Hay un comentario que le hace el escritor Luis Felipe Fabre a Mónica Maristain en su biografía sobre Bolaño que me gustaría citar: «Creo que lo suyo no son los libros. También pasa que la crítica literaria no es tan moderna y avanzada como la crítica de artes plásticas, estamos mucho más atrasados y no se lee el contexto de la obra escrita». Fabre está hablando de Mario Santiago Papasquiaro, pero podríamos ocupar lo que dice —mutatis mutandis— a la obra de Rodrigo Lira. «Seguimos atados al texto como forma única y la realidad es que Mario Santiago [o Lira] era sus escritos, pero también era él como performance».

DoQ.mentos del anteayer recoge materiales inéditos que Lira nunca llegó a publicar. Sin embargo —siguiendo la idea de Fabre— lo interesante acá no son tanto los textos como la inserción de diversos materiales gráficos en los que Lira ensayaba un diálogo lateral con el lado más visual de la poesía chilena de los ochenta.

Por ejemplo, el texto que abre el libro —«La era de Piscis»— parte con la siguiente aclaración de Marcelo Gatica, investigador a cargo de la organización del corpus: «Documento de ocho páginas manuscritas en hojas blancas, de un cuaderno de dibujo de educación básica de la época». Aunque no tengamos a mano el cuaderno de marras, la transcripción del mismo y el modo en que Lira juega con el espacio en la hoja, el uso de tipografías en altas, negritas y caracteres japoneses nos permiten hacernos una idea del objeto. Un soporte —el cuaderno infantil— en el que Lira escribe un poema que emula en clave satírica el discurso New Age, pero también un modo particular de jugar con el espacio de la hoja, que en este caso parece una especie de Mallarmé en Prozac.

Esta claves visuales no son gratuitas: Lira fue contemporáneo de Juan Luis Martínez y Cecilia Vicuña, por nombrar a dos autores en cuyo trabajo la escritura poética dialoga con otra clase de lenguajes —el collage, el objeto encontrado, etcétera—. El dibujo que Gatica incluye al cierre del poema —una pareja mirándose a los ojos— parece tener ciertos ecos a las pinturas que Cecilia Vicuña incluyó en Sabor a mí o a una reproducción a mano alzada de Guayasamín.

En el poema «Buelos Barios», Gatica apunta que «este material puede ser leído como el proceso de búsqueda del estilo de Lira, antes de su reproducción más reconocida en el verso largo». Podríamos parafrasear la premisa con que H. G. Clouzot abre su película sobre Picasso: no podemos ir a la cabeza de Rimbaud para saber cómo escribió sus Temporada, pero sí podemos ver el work in progress de Lira.

En la página 33 se incluye un poema breve escrito a mano. Los tres primeros versos dicen, en mayúsculas y manuscritas, «Echaremos el cielo abajo a patadas» y remata en dos versos con una caligrafía más pequeña y manuscrita: «y le cortaremos al infierno los insumos de petróleo». La grafía y la disposición de las mismas parecen un guiño más o menos obvio a la de Parra en sus artefactos, cuyo trabajo con el lenguaje popular —«el lenguaje de la tribu»— funciona como una duchampiana manera de fijar las expresiones encontradas en la conversación cotidiana. Lira, por supuesto, hace lo suyo en estos buelos barios:

Sí, señora, achuntó:
por la culata,
sino por dónde.

A otro perro con ese huevo
a otra gallina con ese hueso

En «El Purgatorio Publicitario» la referencia es todavía más explícita. En los detalles de la obra, Gatica señala lo siguiente: «”El Purgatorio Publicitario” es un documento fichado en marzo de año 1981. Consta de un collage y algunos textos mecanografiados con tinta roja. Este proyecto se inspira en el formato de revista de pago por suscripción». No sabemos por qué Lira descartó la puesta en circulación de esta obra, que hoy sería un manjar para bibliófilos y especuladores. La reproducción del sumario del mismo nos avisa que el folio trae, entre otras cosas, una carta abierta a Raúl Zurita, una reseña a un libro inédito de Neruda y paráfrasis varias a poemas de Bertoni, Lihn, Rojas, Rubio y otros apellidos que nos recuerdan a la Escena de Avanzada o al Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile.

Al mirar estos archivos no dejo de pensar en Los cuadernos de Armando. Prosa y Poesía de Armando Rubio, publicado en 2013 por Camino del Ciego Ediciones. Lira y Rubio pasaron por los ochenta como estrellas fugaces que iluminaron brevemente el cielo gris de la dictadura. Sin embargo, lo que en Rubio es pura melancolía, en Lira es sabotaje permanente. Tener a mano esta porción del archivo Lira nos permite volver a mirar el trabajo de un alumno aventajado, gritón y triste de la poesía chilena de los ochenta. Y nos permite también volver a una cuestión que parece quedar en el olvido de forma permanente: que desde Mallarmé hasta acá, un libro es también una pregunta. Una pregunta por los materiales, las tipografías, las hojas, los formatos. Una apelación a la experiencia de lectura que no pasa exclusivamente por los contenidos. Lira lo tuvo claro y más allá de los avatares de su biografía, podemos intentar una recepción que apunte hacia allá.

 

Por Jonnathan Opazo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DoQ.mentos del anteayer
Rodrigo Lira
Alquimia Ediciones
2021
115 pp.
9.900 pesos chilenos en https://alquimiaeditorial.cl/producto/doq-mentos-del-anteayer/

 

 

 

 

La foto de portada la sacamos del sitio web de Nodal, si alguien sabe quién la hizo nos cuenta así mencionamos su autoría.