Romanticismo: ese mal
aquel lugar del desierto
donde el Principito
fue mordido por una serpiente
es hoy un oasis
donde brotó una única rosa
idéntica a la que hechizó
los ojos del muchacho
guiadas por el silbido gentil
de las madres que acunan a sus hijos insomnes
con la historia de un joven en fuga estelar en una bandada de pájaros
enfermo de pasión por no soportar vivir cerca de la rosa que lo despreciaba
a veces, en la noche cerrada, las víboras
se pasean con el vientre en la arena
y con sus lenguas turgentes de veneno
riegan la raíz y el tallo de la rosa.
cierto es que sólo el elefante dentro de la boa sabe
todo el dolor y desesperación que esas páginas encierran:
planetas habitados por hombres viles,
aviones estrellados, zorros lacanianos, seducciones de la forma: la rosa, la rosa, la rosa
y un corazón delirante, cargado de vértigo por el rubor, exuberancia
y los labios de una única y singular flor.
Recado
Necesito que veas
Entre las cosas olvidadas
La loza sucia del lavaplatos
El moho posándose cruel en la dulzura de las frutas
Mira, por favor, si no dejé
En aquel rincón de la pieza
Por donde entran los insectos
Sobre el óxido del cerrojo de la ventana de la cocina
Esa que siempre te despierta
Cuando yo insisto en abrirla
Tan pronto como el sol se asienta en el cielo
Busca la caja de arena de los gatos
Entre los pelos de los animales donde corretean las pulgas que no maté
En el desgaste de la bicicleta tirada en el jardín
Tal vez en el asiento de atrás del auto que se estropea estropea y tú arreglas
Mira también debajo de las reposeras
En el agua amarga del jarro de las flores que te olvidas de cambiar
En la ansiedad que antecede a la rabia, cuando la muchacha del telemarketing
No contesta, no contesta, no contesta
Tu llamado
Entre los libros del estante, tantos no leídos
En eterno estado de espera y culpa burguesa
En las mil declaraciones de amor que te llegan en inbox
Vigila si por ahí, en el olor del café
En el pan cortado, en las migas sobre la mesa
En el silencio entre las notas de tu música favorita
Mira si no dejé en esos rincones
Los siete pedazos de mi corazón.
~
Las calles, sus espasmos de luz en medios de las sombras
Tatuajes sutiles de conversaciones y risas
Dos realidades dispersas
No sé si fue a ti a quien confesé
Mi compasión por Caín
Su humanidad delante del fracaso de agradar a Dios
Y el peso de las últimas consecuencias
Viniste a negociar con el destino
“Esperaba más. No logro sentir lo suficiente.
Hazme sentir lo suficiente hasta dormirme y soñar”.
Estoy dentro del barco que se desliza en medio de aguas confusas
Caín amó sin precedentes
Su ceguera no le daba acceso a la lucidez
Solamente tenía ojos para Dios
Todo oídos y pies corriendo junto a su amado
Lo que no podemos tocar está preñado de un símbolo
La poesía oscilando entre el sueño y la vigilia
Por no saber nada, repasar lo vivido como un ciego palpando el aire
Loco por convertir el perfume en substancia
Cosa tangible al tacto y al paladar
El árbol frondoso de Baudelaire
Con sus raíces y sus ramas violentas perforando el suelo y rasgando el aire
En cuanto nos ve pasar.
sutra
llueve torrencialmente
ni por eso los hombres se odian menos
los corazones laten como misiles
la lluvia no lava el alma
ni la parte de carne que la recubre
otro barco se hundió
¿qué dicen las noticias?
el mar quiso tragarse
a los desgraciados del mundo
llevarlos hacia el fondo del abismo
donde finalmente todos dormirán en tumbas-capullos
mecidos por el movimiento lloroso de las olas
no sé con certeza a quién compadecer
las palabras se forman en el estómago
y son vomitadas en las alcantarillas
al infiltrarse en el cuerpo
disparan bombas de reacción
estallan violentos discursos de paz
es natural que todos mueran
es esencial que todos se maten
¿de qué está hecha la cadena que aprieta el cuello?
control, opresión, vigilancia
alimentados diariamente
con parafernalias de consumo
babeamos, gritamos, sedientos de deseos
a menos que la lluvia nos invada de silencio
será imposible solamente morir
nomorro*
la paz es triste
atónita sordera
después del estruendo seco
pasos cortos y torcidos
la madre recoge del tendedero
la ropa que el muchacho
no a vestir más
si no estuviera a aquella hora
limpiando la fiesta sucia en la casa que no es suya
lejos de su vida real y de su muchacho adorado
habría gritado: ¡ ven a casa, hijo!
¡ hay policías en el morro!
el cielo azul de abril
guarda desde siempre
este fatídico y frecuente encuentro
entre la cabeza del muchacho
y el proyectil fatal del asesino uniformado.
*nomorro es la unión de “no morro” que significa “en el morro”. Los morros, que pueden traducirse como colinas o cerros, son espacios donde son emplazadas las favelas en Brasil, por ello, se mantuvo el término original.
Por Assionara Souza
Traducción de Javiera Hernández
Fotografía de Bruce Davidson