En todo arte existen tendencias formales que pueden responder a distintos factores: el contexto geográfico, el soporte técnico, la homogeneización del mercado o la temática en que dicha obra se inscribe. El cine no es una excepción, podemos reconocer tendencias formales compartidas dentro del cine taiwanés, del que se hace en 8mm, del que se estrena en las salas de centros comerciales, del cine de terror y también en el que aborda conflictos bélicos del pasado. El cine que se ha ocupado de las temáticas referentes a los Derechos Humanos, es decir, migración, pueblos originarios, infancia, disidencias sexuales y género, pero sobre todo el referido a conflictos históricos como la dictadura chilena, tiene también ciertos dispositivos y procedimientos formales que se reiteran.
Una tendencia que se repite hace décadas es la presencia de talking heads, es decir, gente sentada frente a la cámara encuadrada desde la cintura hacia arriba, relatando en general hechos del pasado. Muchas veces las películas son desfiles de entrevistados recordando, algo que se asemeja bastante a un reportaje televisivo. Otra tendencia más reciente es el uso de drones como un medio para embellecer paisajes o contextualizar territorios, si antes las películas necesitaban varias imágenes de distintas dimensiones para poder darnos un panorama del lugar en cuestión, hoy el vuelo de un drone hace todo eso en un minuto. El problema es que la imagen aplanada y robótica del drone parece un medio más afín para el soporte televisivo o el publicitario, en los que ahorrar tiempo es clave para no perder audiencias que puedan cambiar rápidamente el canal.
Es posible decir que toda película que busque comunicar una temática referente a los Derechos Humanos es política, lo que de partida no dice mucho. Lo es porque dicha película, al tratar estas temáticas, no podrá evitar posicionarse frente a ellas, desde que la cámara hace un encuadre hasta el montaje final, todo el proceso de hacer esa película implicará decisiones subjetivas frente al material que son políticas. Desde esta óptica, el uso de talking heads o drones o actores o material de archivo o cámaras con mejor o peor definición constituyen un posicionamiento frente a la película y su temática. Por lo tanto, cuando alguno de estos procedimientos se repite y hace tendencia, se estandariza y vuelve predecible. Adorno señalaba que las resistencias a la industria cultural no tardaban en ser cooptadas por ella, valiéndose de su homogeneización. Por eso hay tantos cineastas independientes preocupados de no repetirse, por eso en la televisión abierta se repiten constantemente las mismas películas. La industria cultural se vale de la repetición para estandarizar, y si los cineastas de todo el mundo volviesen al metraje de 8mm probablemente en algunos años Marvel haría una película en dicho formato, porque no existe algo así como un formato que intrínsecamente resista al mercado o la industria cultural, ni siquiera el cuerpo. Todo procedimiento formal es un discurso sujeto a interpretaciones lábiles.
El cine preocupado por los Derechos Humanos en Chile ocupa procedimientos que han sido progresivamente estandarizados. Ante esta constatación hay quienes siguen repitiendo su fórmula (Patricio Guzmán y Andrés Wood, ambos a su manera) y otros que constantemente buscan nuevas formas (Ignacio Agüero; Camila José Donoso; Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda, por nombrar algunos). Existe un tipo de película, el documental testimonial de segunda generación, tales como Venían a Buscarme (2017, Álvaro de la Barra), Guerrero (2017, Sebastián Moreno), El Color del Camaleón (2017, Andrés Lübbert), Reinalda del Carmen, mi mamá y yo (2007, Lorena Giachino) y El Pacto de Adriana (2017, Lissette Orozco), Allende, mi abuelo Allende (2015, Marcia Tambutti) que recientemente ha tenido diversas expresiones ¿Por qué el año 2017 hubo cuatro? Tiendo a pensar que se agotó la fórmula de apelar al relato monumental histórico colectivo (a la usanza de Patricio Guzmán), dando paso a la posibilidad de comenzar a generar memorias subjetivas, algo como una descomposición molecular del ejercicio de la memoria. Pero este ejercicio también corre el riesgo de estandarizarse, ya que estas películas también tienen procedimientos formales parecidos: un gran énfasis en la subjetividad testimonial, el uso de voz en off, entrevistas y archivo, además de ofrecer un recorrido personal de los lugares del pasado. No es que la voz en off, la entrevistas o el archivo sean un procedimiento en sí mismo, pero el modo en que se ejercen se comienza a estandarizar.
Es en este punto donde lo anterior cobra sentido. Si los procedimientos que se utilizan en el cine de Derechos Humanos funcionan, como en 2017, es buena hora de buscar nuevas fórmulas, no es necesario esperar a que las resistencias se vuelvan predecibles y por tanto cooptables, al contrario, hay que pensar a cada momento nuevas formas de hacer cine político. Uno que no solo utilice el cine como continente de un mensaje, sino que junto al cine, acoplándose, puedan conformar una idea, un testimonio, una posibilidad de crear nuevos caminos para pensar lo que el cine puede politizar. El cine menos como un medio de comunicación o divulgación y más como un arte, con todos las ventajas y detrimentos que eso conlleva.
Este texto nace de una idea, y de esa idea también nació un ciclo de cine. Este ciclo de cine se realiza en Villa Grimaldi, un lugar donde se torturó y desapareció a miles de personas durante la dictadura. Hoy, recuperado y convertido en parque y museo, alberga también manifestaciones culturales como esta. Creo que no hay mejor lugar para tensionar el ejercicio de la memoria que este. Este ciclo posee cuatro películas de países distintos, tres son del año pasado, una del 2017. Son Las Cruces (Chile, 2018, Teresa Arredondo y Carlos Vásquez); Mudar la Piel (España, 2018, Ana Schulz y Cristóbal Fernández); Did you wonder who fired the gun? (Estados Unidos, 2017, Travis Wilkerson) y El Silencio es un cuerpo que cae (Argentina, 2018, Agustina Comedi). Estas películas fueron elegidas por la forma que tienen de tratar temáticas de Derechos Humanos como la desaparición de personas en la dictadura (Las Cruces), el conflicto entre el gobierno español y ETA a partir del mediador de dicho conflicto, el padre de la directora (Mudar la Piel), el racismo estadounidense a partir de la historia familiar del director (Did you wonder who fired the gun?), y las disidencias sexuales y el silencio familiar durante y después de la dictadura argentina (El silencio es un cuerpo que cae).
Testimonios
Más allá de las temáticas, son los procedimientos que ocupan estas películas lo que me lleva a programarlas. Todas tienen una manera peculiar de entrelazar lo privado con lo colectivo, de hacer un ejercicio de memoria que no quede solo en lo comunicacional. El tema del archivo es trabajado de distintas formas, por ejemplo, tanto en Mudar la Piel, Did you wonder who fired the gun? y Las Cruces se leen cartas pasadas y recientes, además de testimonios. El ejercicio de escuchar a habitantes de Laja leyendo el testimonio de los carabineros que mataron a 19 trabajadores los días posteriores del golpe de estado mientras se nos muestra el paisaje, que parece imperturbable en su belleza, pero teñido para siempre con la historia (Las Cruces), escuchar y ver a tu padre leyendo frente a ti la carta de un viejo amigo, que resultó ser un espía infiltrado que lo traicionó (Mudar la Piel) y escuchar, mientras recorres los bellos paisajes de Alabama, las cartas de tu hermana racista que es tan discriminadora como lo fue tu bisabuelo que asesinó a un negro (Did you wonder who fired the gun?) hacen que una carta tenga una potencialidad expresiva enorme al ser leída, no simplemente puesta en escena.
Archivo
El archivo también se manipula, en El Silencio es un cuerpo que cae Agustina Comedi altera los videos analógicos grabados por su padre, los repite y modifica, resignificando su recuerdo. En Las Cruces, la cinta de 16mm comienza a rasparse, a comunicar un deterioro formal. En Did you wonder who fired the gun? se toma la clásica película Matar a un Ruiseñor (1962, Robert Mulligan), sobre un hombre blanco que hace todo por salvar a un negro del racismo, y se invierte cromáticamente, los blancos se vuelven negros y además la imagen se tiñe de rojo, Wilkerson con esto problematiza directamente la ficción que el hombre blanco ha hecho de sí mismo respecto al racismo, un discurso disonante con la realidad tal como lo muestra su historia familiar. El mismo proceso de inversión cromática lo hace Las Cruces con los archivos de la carpeta de investigación judicial del caso, el papel se vuelve negro y las letras blancas.
Texto
En Las Cruces el texto no está allí para ser leído, sino como una constatación, incluso es visible que los documentos están subrayados e intervenidos completamente, es como si la película mostrara trozos de su guion para rápidamente desaparecer. Distinto es el tratamiento que en El Silencio es un cuerpo que cae se hace del texto, este tiene distintos modos, puede ser la reafirmación gráfica de lo que acaba de ser dicho, una acotación poética o incluso un intertítulo, además se usa la tipografía de las cámaras de video analógicas con las que grababa su padre. En Did you wonder who fired the gun?, Travis Wilkerson emplea una especie de karaoke en fondo blanco con letras negras, la canción es Hell you Talmbout de la actriz Janelle Monáe (Moonlight), escrita con motivo de los asesinatos antojadizos de personas negras por parte de la policía estadounidense, allí Wilkerson cede la voz y pide por los asesinados otorgándoles tanto la imagen como el sonido a sus nombres.
Realidad
Mudar la Piel logra hacer algo formidable, no solo tensiona la supuesta realidad documental sino que la invierte, volviéndola ficción explícita. Ana Schulz y Cristóbal Fernández parecieran decirnos que la pregunta por el lugar de la realidad en la película está demás, no tiene lugar. Allí se muestra el proceso del quehacer documental, como si este se abriese para que le veamos las costuras, pero es ficción pura, una genial y cuidada puesta en escena que resignifica toda la película. Lo interesante es que todo esto parece ser la respuesta a una dificultad enorme durante el rodaje, pero cabe dudar también sobre la veracidad de esto.
Repetición
La repetición, a la usanza de la poesía, es usada en El Silencio es un cuerpo que cae cuando la imagen vuelve, retrocediendo como si estuviéramos en plena sala de montaje, a repetirnos caras y fragmentos que en dicha repetición develan gestos que una primera mirada soslaya de sentido. En cambio, la repetición en Las Cruces del relato de los carabineros que desaparecieron a los trabajadores de la CMPC -con la complicidad de la empresa- no es un artefacto pedagógico, es interpelador, no busca revelar ninguna verdad -esta es evidente, ya se encuentra desde un principio- sino que quiere ser un relato reverberado, que se mantenga, que logre completarse ante la ausencia de justicia. En Did you wonder who fired the gun? Wilkerson repite la canción mencionada unas cinco veces desde el principio al final, este procedimiento nunca se enuncia ni menos explica, basta llegar a su última aparición para entender por qué estuvo allí siempre, y por qué es tremendamente importante seguir repitiendo una y otra vez aquellos nombres.
Este ciclo pretende que volvamos a pensar, como sujetos, sobre la importancia de estar conscientes de cuáles son los discursos mediante los cuales hacemos política, solo así podremos cambiarlos en el futuro, cuando los discursos de hoy ya no sirvan. Una cultura de respeto y promoción por los Derechos Humanos debe hacerse preguntas e intentar incorporar nuevas audiencias y sujetos en su quehacer, solo así sobrevivirá al paso del tiempo.
El ciclo nuevas formas del documental político se realiza en el Parque por la Paz Villa Grimaldi a las 20:15 los siguientes días miércoles:
2 de octubre Las Cruces (2018, Teresa Arredondo y Carlos Vásquez, Chile) -estará presente su directora.-
16 de octubre Mudar la Piel (2018, Ana Schulz y Cristóbal Fernández, España)
23 de octubre Did you wonder who fired the gun? (2017, Travis Wilkerson, Estados Unidos)
30 de octubre El Silencio es un cuerpo que cae (2018, Agustina Comedi, Argentina)
La entrada es gratuita y habrá una conversación entre los espectadores al finalizar la función.
Más información en: https://www.eldesconcierto.cl/2019/09/25/nuevas-formas-del-documental-politico-el-ciclo-de-cine-gratuit-de-la-corporacion-parque-por-la-paz-villa-grimaldi/
Por Miguel Ángel Gutiérrez