TORNADO IMAGINADO DESDE LEJOS
Vino desde el sur, desde el
oeste, diagonalmente;
cincuenta millas fue su curso,
una vez completado—y su cuerpo, cada
vez que tocó tierra, fue de entre una y
veinte millas de largo. «Todo lo que podíamos ver
fue un montón de gris y cosas así». «Era como
un tren, pero mucho más ruidoso». «Todo lo que vimos fue este
descolorido muro de agua, por decirlo de forma vaga».
Testigos informaron sobre nubes
embudo descendiendo once veces, como
narices de oso hormiguero buscando algo,
o un pálido pezón que brotaba hacia abajo
escudriñando qué devorar.
pero, por supuesto, solo era frío y calor,
humedad y sequedad, viento y una fuerza
contraria al viento. Una vida
terminó dentro de un hogar derrumbado,
acurrucada alrededor del hijito de su hijastro.
Algunas casas casi desaparecieron,
como si los átomos que las habían sostenido nunca hubieran existido,
y ahora muchas otras se mantienen parcialmente en pie,
embestidas o masticadas. Y cuántos árboles,
cuántos pelos de una cabeza arrancados,
cuántas plantas, que habían sido seres discretos,
ahora se convirtieron en montones de materia
Pino, roble, arce, haya,
cicuta, avellano de bruja, zapatito de dama,
jarra carnívora, trillium,
Monotropa fantasma. Jardines, senderos—
junto a una cascada, una banca, desaparecida
en una sola mordida, disuelta como un grano de sal, como si
miles de años hubiesen pasado en un solo minuto,
como si hubiésemos saltado del Pleistoceno
a Hiroshima. Pero es solo el clima.
Amigo mío, tratémonos con caricia.
Por Sharon Olds
Traducción de Lucas Chiappe
Fotografía de Enrique Metinides











