Si se vuelve en el tiempo, llama la atención que dos de los tres primeros partidos que disputaron Nadal y Djokovic en Grand Slams hayan terminado con retiro del serbio. El primero en Roland Garros (2006); el segundo en Wimbledon el año siguiente. Es muy raro ver hoy a Djokovic abandonando un partido, en estos dos casos específicos claramente le era doloroso continuar y él, con cara de amurrado y con un visible puchero, tuvo que ir a dar el saludo a la red anticipado a su rival. En esos años, sin embargo, sí era común que Djokovic abandonara los partidos aquejado por la presión y la alta seguidilla de partidos, incluso Federer, luego de un abandono del serbio que indirectamente lo afectaba, se quejó de esto públicamente –aunque años después le pidió disculpas–. El hecho de que hayan sido contra Nadal se explica fácil: el español lo llevaba al máximo de sus capacidades físicas. Incluso, en un principio, la rivalidad que hoy ya es historia en esos años era totalmente asimétrica, por ejemplo, Nadal llegó a estar 14-4 en los duelos entre sí, ganando además todos los partidos de Grand Slam jugados.

“Me he hecho rotura de fibras seguro” le dice Nadal a su equipo en medio de un partido contra su compatriota David Ferrer. El partido recién empezaba y su tío Toni, entrenador de casi toda la vida, le dice que se retire. Nadal responde “Toni, estoy en cuartos de final de Australia, no me retiro ni cagando”, sigue jugando y pierde en sets corridos. Curiosamente en la misma instancia del mismo torneo, pero el año anterior (2010), Nadal tuvo que retirarse frente a Andy Murray. Ese mismo año ganó los otros tres Grand Slams y llegó a su partido con Ferrer con el récord de victorias seguidas en los grandes torneos (25). Fue ese año recién empezado, el 2011, uno de los más duros para su carrera y la mejor temporada de su incipiente rival Novak Djokovic, que le ganó las seis finales que disputaron ese año, y la final del Abierto de Australia del año siguiente, el 2012.

Toni Nadal hace poco, con motivo del retiro de su sobrino, develó que desde 2005 que Nadal no puede jugar un Grand Slam sin tomar calmantes: “Rafael aprendió a convivir con el dolor por muchos años, logrando dominarlo en muchos casos”. Nadal el 2005 fue diagnosticado con el síndrome congénito de Müller-Weiss, una enfermedad porfiada que produce dolor punzante en los pies. Con todo, las veces que Nadal se ha retirado de un partido han sido ocho en sus más de veinte años de carrera. 

Otro serbio, pero menos peligroso para Nadal, Janko Tipsarevic, en una entrevista dijo que Nadal en su juventud se comía un tarro de Nutella y tres litros de Coca Cola al día. No fue sino hasta 2013, ya con varias lesiones a cuestas y viendo que la competencia con Federer y Djokovic iba a tener algunos años más, que contrató a una nutricionista. Aún así, según dijo Nadal hace poco, su esposa le tiene que esconder la Nutella y no puede resistir la tentación de un chocolate. 

Cuando Novak Djokovic se erigió categóricamente como el tenista más ganador de la historia con 24 torneos de Grand Slam (22 Nadal, 20 Federer), el español, ante la pregunta de si el serbio se había convertido en el mejor de la historia deslizó, queriendo evitar la respuesta, que Djokovic había sabido cuidar mejor de su cuerpo que él y que eso explicaba su gran cantidad de títulos. 

En 2010 a Djokovic le diagnosticaron intolerancia al gluten. Tenía 23 años y solo un torneo de Grand Slam. Realizó cambios rotundos en su dieta que le dieron resultados inmediatos. Entre otras cosas dejó el chocolate, y dentro de las medidas para lograr dejarlo hubo una muy curiosa: en su teléfono tenía una alarma con el minuto exacto del día en que se cumplía un año desde su último pedazo de chocolate. Dos años antes, a los 21, le dijo a su preparador físico que quería llegar sano a los 40.

Aquella final del Abierto de Australia de 2012 entre Nadal y Djokovic fue la más larga de la historia de los grandes torneos. Ganó el serbio después de casi seis horas de partido. Mientras esperaban la entrega de trofeos y los directivos del torneo hacían sus discursos, ambos parecían que iban a acalambrarse de estar parados hasta que les trajeron una silla. Para muchos es el mejor partido de la historia, solo comparable a la final de Wimbledon 2008 entre Federer-Nadal que ganó el español, un año después de perder la épica final de la que tan bien escribió Foster Wallace en El tenis como religión. Luego de la maratónica final, Djokovic pidió comer chocolate, llevaba un año y medio sin probarlo. Sólo pudo comer un cuadrado. 

En el Abierto de los Estados Unidos de 2011, luego de ganarle en sets corridos al siempre temible David Nalbandian, Rafael Nadal va a la conferencia de prensa a hablar de su próximo rival Gerd Müller, y mientras señala que es un gran sacador comienza a estremecerse en la silla, aprieta los ojos y mueve la cabeza hacia el techo. Mientras tanto los fotógrafos lanzan flashes, pronto Nadal pide que llamen al fisioterapeuta y se pone la mano en la cara, pidiendo nuevamente al fisio, esta vez en inglés. Los minutos siguen y los calambres también, nadie dice nada y Nadal está ahí, sufriendo, tratando de no ver los flashes.

El mallorquín Carlos Moyá dijo en una entrevista, cuando su coterráneo Rafael Nadal tenía 16 años, que iba a ser invencible algún día. Luego, ya en el tramo final de su carrera, se convirtió en su entrenador, no sin antes compartir algunos años en el circuito, con amplia ventaja para Nadal. Caso parecido es el de Goran Ivanisevic con Djokovic. Cuenta el croata que conoció al serbio cuando tenía quince años, que jugó media hora con él y que Djokovic lo vio tan cansado que le ofreció un chocolate. Años después, también en el tramo final –aunque aún no sabemos cuánto más de Djokovic nos queda– fue su entrenador.

La rivalidad entre Djokovic y Nadal fue mucho más pareja que la que tuvo el español con Federer, al que siempre le ganó en arcilla (o tierra, como más guste) y al que pudo ganarle en casi todas las superficies. Al contrario, Djokovic y Nadal supieron ganarse mutuamente en sus superficies preferidas. La rivalidad termina 31-29 para el serbio, que también tiene historial favorable contra Federer (27-23). El récord de Nadal frente al suizo, por otro lado, es de 24-16. Entre los tres jugaron 150 partidos. La historia del tenis del siglo XXI puede contarse casi completa con estos 150 partidos. 

La última función de Nadal contra Djokovic por torneos oficiales fue en los Juegos Olímpicos de París, que se jugaban ni más ni menos que en Roland Garros, donde Nadal consiguió 14 títulos. Fue en la cancha Philippe Chatrier –que podría perfectamente llamarse Rafael Nadal desde el próximo año– donde los dos campeones se enfrentaron por la primera ronda. La victoria fue cómoda para Djokovic, que se tomaba revancha de una de las derrotas más dolorosas de su vida, ocurrida también en los Juegos Olímpicos, pero de Beijing en 2008, cuando Nadal le ganó en semifinales. A Djokovic solo le quedaba un objetivo en su carrera: ganar los Juegos Olímpicos, lo logró en 2024, y lo hizo no solo derrotando a Nadal en Roland Garros, sino también a su sucesor, el espectacular Carlos Alcaraz, que no pudo hacerle frente en la final como lo había hecho en torneos anteriores donde le había ganado contundentemente.

El primer partido de la rivalidad entre Djokovic y Nadal fue también en Roland Garros, en cuartos de final, año 2006. Un flaco y enjuto Djokovic, al que la polera parecía sobrar dos tallas, se retiraba frente al musculoso Nadal de mangas recortadas, pelo largo y bronceado ejemplar. Cuando va a darle la mano tiene cara de pena y un puchero indisimulable, se toca la espalda y parece decirle que no puede más. No tiene idea de cómo terminará la historia 18 años después. Nadal, encaminado al segundo campeonato en Roland Garros de sus 14, parece indestructible, en los años siguientes va a ganar todo lo que se le cruce, va a llevar su cuerpo al límite y va a ver cómo el tipo debilucho que tiene en frente se transforma en el mejor de la historia. Mientras se sucedían los partidos y Nadal perdía más y más con Djokovic, su cara al saludarlo en la red iba cambiando y las palabras eran cada vez menos.

Un par de semanas atrás ambos compartieron una exhibición en Arabia. Ganó nuevamente Djokovic, que al final del partido le pidió a Nadal “Por favor, no abandones el tenis”. Nadal unas semanas antes había declarado que definitivamente Djokovic era el mejor de la historia, sin bemoles ni acotaciones. Esa última escena es probablemente lo más cercanos que ambos estarán de ser amigos, todo lo contrario a lo que sucede entre el español y Federer, quienes mantienen una linda amistad. Tanto que Federer dijo, al cristalizarse el retiro de Nadal, que si bien lo había empujado al límite –incluso obligándolo a cambiar el tamaño de su raqueta– lo había forzado a amar aún más al tenis. Como sea, la historia de Rafael Nadal como tenista terminó un par de días atrás en la Copa Davis, representando a España en España, como él quería. 

Por Miguel Ángel Gutiérrez