y capitalización del comercio ambulante; a la vez que se procura cazar todo reducto disidente de la “fiesta democrática” (recordemos que en ese mismo momento se realizaba la marcha convocada por la CUT, con presencia de personeros del Gobierno y autoridades de Estado). Entonces doble articulación: por un lado, defensa de las condiciones de precarización del comercio ambulante, gracias a la alianza narco-policías; y despliegue del terror sobre las fuerzas destituyentes del octubre-19.

4. Mucho ha circulado de manera oficial con respecto a quienes propiciaron la “desestabilización del Gobierno de Piñera” desde el Octubre-19. El informe Big Data que arrojara a Ismael Serrano, el chavismo, el K-Pop, fueron algunos de los posibles cabecillas que llevaron la política representacional y el “oasis chileno” a su naufragio. En ese contexto, la teoría de la Revolución Molecular Disipada del neonazi chileno Alexis López argumentaba que “la violencia callejera que se veía en Chile era parte de un secreto proceso revolucionario de toma del poder, dirigido en parte desde el extranjero”. Según un artículo de Interferencia[3], funcionarios policiales que han estado en la sede central de la Dipolcar recuerdan cómo a fines de 2019 su director general Luigi Lopresti insistía en que la explicación de todo lo que estaba ocurriendo en las calles y plazas del país durante la revuelta encontraba una respuesta coherente en las teorías de Alexis López. Según el mismo artículo, todas las fuentes consultadas insisten en que la actual dirección de la Dipolcar está integrada mayoritariamente por oficiales que no sólo son abiertamente de derecha, sino que suscriben a viejas ideologías como la Doctrina de Seguridad Nacional. La DSN nace en un contexto de conflictos globales en donde la evolución de la política nacional era tomada en un contexto de Guerra Fría y de la emergencia de un nuevo tipo de enemigo al cual debían hacer frente las fuerzas armadas. En el contexto de la Guerra Fría, para los heraldos de La Doctrina lo que estaba viviendo el mundo Occidental era una “acción demoledora por parte de los agentes del comunismo internacional, desparramados por toda Latinoamérica”. La Doctrina se desarrolló como una “ideología de la seguridad nacional”, en tanto que trama de poderes, relaciones e influencias interamericanas en la lucha por el orden occidental y cristiano. Si bien antecedentes de la DSN pueden rastrearse desde las décadas del ’50 y ’60, no es sino después del golpe de estado de 1973 en que es llevada a la práctica en su total brutalidad: una política sistematizada y profunda de represión, terror y genocidio con el objetivo de refundar toda una sociedad. Podríamos proponer entonces, cierto continuo entre la lucha contra la subversión (durante la dictadura) y la lucha contra la insurrección (actualmente) que se ve reflejado en la necesidad de reponer el orden moral de la Patria que se fisuró con la insurrección de octubre: el “alma nacional” que tanto daño ha recibido por la imposibildiad de “generar diálogos” y “acuerdos amplios” entre los “distintos actores y sectores de la sociedad”.

5. El terror tiene como efecto técnico y práctico un “disciplinamiento social”. No sólo se trata de técnicas especialmente creadas para un nuevo tipo de conflicto, sino que además se trata de un conjunto global de atribuciones políticas y jurídicas necesarias para poner en curso dichas técnicas. Así, los principales debates originarios de la DSN girarán en torno al rol de la justicia en este tipo de conflicto, que, si bien se entiende como guerra, no lo es en los términos clásicos de ésta, por lo que se requiere una adecuación de la legalidad; en otras palabras, una legalidad de excepción para combatir la subversión. Declarar Estado (de) guerra[4] (todos los “Estamos en guerra” que se han pronunciado históricamente), de sitio o de excepción, es fundamental para que los freikorps tomen pleno control del territorio y, de esta manera, puedan desarrollar el método represivo y de enfrentamiento adecuado. Hay entonces un fuerte componente agonal que actúa como eje gravitante que distribuye los roles entre amigo/enemigo, pilar fundamental este para el reajuste del Estado en el marco de La Doctrina y su continuo histórico: la contrainsurrección como política (en tanto que verdad última) de toda estrategia de guerra. En otras palabras, la política es la continuación de la guerra por todos los medios, donde guerra acá quiere siempre decir contrainsurrección. Pero continuación no de cualquier guerra, sino de una donde la población civil es clave. Si para la “doctrina de guerra revolucionaria” (la “guerra sucia”, la “guerra irregular” o “guerra contrasubversiva”, distintos nombres que ha recibido este tipo de guerra por parte de las fuerzas reaccionarias) es esencial una diferenciación entre “enemigo a neutralizar” y “población a fascinar/aterrorizar”, ¿qué sucede cuando es la población en su totalidad la que es declarada enemigo a neutralizar (control de la población local)? Aquí, es clave la militarización de las policías y el cambio de eje de un enemigo foráneo a un enemigo interno; a la vez que habría una especie de tercerización donde las mafias o freikorps (o, para el caso de la puesta en marcha de La Doctrina, la DINA y la Dipolcar entre otras) que actúan por fuera del marco legal, garantizan tanto la securitización como el disciplinamiento de la población entera. Sin embargo, lo que podemos constatar desde el 1° de mayo pasado hacia adelante es que habría cierta intención por una apuesta mayor en la intensificación del conflicto, donde sujetos como el desaparecido Sebastián Izquierdo ya no serían necesarios, puesto que serían insuficientes. Entonces, hay una convocatoria de sujetos de extracción popular o lumpen, etc. que estarían dispuestos a lo que las vanguardias de la extrema derecha cuicas no están dispuestas a hacer: empuñar un arma de fuego y estar dispuestos a matar en defensa de unos “intereses particulares”. Es decir, la movilización del narco, de la derecha y la policía al servicio de la propiedad privada.

6. Los gestos paramilitares (la alianza entre policías, mafia y derecha) constituyen en sí una técnica de poder que garantiza y asegura la disciplina y el orden al interior del Estado (insistamos: en tanto que guerra civil). Para Emilio Gentile, el prototipo del fascista totalitario era el miembro del partido-milicia, que encarnaba el mito de la juventud y la vitalidad contrario a la sensibilidad y a la vileza del hombre burgués, liberal y democrático. Desarrollado a partir de este modelo originario, el fascista totalitario debía ser un creyente y un combatiente por la religión de la patria. El fascista totalitario era el ciudadano soldado, criado según el mandamiento único de la religión fascista: credere (creer), obbedire (obedecer), combáttere (combatir). Para Gentile, el fascista totalitario enaltecía el desafío de la modernidad proyectándose hacia el futuro como un conquistador. El partido-milicia (la alianza criminal entre policías y mafia) al que podríamos estar presenciando en su conformación, se basa en un sentimiento de camaradería cuya misión de regeneración y protección nacional, se conceptúa en un estado de guerra (contra los enemigos políticos señalados) cuyos medios son el terror, la táctica parlamentaria y el compromiso con los grupos dirigentes: las guerras (por todos los medios posibles) como fundamento del orden interior y del orden exterior, como principio organizacional de la sociedad. Las guerras, no solo entre clases, sino también militares, paramilitares, civiles, etc. están integradas de un modo constituyente en la definición del Capital. Para Éric Alliez y Maurizio Lazaratto, en todos los momentos decisivos del capitalismo, lo que siempre encontraremos será la iniciativa de las guerras civiles. En tanto que aparato organizacional, el partido-milicia previene, controla y reprime recurriendo a el terror organizado y el enfrentamiento; al tiempo que se securitizan los espacios para la acumulación: ante la crisis del Estado y su monopolio del uso legítimo de la violencia para asegurar las condiciones de explotación, es que se vuelve necesario el recurso al partido-milicia.

7. El fascismo para Gentile tendría como matriz verdadera e inagotable, el persistente dominio de la burguesía reaccionaria. Acabar con el fascismo, vuelve inminente la necesidad de acabar al mismo tiempo con la sociedad de clases. Es decir, con el capitalismo y el Estado. No pasarán.

[1]     Freikorps (del alemán “cuerpos libres” o “cuerpos francos”) fue la designación aplicada originalmente a los ejércitos de voluntarios formados en pequeños estados alemanes entre los siglos XVII y XVIII. Originalmente se trataba de un cuerpo de soldados irregulares, pero tras la Primera Guerra Mundial se dio este nombre a las tropas improvisadas donde se integraban veteranos alemanes del Reichsheer. Estas organizaciones del periodo de entreguerras del siglo XX se caracterizaban por su fuerte carácter nacionalista y su anticomunismo; durante la República de Weimar colaboraron con el gobierno en la represión del movimiento obrero y organizaciones izquierdistas (como el Levantamiento Espartaquista o el Levantamiento del Ruhr). Los freikorps fueron inicialmente vistos con bastante desconfianza por el ejército regular prusiano, de modo que servían principalmente como centinelas y para los deberes de menor importancia al considerarse como poco expertos en el combate. No obstante, el Romanticismo nacionalista alemán de inicios del siglo XIX elaboró una imagen idealizada del freikorps como combatiente movido por un impulso puramente idealista y patriótico, en contra de un invasor extranjero, y actuando más allá del deber de un militar profesional. Hacia fines de 1923, los freikorps alemanes desaparecieron aceleradamente como agrupaciones, pero sus integrantes más radicales continuaron formando pequeños grupos ultranacionalistas y de extrema derecha, realizando esporádicos atentados contra las autoridades republicanas, y algunos de sus miembros más jóvenes pasaron a formar parte de las milicias del Partido Nacional Socialista.

[2]     La Vanguardia (cuica, podríamos decir) o también denominada “Primera línea del rechazo” es una sección de choque que participa en distintas protestas de movimientos de extrema derecha en Chile. Ha estado involucrada en múltiples hechos de “violencia política callejera”. Su líder y creador, Sebastián Izquierdo, habría declarado que es necesario crear grupos que ejerzan la violencia en la política y en las manifestaciones. Con La-nueva-Vanguardia queremos intentar definir grupos de choque conformados por sujetos de “extracción popular” como el Team Patriota (liderado por el ex barra brava Pancho Malo) o sujetos como Mantequilla. Este último se encontraba en el mismo lugar desde donde dispararon la bala que mató a Francisca Sandoval. En sus redes puede verse junto a Ávaro Pezoa, candidato a Senador para la RM por el Partido Republicano.

[3]     https://interferencia.cl/articulos/la-silenciosa-estrategia-del-general-lopresti-jefe-de-la-dipolcar-para-socavar-al-gobierno

[4]     A muy groseros y grandes rasgos, para Santiago López Petit el Estado guerra se diferenciaría de otras concepciones del Estado (a lo largo de toda la historia y de toda la teoría política) por erigirse este ya no para instaurar la paz en medio de la guerra de “todos contra todos”; sino más bien, para hacer la guerra a un enemigo específico. SLP analiza esta formación del Estado posterior a los atentados a las torres gemelas en Estados Unidos, ocurridos el 11 de septiembre de 2001.

Por Nicolás González
Imagen: Serigrafía de Guillermo Núñez