I
La más antigua
creencia humana:
toda existencia
se basa
en ciclos repetitivos.
Por milenios,
el hombre creyó
en la domesticación del fuego
como si fuese un invento
o creación suya.
Cuando pierde el control
el hombre recuerda
lo pequeño que es.
El sol sale por el este
y se pone en el oeste,
al día siguiente, vuelve.
II
Paradoja:
este territorio
hoy llamado (va’l)paraíso
fue nombrado
por antiguos hombres
“tierra arrasada por el fuego”.
La destrucción
viene de la mano
con su hermana:
la creación.
Polvo al polvo
cenizas a las cenizas
al igual que el sol,
vuelven.
III
La catástrofe
no es más que otra faz
que toma la historia.
El olvido suele ser remedio
para superar el desamparo,
pero arma de doble filo es.
Abrazar la existencia toda
—a cada momento—
es el gesto del que asimila
este constante devenir.
El eterno retorno
es la repetición infinita
de los acontecimientos,
un bucle en la creación.
No hay crecimiento
ni progreso
sólo repetición.
No se trata
de que si “es así”
entonces “así debe ser”
sino de que es así
“porque así lo quise yo”.
Romper el círculo de hierro
de las existencias se realiza
sólo con voluntad.
El eterno retorno
es el deseo de vivir todo una vez
y una eternidad de veces más.
Los actores,
sus vestidos,
el escenario
y todo lo vivido,
vuelven.
Pablo Molina Guerrero (Concón, 1989). Cineasta. Programador de cine. Ha colaborado con crónicas, columnas y reseñas en diferentes medios digitales. Becario del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio 2019 en la categoría poesía.
La fotografía es de Roberto Mathews