“Al llevar comida a casa en invierno” Camino cuesta arriba a través de la nieve con dificultad la bolsa de papel café con la despensa equilibrada al borde de mi estómago, pesada, mis brazos se estiran y convierten en puro tendón para cargarla. ¿Necesitamos esta bolsa de
A comienzos de los años sesenta, en parte gracias a la gran migración de artistas e intelectuales europeos durante la guerra, Nueva York había desplazado a París como centro cultural. Los museos locales poseían las mayores colecciones de arte de vanguardia y en Broadway figuraban a diario presentaciones con elencos
Dijo Abuela sin remilgos: si mi vida dejara una huella en la tierra como los pasos regulares de un animal en el campo sería redonda Madre afirmó sin desdén: si mi paso por la Tierra fuera un dibujo como el que hace un niño al volver de sus vacaciones tendría
Hice muchas cosas a lo largo de mi vida y recurrí a diversos instrumentos: la pintura, las artes gráficas, la publicidad, la televisión, el cine, la fotografía, el video, la poesía. Incluso, hice teatro. Y podría agregar otras en la lista. Por ejemplo, en un momento dado de mi existencia
Habitó una vez este mundo una rana. Solía sentarse en el pantano a comer mosquitos, y cada primavera armaba un alboroto croando con todos sus amigos. Y allí se habría pasado el resto de su vida —siempre y cuando no se topara con una garza—, de no ser por algo
“Un ser extraordinario, algo paceña de corazón, alemana en cada hueso y, por contradictorio que parezca, aimara de alma”. Con estas palabras ha descrito a Blanca Wiethüchter el escritor Jorge Patiño, y parecen precisas al dar cuenta de la mixtura de talantes, o espíritus, que conviven en la escritura de
Un hombre riega el césped con la vista fija en el horizonte.* El agua cae sobre el pavimento. Se diría que el hombre riega fuera del tiesto. Mientras tanto reflexiona sobre su vida pasada, a ratos lo hace también sobre su vida futura, aunque cambia continuamente de dirección. Un profesor
Mandelstam era un magnífico conversador: no se escuchaba y se respondía a sí mismo, como hacen ahora casi todos. En la conversación se mostraba educado, ingenioso y hablaba de temas infinitamente diversos. Nunca le oí repetirse o echar mano de temas trillados. Osip Emilievich tenía una capacidad extraordinaria para aprender
Buenas noches. En primer lugar, quisiera agradecer a Paz López por invitarme a presentar su nuevo libro, Pánico y ternura, una colección delicada y singular de ensayos que vienen a nutrir un panorama nacional de no ficción que, por fortuna, parece germinar en tiempos en que el pensamiento escasea o
Diálogos en el sueño es una conversación en forma de libro, o un libro en forma de conversación. Aborda las enseñanzas del monje zen Muso Soseki, que vivió entre fines del siglo XIII y mediados del XIV y su discípulo, el señor feudal Ashikaga Tadayoshi. Esas pequeñas iluminaciones, que se










