Dijo Abuela sin remilgos:
si mi vida dejara una huella en la tierra
como los pasos regulares de un animal en el campo
sería redonda

Madre afirmó sin desdén:
si mi paso por la Tierra fuera un dibujo
como el que hace un niño al volver de sus vacaciones
tendría la forma de un platillo volador

Un corro de niños 
con olor a bloqueador solar
no puede estar equivocado:
la vida tiene la forma de una naranja

Yo creo en el oráculo de mis sueños:
si fuera un avión a chorro
pincel mecánico en el lienzo del cielo
todos mis trazos serían redondos

 

 

Una ballena viva en el centro de la plaza
los hombres del pueblo haciendo muecas
bailes de alga marina en los roqueríos

Cetáceo amuleto o agujero en el orden
una ballena casi muerta en el centro de la plaza
es la promesa de un futuro esplendoroso 

Un vasto animal sagrado y jurásico
en el mero centro del universo conocido
es un milagro de otro planeta, seguro, no de este 

Una ballena
y los niños
hojas de álamo
arremolinadas

alrededor
del milagro
sin nombre

 

Un cerro que ha avanzado durante una temporada
una cuadra hacia el norte, puede volver la cabeza
para retroceder unos cinco o seis metros hacia el sur.
Federico Albert

 

Quisiera mover una piedra
con la pura fuerza de mi mente.

Me dijeron:
No es necesaria fuerza alguna
sino quietud
vastas porciones de tiempo
entre tú y la piedra

que tarde
o temprano
se moverá

 

Usted afirma que no tenemos dioses
pero yo le juro:
esa piedra
no es una piedra: esa piedra es mi madre

y el árbol aquel
ahí junto al lavatorio 

ese –sí– ¿lo ve?
sus ramas no son ramas
                      son brazos

 

su corteza: piel
las raíces: uñas 


el viento que sopla?
las hojas que suenan? 

su canto
antiguo 

como ustedes
y nosotros 

y trigo nieve y trumao 

 

Allá –me dijo–
todos somos poetas en potencia
y si todos somos poetas
nadie es poeta 

y no existe –por añadidura–
la poesía: existen las cosas 

no es necesario que nos comuniquemos
pues cada cosa da su testimonio 

todo –puede usted imaginar–
es un gran poema; un enorme 

fenomenal, medio ácido
aunque dulce también a la vez

poema escrito por todas las cosas:
semillas envases de plástico 

el hormigón armado de nuestros puentes
el cielo nacido tras la lluvia 

el púrpura intenso de los atardeceres
o el viento solar que barre las calles

 

El equinoccio enterrará tu enero
como tú alguna vez enterrarás a tus padres:
una palada de tierra y veinte de lucidez

allí donde tu cuesco se imagina a sí mismo
todo cuerpo y materia: todo poro: todo barro
un día un dedo apagará el interruptor

serás más terrestre que un gusano
más planeta que individuo
más lápida que placenta

El otoño hará gárgaras con tu memoria
aunque el verano traiga naves y cohetes
lozanía, cuerpos fuertes, bolsas llenas de adjetivos

tu vida puño y letra de un notario
los marcianos un delirio a mediodía
una antena de televisión satelital 

 

A todo lo extraño le llega su tiempo
y a todo lo raro su agosto

Un día esa navaja te abrirá el corazón
las armas cargan su destino
como las tortugas su hogar

Lo más deforme tendrá su geometría
bajo la estricta ley del plano cartesiano

Recuerda al cielo y al océano
estamos rodeados por angas y mangas
de cosas que desconocemos

Este sueño tendrá su despertador
el espasmo que te saque de la cama

Nunca olvides la bolsita
donde guardas las letras del alfabeto
para usarlas en caso de emergencia

 

 

Por Jonnathan Opazo

Fotografía de Joel Meyerowitz