Eres la primera que se enciende cuando lo demás se apaga
Máquina impresora que caminas sin demora
Sobre el follaje blanco que a tus pies acomoda
El operario de la posta y sus dedos de arrastre
Eres testigo del cruel ejercicio de la vida
Imprimiendo lo enfermo que estamos
Imprimiendo lo efímero que somos
Imprimiendo la asfixia de lo pasado
¡A ti te rezo madre de las tipografías!
¡Por ti repto a escondidas entre las rutinas de los sueños rotos!
Robo tu cantar con una hermana grabadora
Y en tus hermanos bolsillos deposito el crimen de poder llevarte conmigo a todas horas ¡Otorga levedad a mis actos financieros!
¡Dame consuelo en la selva profunda que somos al dejar de operar y operarnos! ¡Dime que no somos tierra baldía!
Abridme paso a tu regazo madre máquina que no defraudas
Quiero de tu arrullo cicatrizante
Mantra alucinante que no intenta emular a las aves
Pues son estas bestias parlantes cuyo canto cesa con la lluvia
Tu danza es perpetua
Tu voz prevalece sobre las angustias
Se eleva sin importar cuántos heridos de bala penetran tus dominios ¡Qué mejor virgen que la reproducida en serie!
¡Cómo no ver el rostro de la diosa en tus escrituras!
¡Que buena es la virgen desnuda con sus pies tocando el agua!
¡Cómo no vernos reflejados en tus sudarios que constatan nuestras lesiones! A ti te canto
Portadora de un canto de veras accesible a cualquiera
Tiznado con el tránsito violento de las series numéricas
Es tu epifanía las pulsaciones de dedos entrenados bailando sobre el teclado
Dedos de un operario de la posta
Dedos de otras operarias de otras postas
Fieles acólitos de tus partituras
Vine a pedirte por ellos
Quiero verlos en su descanso
Te pido sus hojas de vida a cambio de las mías
¡Quiero el don de tus lenguas a costa de mis orillas!
¡Máquina que no fallas nunca!
¡Iníciame en el secreto de sentirse inanimado!
Por Alexis Silvestre