I
LONQUÉN
Cristo no está en la mesa si solo se sirven plegarias
piensa Carmen
La falta de pan
de leche
de Carne para todo obrero
para tu hermano
tus Hijos
tu esposo
Parece peor el insulto al encontrarlos como un cerdo
boca abajo
Colgados desde el cielo
que se les intentó arrebatar
condimentados con hierbas dentro de sus bocas
amarrados de las extremidades con alambres de púas
Encontrados en los hornos
No hay peor insulto
Que romper a quien se Quiebra
Por un poco de Carne
No hay peor ironía
que colgar de los pies
a un hijo de cristo
desde un cielo
sin coronas
No hay espacio para otro lamento en tu cruz
que seguir retocando sus retratos por cuarenta años
para juntarlos en la mesa a cenar.
II
SUECIA
Una cordillera y un charco dan atisbos de tu despedida
y un despertar.
Trompetas anuncian la buenaventura de un cielo despejado
y de glorias santificadas en nuevos retazos de su himno.
Sin contemplaciones
corean los ángeles escondidos en las sombras
avenidas se rehacen tras tu andar
alamedas ahora sin nombres levantan nuevos árboles de una estación imaginaria.
El sol amaneciendo una tarde de primavera
cambió el sentido de tus días y de tus hermanos.
Como si la tierra entera gritara venganza a los hijos perdidos.
Como si el azul prometido por los hombres se volviera amarillo
y una estrella de cinco puntas
solitaria y cegada
ya no sabe de promesas, ni de deseos.
Expulsados así
hombres y mujeres por la providencia de otro reino
Su nueva costa
enseña a apaciguar el desastre y la desventura de los desalmados
(pero estos, bien saben)
que nadie escapa
de los ángeles
que adornan cuerpos con tiza sobre el desierto.
III
Pensaron que esto era una casa
un hogar como le llaman
Nos hicieron creer que estábamos mejor que antes
nos llamaban temprano para el desayuno
nos golpeaban en la cabeza para estar más despiertos
Pero en una casa las tazas son de todos
los cuchillos solo se untan en mantequilla
los vidrios se empañan
los golpes los administran los padres
quien te viola es el tío y no tu hermano
y las puertas te permiten salir.
Esta no es una casa pensaba
cuando los gendarmes escaparon al escuchar nuestros gritos
cuando los vidrios se empañaron y luego se quebraron
cuando las personas afuera corrían y no prestaron ayuda
cuando las vecinas gritaban
insultos a mis hermanos.
Esta no es una casa gritaba
cuando el llanto no se guarda en la garganta
sino que se convierte en mordiscos
cuando mi hermano rompió sus labios
y prefirió cortarse la lengua con el frío que trae una mentira
¡Esto no es una casa!
Porque dios no está en la mesa si tan solo se sirve una oración
¡Grita, corta, empuja!
Y ahora te hablo del portón
cuando las llamas alcanzaron a Miguel y a Branco
¡Esto no es una casa!
Porque en las casas las puertas están abiertas
ya que siempre se puede volver.
Esto no es una casa, repito
porque en las casas las cachetadas las da la madre
luego de rezarle a la virgen
mientras el padre vocifera risas mirando la tele
Mi hermano es mi casa
el rostro de mi hermano calienta la cocina ya entrada la noche
Los ojos de mi hermano empañan los vidrios
y en estos escribo
su nombre y el mío
¡Juntos!
¡De acá nos sacan juntos!
Aunque sea en una bolsa de plástico, hermano
Porque juntos levantamos una casa en donde antes había paredes y ventanas
hicimos una cocina donde antes guardaban colchonetas
levantamos una habitación donde a Jorge le rompieron el culo
hicimos un patio donde los gendarmes mearon nuestras zapatillas
Mi hermano me dio sus ojos al levantar las vigas y recoger nuestra pelota
la lengua entumecida de mi hermano
fue capaz de apagar el infierno durante un segundo
al susurrarme
que no tenga miedo
Te bastó un segundo, hermano
Para asfixiar el miedo mientras nos rodea el fuego
Para construirme una casa en tu pecho
y convertirla
ahora si
en un hogar
como ellos le llaman
a este país de guachos.
Porque en ese momento yo estaba por ahí y escuchaba
Cuando los niños gritaban mamita mamita sálvanos
Mamita que me estoy quemando mamita mamita.
Sabe usted lo que yo sentía en ese momento
Un dolor tan grande de que los niños estaban pidiendo ayuda
Le estaban suplicando
Le suplicaban a Dios que los ayudara.
V
La casualidad no existe, eso dijiste
mucho peor si se confunde con la suerte.
El que corta la madera es uno
el que abandona un hijo es él mismo.
La casualidad no existe y recuerdas un mal juego de ajedrez
un juego que entrega lecciones:
que nunca se es tan bueno como uno cree.
Quizás, una variable de lo casual
es propiamente la causa
o de otra forma no se explica
cuando quien desea su muerte
no ejecuta la misma.
Quizás, usar el mismo chaleco gris
la obsesión de observar tu reloj
el lustrar tus zapatos, aunque no salgas de tu casa
el pañuelo en el bolsillo anterior del pantalón para alguna dama
pueda ser el llamamiento a evitar una eventualidad
que algunos llamaran casualidad.
La casualidad no existe dijiste en tu cumpleaños
mientras dabas cuenta que llamaste a dos de tus hijos con el mismo nombre
cuando analizabas el patrón repetitivo de las muertes de tus hermanos
la diferencia exacta del vuelto que anunciaste antes de ir a comprar el té
La casualidad no existe lo dice quien recupera un hijo en el norte
quien recibe besos de su hija todos los días
quien mendiga leche y recibe queso fuera de la iglesia
quien recibe flores en el funeral de su hermano cuando solo buscabas un vaso.
La casualidad no existe
lo dice quien vivió siempre en casa esquina
quien perdió a su hija por levantarse a buscar una taza más pequeña
quien vuelve a Chile cuando nace su nieto
quien vio morir a su esposa en una cama prestada.
quien ve a su hermano morir camino a una revisión con un médico.
La casualidad existe, querido
porque te levantaste dos horas tarde para buscar el diario
porque tenías antojos de cebolla en escabeche antes de medio día
porque saliste en pijama y no volviste a cambiar tus ropas
cuando los milicos se tomaron el pasaje y tu casa
mientras tu esposa y tu hija las obligan a saludar el piso
Porque mientras el tumulto miraba tu casa, tus ventanas, tus paredes
nadie te miró
ninguno alzó la cabeza para ver tu rostro
ninguno hizo más que mirar tu bolsa de cebolla en la mano izquierda
y el pucho en la derecha.
Porque ese día las viejas sapas de las Mardones estaban en la playa
Judas también se considera santo pensabas mientras arremetían los minutos.
Los alaridos de tu familia no despiertan sospechas de tu paradero
ni tu rostro que grita venganza
tus ojos que veían el horror que era posible
el espanto de un país que escondió el sol con puntas de una estrella
que al buscarla solo encontraste helicópteros.
Mi familia se escribe con D
de Díaz
de desastre
Mi familia saca la suerte y la pierde
La estrella de la bandera nos escupe
Tu relato y el de mi país declara:
La casualidad te tiene vivo
La casualidad nos tiene vivo a todos después de ti
por más que no quieras
ni la vida
ni aceptarlo.
VI
Hablamos de naves, de barcos, y volvemos a hablar de naves construidas y constituidas
por hombres, pero al mismo tiempo hablamos de niebla, hablamos de muertos, de desaparecidos,
de gritos y alarmas provenientes de formas, de sombras, y nuevamente de niebla y barcos que se acercan a la orilla.
Hablamos de no mirar, de no detener la mirada, así como un fotograma perdido o no correspondido de la misma película.
Hablamos de estruendo y de cuerpos paralizados. Hablamos de consecuencias ya sabidas, mencionadas, decretadas, aprendidas.
Mi viejo me habló del Caleuche una vez, y me habló de la dictadura.
Mi viejo me habló del terror que es posible, y me enseñó las instrucciones para que no lo llevara una nave en la costa.
Me enseñó a qué huele el espanto cuando su madre escondía los papeles del registro civil, y también me habló de un barco.
Mi viejo habla con detalles de cómo evitó que se lo llevaran en una nave, en un barco,
de los detalles de la espesura de la niebla, del frío y de la confusión antes del llanto apaciguado por las instrucciones de su madre,
pero no se atreve a hablar de cómo desapareció ese día Checho.
No me habla de cómo se enteró, ni mucho menos que sintió en ese momento, cuando una nave,
un barco comandado por hombres que se llevan hombres, mujeres y niños se llevaron a un hermano a otro puerto.
Suecia parece distante. Su hermano también.
Por Matías Gallardo
Fotografía de Arthur Tress – Boy listening to Musician, 1971.