DEJA VU! DEJA VU! ESTO YA LO VI! CREANME, ESTO YA SE HA VISTO, LO HIZO EN LA GALERÍA SUR HACE UN MONTÓN DE AÑOS! GRITA LA MUJER DEL PAÑUELO AZUL AL CUELLO, FRENÉTICA, LEVANTANDO LAS MANOS PARA QUE EL PÚBLICO LE PRESTE ALGO DE ATENCIÓN. YA LO VI! REPITE, HACIENDO SEÑAS A LOS PERIODISTAS, A LOS FOTÓGRAFOS, PARADA EN LA PUNTA DE LOS PIES, REPARTIENDO CODAZOS EN MEDIO DE LA GENTE, EMPINÁNDOSE PARA PODER VER CON OJOS DESORBITADOS EL CUERPO DE LEPPE QUE PASA ARRASTRÁNDOSE, AJENO A TODO, A LOS DISPAROS DE LOS FLASHES, AL ENJAMBRE DE MICRÓFONOS, AL ASOMBRO.

LA MUJER LUCHA POR SEGUIRLO ENTRE EL REMOLINO DE CURIOSOS, ARRASTRANDO UNOS TACOS DESCONCHADOS Y MUGRIENTOS. ESO YA LO HICISTE, ASQUEROSO! GRITA, ABANDONADA, CIEGA, INCAPAZ YA DE CUMPLIR CON SU MISIÓN DE INFORMANTE QUE UN LADRÓN BRAVO LE HA ENCOMENDADO 

PERO SI ES UN IMPOSTOR, ES QUE NO SE DAN CUENTA? ESO YA LO HICISTE, MARICON! GIME MIENTRAS SUS PROPIAS UÑAS VAN ABRIENDO DELGADOS SURCOS ROJOS QUE BAJAN POR SU ROSTRO HASTA SU CUELLO HÚMEDO DE TRANSPIRACIÓN. ESTO YO LO VI, LO JURO, DELANTE DE MIS OJOS, HACE AÑOS ATRÁS. ES QUE ACASO NO ME ESCUCHAN? PERO NADIE LE PRESTA ATENCIÓN Y ELLA GRUÑE, SE ARRANCA LOS PELOS A MECHONES, PERDIDA EN SU RABIA NEGRA. YA LO HIZO, YA LO HIZO! POR LA CONCHA DE MI MADRE! QUIERE CONFUNDIRNOS! YO LO VI! NO LO DEJEN ENTRAR AQUÍ, RESPETEN LA MEMORIA DE LOS MAESTROS!! YO LO VI HACERLO IGUAL, IGUALITO, CREANME O ME MUERO ! DICEN QUE HIZO LO MISMO EN MADRID, EN MILÁN, EN TRUJILLO, EN PARÍS, EN BARCELONA, EN LA HABANA Y EN QUIZAS CUANTOS PUEBLOS MÁS… TODO IGUAL!! CREANME!!

DÉJA VU! DÉJA VU!! INCESTUOSO, CACA!!! TODO LO VUELVEN A VER MIS OJOS. ESTE HOMBRE NO DUERME EN LAS CALLES! YO LO HE VISTO ARRASTRÁNDOSE DEBAJO DE TRENES QUE VAN MOLIENDO PIEDRAS, COMO LOS VIENTOS! BRUJA!! MARICON! TIÑOSO! ANDA A CONTAR A OTRO LADO QUE NO HAY VERDAD EN EL ARTE !! CACA!!!

DICEN QUE LA MUJER VOLVIÓ SOLA A SU DEPARTAMENTO, QUE SE SENTÓ EN EL SUELO A REVOLVER ENTRE LOS MILES DE CATÁLOGOS QUE GUARDABA EN CAJAS POLVORIENTAS. CASI NO OYÓ SONAR EL TELÉFONO Y CUANDO POR FIN DESCOLGÓ EL AURICULAR SOLO ATINÓ A PONERLO ENTRE SUS PIERNAS FLÁCIDAS, A INCLINARSE LENTAMENTE, LLEVANDO SU ROSTRO CANSADO HASTA EL TELÉFONO PARA MURMURAR, DEJA VUI DÉJÀ VUI MIENTRAS LAS LÁGRIMAS RESBALAN POR SUS PIERNAS.

Manuscrito, Carlos Leppe, sin fecha. Archivo Carlos Leppe.

 

 

Yo a este hombre lo recogí…

Yo a este hombre lo recogí en el kilómetro 33 de la Panamericana norte. Estaba sentado sobre una piedra grande al lado del camino. Pensé que era un vagabundo, usted me entiende, porque a esa hora, instalado así como si nada en esa peladera, con una maleta roñosa. Este trabajo no es fácil, al taxi se sube todo tipo de gente, usted me entiende. Yo lo iba vigilando por el retrovisor. El hombre andaba con lentes, lentes negros como de ciego. Muy amable en todo caso, un caballero. Me dio las indicaciones, «voy a la casa de mi madre», me dijo.

Muy tranquilo se vino, como aspirando el aire que entraba por la ventanilla. tarareando unos valses peruanos que sonaban en la radio. Parecía que llevaba años perdido por los caminos. Un hombre ciego, solo y harapiento, y tan tranquilo sentado en el asiento de atrás, igual como hace un rato, llenándose de polvo en el camino. Un buen trecho anduvimos, hablando de esto y lo otro, usted sabe, una carrera buena.

Ahora, óigame, cuando llegamos a ese palacio había un montón de gente esperándolo. Me pidió que me subiera a la vereda, que lo acercara lo más posible a la entrada porque estaba muy cansado. Tremendo edificio, una verdadera mansión. Pero él no veía a nadie. Fue complicada la maniobra, subirse a la vereda con todas esas luces de las fotos, completamente encandilado, puras luces veía. Hasta la televisión estaba. No, si el despelote era muy regrande.

«Espéreme aqui, si es tan amable», me dijo. Y se bajó, despacito, y después fue bajando sus cachivaches, la maleta esa, una pizarrita. Tenía los pies hechos una miseria, señor, cubiertos con unas vendas sucias. Se perdió entre toda esa gente que lo seguía, eran como moscas en la caca, perdóneme que se lo diga así, pero así fue la cosa. Y él cayó de rodillas, señor, así iba avanzando, a duras penas entre toda esa gente, como cumpliendo una manda el hombre. A mí me dio pena, a lo mejor era el funeral de su madre. Quizás de dónde venía andando, por qué caminos, para presentar sus respetos. Un taxista tiene que ver muchas cosas. Ahí me quedé esperando, en medio de la trifulca de cables y aparatos, y los gritos de los que trataban de meterse en el edificio.

Ahí me quedé yo, como pasmado, con el taxímetro corriendo. Pasó un buen rato. Imagínese cuando veo que lo sacan a la rastra. Y el hombre era grande, lo tiraban escaleras abajo, como a un perro. Y ahí nomás lo subieron al auto, a duras penas, no somos nada realmente. Y le seguían sacando fotos, metían la cabeza dentro del auto, se tiraban encima del capot, los de la tele, yo veía cómo me rayaban el auto con los fierros. Sin ningún respeto lo trataban.

Yo salí al paso, echándole el auto encima a ese piño de copuchentos. Qué rabia, señor, tenía ganas de llorar, se lo juro. Uno ve muchas cosas en este trabajo.

*Testimonio ficticio escrito por Carlos Leppe, del taxista que participó de la performance que hizo en el Museo Nacional de Bellas Artes, en Santiago de Chile

El sueño de Diego Rivera

Zona de pasión/ La pátina
Entre los entendidos uno ha dicho:
«es la pátina de París»; otro ha dicho:
«es la pátina de Florencia», otro:
«es la pátina de Bizancio»;
Otro «es la pátina de Atenas»;
Otro «es la pátina de Roma»;
Otro «es la pátina de Venecia»;
Otro «es la pátina de Florencia».

Luego todos callaron
Hoy
Estas pátinas no estarán más en el olvido
han entrado en la historia del arte,
del cuerpo,
de la mente,
aunque confieso estar alterado
por este allanamiento al jardín del silencio y del dolor,
a esta casa de las penurias
pátinas hechas a punta de penetraciones, de inhalaciones, sudoraciones, orines, semen, lágrimas, mucosidades, salivas, roces, cabellos, mierdas, vellos, retorcimientos, caries, espumas, sueños, insomnios, golpes, voces, electricidad, ataduras, pasiones, miradas, uñas, mudeces, fijaciones, fantasmas, dientes, encías, laceraciones, salivaciones, murmullos, pudores, brumas, tránsitos y castigos, con la visita diaria del aire salado.

Texto escrito y leído por Carlos Leppe en la performance El sueño de Diego Rivera que realizó en un Hospital psiquiátrico en el marco de la III Bienal del Mercosur, en Porto Alegre, Brasil, en 2001.

 

 

Por Carlos Leppe

Textos provenientes del catálogo de Carlos Leppe: El día más hermoso, en el Museo Nacional de Bellas Artes de Chile. El título fue puesto a partir del texto por el editor. 

La primera parte de estos textos fue publicada acá: https://revistaoropel.cl/index.php/2024/09/27/maria-es-una-gran-rosa-negra-reventando-la-pieza-por-carlos-leppe/