La torre del reloj

Me he instalado en mi departamento.
He ordenado mis libros favoritos en la estantería.
He corrido la mesa para trabajar en privado y con luz.

Hay un cerezo maduro de color uva,
un lecho de geranios,
una mujer caminando con zapatos blancos, guantes blancos, sombrero blanco.

Una gaviota rodea la torre del reloj. Sus blancas alas fúnebres recuerdan
a pedazos de lápida antigua que salen volando
cuando el viento azota la tumba de una ciudad costera.

Nubes de niebla flotan sobre la colina.
¿Quién vive, como un ángel, en la torre del reloj?
El calor del verano pisa el color del cerezo.
La graciosa carga cultural de la vista,
las casas limpias de cara larga que reclaman su derecho natural
a mantener estudiantes, libros, tener techos altos, paredes blancas, lindos jardines,
pronto harán, creo, que mi memoria viajera se derrumbe.
Mañana podría decir: No hay barrios pobres en St. Kilda.
Hillside Road, los Talleres, y Kensington son sueños.
Nunca viví en Playfair Street, Caversham, con mi habitación y un armario de ropa blanca,
ni esperé en una fiesta de sábado por la noche en el Grand Hotel,
ni traté de resistir las súplicas de mis verdugas compañeras de trabajo.
― Tú
necesitas perlas.
Las perlas quitan esa desnudez del cuello.

Cisnes con el cuello desnudo
flotan en el Water of Leith.
El viento es del sur.
El siglo está atrasado.
El vino de las seis en punto fluye del cerezo.
Los niños van descalzos.
Los hombres y las mujeres hacen promesas.
Nadie sabe, a pocos les importa,
quién vive como un ángel en la torre del reloj.

 

El espejo de bolsillo

Miles de veces por minuto,
la luz de los postes en la calle se apaga.

He ideado un método mediante el cual esto puede ser demostrado
a aquellos a quienes los actos de la luz son desconocidos.

Tomando este espejo de bolsillo, capta el reflejo
de la hilera de postes. Endereza el espejo. Así.

¿Ves esas rayas negras alternando con amarillas?
Son barras de oscuridad real que no se perciben a simple vista.

Para desengañar la luz es necesario un instrumento aparte como un espejo.
Los sentidos humanos nunca dicen la verdad si pueden salirse con la suya con una vida fácil.

¿Tigres al acecho? ¿Alquitrán untado con mantequilla?
¿El Maestro Oscuro
con su chaqueta de sargento?

¿Un gato negro en una cama de queso?
¿Plumas de jilguero? ¿Arcilla y cipreses? ¿Un sándwich de paraíso e infierno?
¿Orugas transitando el largo de la calle,
alimentándose de oscuridad para convertirse en mariposas matutinas?

¿Qué puedo decir, sino que estás plagado de mentiras?
Hablas de polen solar, penurias de miel
de tulipanes negros; repites que sabes
cuando eres claramente ignorante de los actos de la luz
y pretendes seguir siéndolo.

¡Espera! Devuélveme mi espejo de bolsillo. Si se rompiera,
no tendría una visión clara, ¡pero sí siete años de mala suerte!

 

Mientras caminaba por la calle

Mientras caminaba por la calle, escuché
un transistor cantando como un pájaro,
un anuncio de la 4ZB
cantando en el cerezo.

Dije: Tan alto, tan lejos,
cantas en el cielo encendido.
¿Tienes un mensaje de fe y esperanza?
Dijo: Use Jabón Lily-Clean.

Y entonces me enojé e intenté
olvidar el pájaro transistor,
pero su voz resonó fuerte en el mundo tan verde
― Con hexaclorofeno.

Entonces ataqué al pájaro y ataqué al árbol,
y el cielo encendido cayó sobre mí;
sola y moribunda, yazgo sin esperanza,
ni fe, ni Jabón Lily-Clean.

 

Por Janet Frame

Traducción de Martín Núñez Díaz

De The Pocket Mirror (1967)

Fotografía de Eizi Kanbayashi