«No busquen en Punta Peuco la verdad que falta en D.D. H.H.» le dijo Carlos Herrera Jiménez a la periodista Leslie Ayala en una entrevista publicada en La Tercera en 2017. A la sazón, Herrera llevaba veintinueve años en el penal acusado del asesinato del sindicalista Tucapel Jiménez y del carpintero Juan Alegría, homicidio en el que participó junto a Álvaro Corbalán y el suboficial del Ejército Armando Cabrera Aguilar. En otro testimonio, recogido por la web de Memoria viva, Herrera confiesa: «Me arrepiento de haber pertenecido a la CNI, por la indiferencia de mis compañeros de armas en servicio activo y en retiro, puesto que ni siquiera me visitan en esta cárcel». Habría que sobreponer ese dizque arrepentimiento y deslealtad institucional hacia Herrera con la imagen de Pinochet parándose de la silla de ruedas luego de volver de los juicios en Londres, el destino de los funcionarios de la muerte y el de sus autores intelectuales; la justicia en la medida de lo posible, para usar ese dictum que marcaría la lógica de los acontecimientos en la posdictadura chilena.
Dónde buscar la verdad: esa podría ser una de las muchas preguntas que suscita la lectura de Autor material de Matías Celedón. Pese a que la disposición de los materiales de este libro-objeto pudiese reclamar para sí a una lectura lineal que va desde «Identidad operativa» hasta el índice, pasando por «Frases grabadas», «Retrato hablado» y «Caso T. J. A.», más provechoso es pensarnos como lectores de un expediente detectivesco, una carpeta de antecedentes, los restos de un largo juicio, los apuntes de un investigador a punto de perder la cabeza en la búsqueda de un código secreto, el diagrama incompleto de funcionarios de la muerte y sus operaciones entre 1973 y 1989; y así.
Lo dice Cynthia Rimsky en la contratapa: Autor material es una instalación de palabras y voces. A propósito de esto mismo, mejor centrarnos, para evitar cualquier tentativa de exhaustividad reseñística, en las relaciones posibles entre «Frases grabadas» y el ensayo que Celedón ofrece como una especie de justificación teórico-vivencial o texto curatorial (Retrato hablado) para transitar esta instalación donde literatura y archivo, pero también literatura y arte sonoro, rozan parcialmente sus fronteras siempre porosas volviéndose, si se permite el préstamo, algo así como escritura expandida.
Primero, una posible cronología: en 2013, cuando se cumplían cuarenta años del Golpe, Celedón supo de la suerte —y la voz— de Herrera Jiménez a través de un reportaje publicado en The Clinic por el periodista Pablo Basadre. Entre otros datos, Basadre consignaba un dato curioso: desde su reclusión en el penal Punta Peuco, Herrera Jiménez dedicaría parte de sus días a grabar audiolibros que terminarían archivados en la Biblioteca Central para Ciegos de la comuna de Providencia. En total, el corpus de lecturas de Carlos Herrera consta de ocho títulos que constituyen un total de ochenta y dos horas de su voz y el eco de su celda quedando inscritos en las cintas magnéticas de sesenta minutos de duración. Los títulos, entre otros: La divina comedia, Sueño de una noche de verano, Cien años de soledad, Doña Bárbara, entre los más conocidos; entre los no tantos: Ha llegado el Águila de Jack Higgins, El manipulador de Frederick Forsyth, Cómo superar el dolor de Marino Purroy Remón, Teoría de la Constitución de Francisco Cumplido y Humberto Nogueira.
La pregunta que Celedón hace ante las cintas está en ese cruce de caminos donde el historiador, el detective, el científico y el paranoide pueden encontrarse cara a cara: qué hacer con estos indicios, hacia dónde podrían llevarme estas huellas, qué clase de edificio podría construirse con estos escombros. «Pensaba que podía haber algún mensaje cifrado, alguna comunicación entre líneas. En su voz, las frases de determinadas historias, los diálogos e inflexiones de ciertas escenas cobraban un sentido distinto». Es la intuición de Borges en el Pierre Menard llevada hacia un lugar nuevo e imprevisible: ¿cómo suena ante nuestros oídos un fragmento del Infierno de Dante en la voz de un asesino? ¿Qué ocurre con la voz de Herrera cuando llega al círculo de los traidores?
“Frases grabadas”, como apuntamos más arriba, es un entramado de transcripciones que, montadas de cierta forma y tituladas como pequeños relatos o ruinas de un relato mayor, indagan en el horror, la violencia y la culpa. En nuestra calidad de lectores, poco importa de dónde provengan las lecturas de Herrera: nuestro acuerdo, en este caso, es con Celedón y su método. En los bordes del testimonio judicial y su verdad jurídica, tenemos acá otra forma de acceder a la vida de uno de los muchos burócratas del terror que hicieron posible la masacre de la dictadura pinochetista. Aunque suene a juicio pedante o frase hecha, en Autor material lo no-dicho es también una presencia espectral amenazante. Sabemos que el archivo existe. La materialización magnética de la voz de Herrera permanece guardada y clasificada públicamente. En este sentido, lo interesante del trabajo con el archivo sonoro [*] es que nos invita a salir por un rato de cierto régimen sensible donde lo visual predomina por sobre los otros sentidos. Habría que pensar entonces en el estruendo de los cohetes cayendo sobre La Moneda y no en la imagen del bombardeo; en la voz de Allende en Radio Magallanes y ese último discurso: un hombre solo hablándole al futuro; la voz patética y nasal de Pinochet y no en su semblante de militar bananero con lentes oscuros posando frente a una cámara.
“Si pones el oído sobre la tierra desnuda escucharás claramente el nombre de los asesinos” escribía Ennio Moltedo en uno de los textos de La noche. De alguna forma, Autor material parece expandir esa conminación, además de señalar una forma posible de hacer memoria allí donde las nuevas derechas quieren borrarlo todo.
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[*] Al inicio de “Frases grabadas” hay un código QR que nos lleva a una web donde podemos escuchar un archivo de 36 minutos con las frases que Celedón tomó de las cintas de Herrera Jiménez. Las variaciones de volumen, el ruido de fondo, los ecos y otros aspectos del archivo, sumado al encadenamiento del material en un collage o correlato expandido del texto escrito, merecen una lectura aparte.