Como era de esperarse, una vez más, los medios de comunicación han comenzado a satanizar el sentido común de la inmensa mayoría afectada por el alza en los pasajes del Metro de Santiago. La evasión ha sucedido siempre, y resulta muy difícil creer que esta se vea impedida en su totalidad en algún momento. Si el razonamiento resulta coherente hasta aquí, la diferencia para los medios en este caso estaría en el supuesto caos acontecido cuando las acciones comienzan a volverse peligrosamente multitudinarias. Un caos que, no obstante, no hace más que develar la respuesta a un abuso constante por parte de una clase dominante que goza de una realidad paralela, en la cual el transporte público sólo aparece en las películas o en las cifras multimillonarias de sus negociados. La evasión ha sucedido siempre, sin embargo, la prensa al servicio de los intereses privados realza la figura de la ministra Hutt y el presidente Sebastián Piñera como ejemplos de honestidad y consecuencia, criminalizando a los y las trabajadoras y estudiantes que deciden tomar acción frente a la opresión de un aparato estatal que en ningún caso nos beneficia (sino todo lo contrario).
Como parte de la escases de material presente en los matinales y los noticiarios, emprender un cuestionamiento moral contra el humorista Jorge Alís y su propuesta audiovisual que ejemplifica las maneras de evadir el metro se convirtió en el tema de la semana. Aquí va un dato curioso. El año 1984, el cineasta francés Luc Moullet estrenó su cortometraje Barres, una pieza cinematográfica que en 14 minutos propone una lista no menor de alternativas para evadir el metro de París. La evasión ha sucedido siempre, y las prácticas represivas también. A diferencia de los dos instructivos audiovisuales comentados hasta el momento, la filmación de la represión producto de estas acciones toma un camino paralelo asumido por la multitud que evade y comparte el comportamiento salvaje de fuerzas especiales estrangulando y golpeando como si se tratara de un deporte.
Tanto para Alís como para Moullet, el humor en la representación de la evasión juega un rol fundamental, ya que pretende quitar el halo criminal propuesto por los medios de comunicación. No obstante, su decisión por no abordar la violencia mediante recursos de corte y transiciones oculta una realidad que todxs conocemos. Estas acciones colectivas en espacios cerrados se presentan como un escenario idóneo para que las fuerzas represivas accionen sin necesidad de rendir cuentas a nadie. O así lo creerán al menos, pero como lo han demostrado los videos difundidos a lo largo de la semana por redes sociales y medios de comunicación alternativos, quienes evaden parecieran llenar el vacío presente en ambos videos/cortometrajes, filmando en primera persona la acción y la reacción en un intercambio entre el sentido común y un actuar violento y sin sentido por parte de una institución que dice defendernos.
Filmar se ha vuelto un recurso popular que poco a poco comienza a descubrir su potencial a un mayor número de personas. Las nociones humorísticas, políticas y documentales entremezclan videos caseros y espontáneos con guiones estructurados que parecieran incitar hacia un mismo camino ligado a la desobediencia civil. En lo personal, pienso que establecer estas relaciones nos ayuda a comprender de mejor manera nuestro contexto, constatado que manifestaciones puntuales responden a problemáticas históricas constantemente censuradas, criminalizadas y archivadas. Así como Jorge Alís y Luc Moullet parecieran establecer una correspondencia audiovisual con las filmaciones de celulares que evidencian la represión luego de la acción, no son pocos los acontecimientos frente a los cuales debiéramos prestar atención más allá de los discursos imperantes.
La evasión ha sucedido siempre, y a diferencia de lo que pretende el gobierno de turno al multiplicar la presencia de fuerzas represivas, la indignación crece y los medios de comunicación “oficiales” continúan en declive. Hoy las calles estaban repletas producto de un actuar colectivo y simultáneo. Mientras los y las periodistas entrevistan a las personas buscando alguna cuña que apoye la criminalización, cada una de ellas responde con un llamado a informarse sobre las razones de la manifestación, junto con una repetitiva mención a la imagen de la ministra y el presidente observando desde sus aposentos las consecuencias de sus acciones. La consigna insigne del capitalismo nada es gratis hoy le pasa la cuenta y aunque se manipule la información en los matinales y noticieros, el flujo de noticias y registros populares y alternativos basta. Ya no cabe tanto polvo debajo de la alfombra, ya nadie cree que fuerzas especiales protege al débil.
Filmar la acción y la reacción en estos casos ha conseguido evidenciar el descontento legítimo y la violenta represión, abriendo la discusión pública, acompañada en este caso con registros realizados desde adentro, abarcando todo aquello que habitualmente es censurado o simplemente ignorado. Desde los instructivos de evasión a las detenciones, los abusos y las golpizas, las imágenes circulan y difícilmente se olvidan. La indignación crece, y ya no les alcanza con la televisión para cubrir sus prácticas deplorables.
Texto y fotografía de portada por José Miguel Frías R.