ESPERANDO ESO

 

Mi gato salta al alféizar de la ventana 

y ahí se echa, quieto como una jarra. 

Me está esperando, pero yo no estoy 

viniendo, pues ya estoy con él en la sala.

 

Su hocico, una sombría V de paciencia, 

acaricia el sol a través del cristal.

Los túneles de sus orejas esperan

ser inundados por mis pasos de llegada.

 

Eso, el momento eléctrico, un dulce

ratón, aparecerá; en la oscura 

periferia de su mirada estaré volviendo

a casa, si él se sienta al borde de la ventana.

 

Eso está aquí”, digo, y lo llamo 

a mi regazo. Ni un solo pelo 

en el vacío de sus orejas se mueve. 

Su mirada permanece firme como cerámica.

 

Aquel solemne hocico dice: Eso 

es lo que está a punto de pasar, no 

lo que ya está acá.

 

 

SU SECRETO 

Desarmé a mi gato 

para ver qué lo hacía ronronear. 

Como el segundero de un reloj 

o como el ronquido 

 

de un hervidor, 

algo gorgoteaba y crepitaba dentro de él. 

¿Acaso era un 

motor?

 

¿Cables debajo de su pelaje, 

o un acelerador? 

Le desabotoné la garganta. 

Adentro nada se movía. 

 

Abrí su pecho 

como si fuera una puerta: 

no había traqueteo alguno allí. 

Le quité el cráneo:

 

ni silbidos ni murmullos.

Corté por la mitad su pequeña barriga 

pero no encontré ningún engranaje, 

ni el origen de tanta estática. 

 

Así que volví a colocarle su tapa, 

acomodé sus tripas y amarré su barriguita

Deslicé su corazón por debajo del chaleco,

y abotoné su garganta.

 

Su cola se elevó hasta convertirse en un alambre

que hacía señas al aire. 

Algún voltaje lo hizo vibrar 

más cálido que antes. 

 

Su cola y bigotes: 

tal vez captaron 

alguna señal, algún código 

emitido como un pitido, punto y raya 

 

hechos de lana.

¿Mi gato es una especie de diapasón?—

¿telégrafo?—¿amplificador?— 

¿ejecutando una misión secreta? 

 

Sus ojos, recónditos tubos: 

hay un mensaje en su mirada. 

Lo acaricio con cariño

pero no puedo encontrar el dial.

 

BOSQUE

Los pinos, agresivos como erguidas colas de gato,
balancean sus puntas cuando el viento sopla.

Un aliento alerta como un ronroneo se agita debajo;
avanzo tímido sobre aquellas colinas de pelo,

crispadas, atigradas, agitadas como si

exaltadas espaldas sintieran

Los suspiros de mis pasos. Miro al cielo,
resplandeciendo y luego cerrándose entre la lenta

vacilación de las ramas; me siento observado:
en lo alto hay ojos alargados que saben,

mientras sus rendijas de luz verde
se abren, se aprietan, se abren,

que estoy aquí. De repente me voy,
con la mirada inquieta, apresurado sobre

agujas de pelo que susurran como si no estuvieran muertas.
Se me erizan los pelos del cuello. El bosque felino sonríe

detrás de mí. ¿Está a punto de seguirme?

¿Cómo encontrar la salida entre estos bigotudos bostezos?

 

Por May Swenson 

Traducción de Lucas Chiappe 

De The Complete Poems To Solve (1993)

Fotografía: obra de Tadanori Yokoo