“Arte poética por entregas” o “manifiesto folletín”. Así podría definirse al conjunto de textos ensayísticos que Pierre Reverdy publicó en Nord-Sud, la revista que dirigió entre marzo de 1917 y octubre de 1918 y que ahora Mundana edita como “La imagen, la emoción”. En este libro se reúnen los ensayos y reseñas escritas por Reverdy para su propia revista. Ellos pueden leerse como anexo (o comentarios) a la conformación de su mirada desarrollada en sus poemas. Una suerte de estructura teórica como cimiento para su arte.
El último número de Nord-Sud salió un mes después de terminar la Primera Guerra Mundial. Max Jacob, poeta y pintor francés contemporáneo al cubismo y surrealismo pero que nunca formó parte de ellos, llamó a Reverdy “el poeta de la primera gran guerra” por sobre Apollinaire. Al igual que este último, Reverdy siguió de cerca al cubismo (tema de uno de sus ensayos en su propia revista) e influenció a Breton (colaborador de la revista) en las bases del surrealismo. Su idea de que la imagen debe nacer de “la aproximación de dos realidades más o menos alejadas” aparece citada en el primer manifiesto surrealista. Reverdy posteriormente se alejaría de la escena literaria y se iría a vivir al campo tomando distancia de las alianzas conformadas entre cafés en los bares de la gran ciudad. El mismo Reverdy dirá años más tarde que “las pequeñas revistas editadas por jóvenes emiten un perfume frágil, empapado de frescura” del cual “por un momento se tiene la impresión de que sólo ellos representan lo que está vivo, lo más importante del momento”. Es cierto que el tono de los escritos de Nord-Sud es severo y total. En ellos se esboza una teoría, un par de anteojos con los cuales leer no sólo la realidad sino también sus poemas. Esta aproximación de dos realidades a priori distantes prioriza la creación por sobre la mímesis (interpretación). Marianne Moore, poeta estadounidense modernista con una inquietud imagista similar a la de Reverdy, escribe su “Poética” y en ella determina una poesía que se encargue de “jardines imaginarios con sapos reales”. Resuena la yuxtaposición de realidades planteado por Reverdy. Quizás el francés estaría más cómodo con la fórmula invertida: “jardines reales con sapos imaginarios”.
Para Reverdy, la imagen debe revelar el caos y desastre cotidiano. En su poema “Envidia” escribe “Si creíste, destino, que podría partir me hubieras dado alas”. Para él la poesía no sería escape sino más bien rescate. O, en un caso extremo, utopía. En sus escritos de Nord-Sud diferencia constantemente a “la realidad de la vida” de “la realidad artística”. Y dictamina que priorizar la primera por sobre la segunda es ejercer el realismo, “esclavitud mayor del arte”. Varios poemas de Reverdy insisten en la idea de horizonte, en ese más allá inevitablemente anclado en la perspectiva del acá. Quiero decir: una vez que avanzamos hacia la zona del horizonte este se modifica y se personifica en una nueva distancia. La cual podemos acortar pero así el horizonte volverá a modificarse y jamás será el mismo. ¿Es el horizonte un anhelo? ¿Es la fantasía cotidiana a la cual aspiramos cotidianamente para alivianar el peso de los días? Uno de los poemas de Reverdy dice “En la vida no todo es como lo que amamos sino un reflejo fugaz, deslumbrante, en la fachada de enfrente”. En la angustia que puede suponer vivir, en el encierro citadino de hormigón hasta la vereda de enfrente puede suponer un horizonte. Todo horizonte siempre es mejor porque representa lo que no se tiene pero puede llegarse a tener.
En la primera oración del primer texto de Literal #1, revista argentina de 1973 a cargo de Libertella, Guzmán, Lamborghini y Zelarayán puede encontrarse una traducción de apuro y azar reverdyano que dice “La literatura es posible porque la realidad es imposible”. El mismo Zelarayán en su “La gran salina” ante la imposibilidad de contener en palabras aquello que le acontece sugiere reemplazar las palabras (siempre muertas) por la emoción que puede llegar a generar la emoción de una imagen. Así, decir “misterio” es un error porque es una palabra que “sirve para no explicar lo inexplicable”. En tal caso, preferible objetivar (aunque no se tengan objetivos). Varios años más tarde pero en la misma tendencia, Enrique Symns dirá que ser realista es una mierda porque “es pertenecer a la orden del rey”.
La literatura y la poesía. El horizonte (pero jamás la monarquía). A ello, sugiere Reverdy, hay que aproximarse creación mediante: creando lo que se mira, mirando lo que se cree.
Por Ramiro Pérez Ríos
Sobre:
La imagen, la emoción y otros escritos
Pierre Reverdy
Mundana Ediciones
2024