“Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad” Antonio Gramsci

“Lo que está en juego en este contexto es, precisamente, el sentido de la democracia: a qué se llama democracia cuando bajo su nombre se induce una embestida reaccionaria, racista, clasista y misógina. Los procesos de neoliberalización parecen haber convertido a la democracia en algo meramente formal, en un acto de sufragio popular ejercido regularmente, pero sin ningún contenido sustantivo. Frente a esta desustancialización de la democracia, una respuesta podría ser renunciar al concepto mismo de democracia e imaginar otros horizontes conceptuales que reorienten de manera radical el imaginario que la define” J.G.

El libro Nicos Poulantzas. Una teoría materialista del Estado de Jacinta Gorriti se divide en dos partes. La primera, abre el pensamiento poulantziano y desarrolla sus principales ejes conceptuales en relación con las tesis althusserianas, foucaultianas y marxistas ortodoxas en relación al Estado. El acercamiento entre Poulantzas y Foucault, en relación a las rearticulaciones del capital durante la década del ’70 y su despliegue neoliberal-transnacional, destraba el pensamiento poulantziano para abrirlo más allá del pensamiento marxista ortodoxo. La segunda parte -llamada Poulantzas, fuera de sus límites y que se llena de marginalias, escritos veloces en los bordes de las hojas, destacados, resaltados y apuntes- va a abordar el problema del imperialismo en un marco de transición democrática al socialismo, cuestión esencial para Poulantzas en la época en que va a plantear dicha problemática. Sin embargo, cabría pensar más allá del momento en que esta cuestión se desarrolla, puesto que para Poulantzas el imperialismo debe entenderse como un proceso de expansión del capitalismo “inherente a este sistema, que involucra diversos procesos políticos, relaciones de clase, instituciones y dinámicas históricas: se trata ante todo de un imperativo estructural del sistema capitalista, antes que de una relación de exterioridad entre distintos estados”. Para Gorriti, Poulantzas configura un tipo de pensamiento que no se apoya en principios trascendentales de los cuales se derivaría todo lo demás, sino en una ontología de la inmanencia. Es decir, en una “ontología relacional e histórica en la que el orden y las conexiones contingentes de las cosas están en la base de un modo de pensar que trenza -o anuda, referencia en el libro al nudo borromeo lacaniano- de forma rigurosa sus conceptos”.

¿Cuál es el lugar del estado en la configuración de las relaciones de fuerzas? Es esta una pregunta que atraviesa todo el libro. Para Gorriti “interrogarse por el rol y la pertenencia del Estado nacional en la fase imperialista del capitalismo resulta crucial para situar el problema de la dependencia, tanto entre las metrópolis imperialistas como de las formaciones dominadas o periféricas, en la medida en que es el Estado el que condensa las contradicciones de clase del conjunto de la formación social, que no están desvinculadas de las contradicciones de clase mundiales”. El estatismo autoritario de Poulantzas es definido, en el marco del giro hacia una racionalidad técnico burocrática, en tanto que fenómeno que implica la desaparición de una forma de democracia política -la que se sostiene en una racionalidad nacional-popular basada en la figura del ciudadano y del pueblo-nación- y la introducción de la excepcionalidad en el funcionamiento normal del estado, “pero también la posibilidad de una vía democrática al socialismo democrático”. En el libro, la crítica poulantziana del Estado “reconstruye el funcionamiento característico del tipo de Estado capitalista. Pero sus modalidades singulares solo aparecen en el estudio de situaciones concretas -es decir, de estados históricamente existentes-”. En otras palabras, en sus formaciones sociales. Esto debido a que para Poulantzas un modo de producción es un “objeto abstracto-formal” que no existe en realidad: “Sólo existe de hecho una formación social históricamente determinada, es decir, un todo social en un momento de su existencia histórica”. No obstante, cada formación social singular presenta combinaciones específicas de diferentes modos de producción (capitalista, feudal, esclavista, etc.). En las formaciones sociales capitalistas, el modo de producción coincide en su grado cero con un modo de producción capitalista (o en palabras de Guattari, modos de producción capitalísticos, que ya no solo designa a las así llamadas sociedades capitalistas, sino también a sectores del “Tercer Mundo”, del capitalismo periférico o Sur Global). Siguiendo a Poulantzas, los modos de producción solamente existen en el entramado complejo de estructuras y de relaciones sociales que caracteriza a una formación social históricamente determinada. En palabras de Gorriti, la teoría poulantziana del Estado “nos aporta elementos para entender las contradicciones, las tensiones y las tendencias diferenciales que coexisten en los estados y que explican su configuración única en cada sociedad, sus mutaciones y sus límites históricos. […] Poulantzas nos demuestra que pensar el Estado no significa asumir la ‘ilusión estatista’ que encuentra en él la solución a todos los problemas de la sociedad, como si la sola intervención estatal pudiera resolver problemáticas históricas y estructurales que definen a las sociedades contemporáneas. Entre el centralismo democrático-republicano y el voluntarismo de las luchas ‘desde abajo’, la teoría poulantziana del Estado despeja el camino de una vía transformadora que combina el trabajo en el Estado con la organización autónoma de base”.

Con la crisis del marxismo ortodoxo como fondo, la cuestión por el resurgimiento de un pensamiento emancipatorio es clave en la lectura que hace Jacinta Gorriti, tanto de conceptos clásicos de la filosofía política -poder, clases sociales, forma partido, hegemonía, Estado, democracia, autonomía, etc-, como de aquellos elaborados por el pensamiento poulantziano –“factor de cohesión”, “autonomía relativa del Estado”, “principio relacional”, “condensación material de relaciones de fuerza”, “cadena imperialista”, “doble tendencia”, etc-. A la vez que conecta con la preocupación de Poulantzas en lo que respecta a la vía democrática al socialismo, que el teórico griego analizó detalladamente en su tiempo. En palabras de Gorriti “hacer política, disputar el terreno del Estado, como el lugar donde se condensan las relaciones de fuerza específicas de una determinada sociedad, constituye el núcleo de la propuesta teórica y política de Poulantzas”. Porque Poulantzas no define al Estado sólo como una condensación material de fuerzas. Gorriti aclara que se trataría de relaciones de fuerza entre clases: son las relaciones de clase las que estructuran y conforman el campo estratégico-relacional del Estado; y es esta primacía de las relaciones de clase frente a las demás relaciones de poder la que distancia a Poulantzas en sus apuestas teórico-políticas de la tradición marxista ortodoxa, apostando así por una especie de materialismo aleatorio, como diría Althusser en el bello retrato que hará de su amigo en 1986.

Atañen acaso, algunas preguntas que el libro abre. Y que, sin duda alguna, deben celebrarse: ¿qué significaría algo así como un estatismo no-autoritario? ¿Es posible esto último? ¿Es posible un afuera radical del Estado? Y si esto es efectivamente así, ¿qué lugar ocupa el Estado en relación a una política de emancipación? ¿Cómo se sitúa en relación a los diferentes procesos políticos transformadores? Para Poulantzas los estados desempeñan funciones elementales para la constitución y para la reproducción de la estructura expansionista del capitalismo -imperialismo-, donde lo mundial-global no viene desde fuera a modificar lo local. Sino más bien, se encarna en procesos y estructuras que interiorizan el mandato globalitario del capital en cada formación social. Sin embargo, esto no es sinónimo de homogeneización de esas formaciones, puesto que la integración de cada una de ellas en el circuito mundial de producción y acumulación, se produce a partir de sus coordenadas históricas singulares.

Ante esto último cabría hacerse algunas preguntas más locales, por ejemplo en relación al proceso constituyente que estamos atravesando: ¿qué papel cumpliría la (eventual) nueva constitución política de (un eventual otro) Estado, frente a la ya-constituida-geografía de movimientos, prácticas, territorios y resistencias que desde el 18 de octubre del 2019 vienen horadando las formas representacionales e institucionalizadas de la política? ¿Es posible la constitución de un entramado local, que en su relación al Estado y el proceso constitucional desarticulen la superestructura legal del funcionamiento globalitario de la economía? ¿Qué sería algo así como una constitución que desajuste los intereses de la clase capitalista transnacional? ¿Es posible esto? ¿Es posible una constitución antiimperialista? Para Gorriti es clave una defensa de la democracia expresada en políticas que insistan en el fortalecimiento del entramado político, económico y territorial, y que asuman así compromisos e implicaciones con las diversas luchas que se dan, ya no solo a un “nivel nacional” sino también internacional, esto es, global entre clases. ¿Cómo sería una constitución que articule a nivel internacional las diferentes luchas que se dan, por ejemplo, en el plano conosureño? Y es que si bien la función de acumulación del Estado es transnacional, su función de legitimación sigue siendo nacional. Entonces, ¿cómo sería algo así como una constitución que no sólo habilite la insistencia y persistencia de la geografía local de resistencias que se vienen ya constituyendo; sino que, a su vez, permita conectar con las luchas y resistencias a un nivel internacionalista?

No hay una llave de acceso al pensamiento de Poulantzas, pero Jacinta Gorriti nos entrega un buen puñado de ganzúas: “Para Poulantzas no puede haber una política exterior al Estado porque, en tanto se trate de una lucha política necesariamente va a estar inscrita en el terreno estratégico del Estado, por más que se despliegue a distancia de sus aparatos. Sin embargo, no toda política situada en el terreno del Estado es indefectiblemente burguesa: hacerle el juego o no a la burguesía va a depender de la estrategia que se adopte en cada coyuntura particular. Así, para Poulantzas son las luchas populares inscritas en el Estado, pero que lo desbordan constantemente, las que limitan su expansión en los demás dominios de la realidad social”. Primacía, entonces, de las luchas por sobre los aparatos allí donde el Estado aparece como un campo abierto atravesado por contradicciones, fuerzas y relaciones, instituciones, organizaciones y formas de coordinación y resistencia: un campo estratégico desbordado de luchas; una inscripción, en el seno de la materialidad del estado, de la lucha de clases -por qué no internacionalista-.

Por Nicolás González

Nicos Poulantzas. Una teoría materialista del Estado
Jacinta Gorriti
Doble Ciencia Editorial
$12.000
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