La falta de certidumbres ante la existencia de una vida posterrenal y el creciente escepticismo ante las respuestas brindadas por siglos por las religiones tradicionales propician, sin dudas, la constante obsesión de los seres humanos ante un tópico tan perturbador como fascinante como es el del fin del mundo. En este contexto, el cine de ciencia ficción brinda representaciones ficcionales concretas ante este tema, gracias a -como menciona Telotte- “su naturaleza especulativa y su expresión de la común curiosidad humana” (2003: pp.11-12).

No obstante, en este presente tan alejado del teocentrismo y la imaginería escatológica religiosa, se siguen conservando arquetipos de los días pretéritos en los que los dioses formaban parte de la cosmovisión humana. Como forma de hacer asequible un concepto común a todas las sociedades, la ficción retoma símbolos y los resemantiza de contenido moderno.

En este permanente retorno que nos conecta con las civilizaciones del pasado, existen dos símbolos que continúan perviviendo en las historias contemporáneas, explotados por demás en la ciencia ficción en su necesidad de presentar una alternativa al futuro incierto. Hablamos de la Madre y el Elegido, dos partes de una misma realidad: la esperanza.

La primera encarna la “sublimación más perfecta del instinto y la armonía más profunda del amor” (Chevalier y Gherrbrant, 1986: p. 674). En la civilización occidental y judeocristiana en que estamos inmersos, esta Mujer axial, centro y madre del universo, ha sido tradicionalmente la Virgen María.

Esta mujer divina da a luz a un niño al que las profecías vaticinan como el Hijo de Dios, Jesucristo. Este elegido del destino, epítome del Héroe, posee una misión trascendental: será un pastor de hombres y los conducirá hacia la salvación, al liberarlos- en el dogma cristiano- del pecado original con su muerte y resurrección.

En su obra Palimpsestos, Gerard Genette denomina como “hipertexto” a “todo texto derivado de un texto anterior por transformación simple” (1989: p.17), siendo el texto anterior un “hipotexto”. Desde nuestro punto de vista, el relato bíblico del Nuevo Testamento ha sido transformado por James Cameron, Gale Anne Hurd y William Wisher Jr. (guionistas) en un nuevo texto/película: Terminator (1984), un hipertexto que reversionó el tópico del Mesías con estética tech-noir para constituir, en nuestra opinión, la obra más personal del director canadiense.

En el año 2027, luego de una guerra nuclear provocada por el poderoso crecimiento en la capacidad de procesamiento de las computadoras de la Central de Inteligencia de EEUU, la humanidad se encuentra bajo el yugo de máquinas inteligentes que los someten a trabajos en campos de exterminio. Pero algunos sobrevivientes contraatacan: uno de ellos, John Connor, se erige como el líder de una rebelión que llevará a los humanos a la liberación de su esclavitud.

Conscientes de su inminente fin, las máquinas desarrollan un dispositivo que permite viajar en el tiempo, con el objetivo de enviar a un cyborg asesino (T-800) a 1984 para que mate a la madre del salvador, Sarah, antes de que esta conciba a su hijo. La resistencia humana encuentra esta máquina y envía a uno de sus soldados, Kyle Reese, para proteger a la joven y permitir el nacimiento de John, sin saber, ironía trágica mediante, que él será el padre del Elegido.

En los textos evangélicos, María, una joven virgen, recibe en su humilde casa la visita del ángel Gabriel, quien le anuncia que dará a luz a un hijo. Esta se encuentra comprometida con el carpintero José. En la película de Cameron, Sarah, una inocente camarera, presencia en una disco llamada (justamente) “Tech-Noir” un tiroteo entre un hombre que apunta hacia ella (el T-800) y otro que la salva. Este último, Reese, se presenta como un soldado del futuro que ha venido a protegerla por órdenes de John Connor, el hijo de ella. Con este anuncio, el moderno ángel Gabriel, un soldado virgen que ha viajado voluntariamente hacia su muerte, le revela la verdad a Sarah, aislándola de su cotidianeidad mundana e iniciándola en su camino como heroína.

Así como María y José parten al exilio, debido a la persecución de Herodes, la pareja debe huir del Terminator, conduciendo toda la noche y durmiendo bajo puentes. En uno de ellos Sarah teme a su destino y no acepta ser “la madre del futuro”, pero Kyle la consuela con palabras de su hijo: “tienes que sobrevivir o yo nunca existiré”. De esta manera, Sarah asume que no hay manera de volver atrás, “el punto de no retorno” de los periplos heroicos, lo cual podría asociarse además a la aceptación de María (“yo soy la esclava del Señor, hágase en mí según su voluntad”).

Kyle describe a John Connor como una leyenda, una figura por la que todos morirían, lo cual nos lleva a pensar no solo en la semejanza de las iniciales (JC: Jesus Christ) sino en los mártires cristianos.

Al revelarle Reese a Sarah que siempre la ha amado, la pareja se une y se cumplimente así el destino: John es concebido y el Teniente que mandó al pasado es su padre. Esta “Sagrada Familia” asume sus roles, aunque la tragedia no les permitrá conocerse, ya que Kyle muere en manos del cyborg. Sarah alcanza a huir, previo destruir al Terminator con una máquina. Ya en el exilio, habiendo cruzado la frontera, la vemos embarazada del Mesías, anunciando que “una tormenta se acerca”.

Enalteciendo a la figura femenina, y brindando una representación alternativa de la Natividad, James Cameron comenzó su camino como autor con esta película, la segunda de su filmografía. Autodidacta, amante de la literatura de ciencia ficción y la física, el canadiense incursionó en el cine luego de trabajos como camionero y asistente de ingeniería mecánica. Este pasado moldeó las principales obsesiones de su obra: el poder/peligro de las máquinas, el avance tecnológico-armamentístico, el amor trágico, los héroes mártires y la destrucción de la naturaleza, entre otros. A ello debemos sumarle su profundo conocimiento y búsqueda de aquellos símbolos primarios que mencionamos anteriormente, pues, como expresa Clarke, “Las películas de Cameron están colmadas de un sentimiento de “energía mitológica” en la medida que exploran el vivir, el pensar y el sentir con la tecnología” (2014; p. 15, trad. del ed.)

En su filmografía posterior, este interés por lo tecnológico desde la trama se traspolaría además a la forma, dado que películas como Terminator 2 (1991), Titanic (1997) y, especialmente, Avatar (2009), se destacarían por ser vehículo de trascendentes innovaciones desde la puesta en escena y los efectos especiales. No obstante, en el film elegido, de presupuesto notablemente inferior a los que manejaría posteriormente y sin la soberbia grandilocuencia con que actualmente se asocia a Cameron, el autor supo introducir su poética.

Para ello, representó un mundo suburbano y nocturno, como prefacio a la oscuridad total que introduciría la dominación de las máquinas. Sus héroes, provenientes de la denominada working-class, son víctimas de dos fuerzas imposibles de vencer en términos humanos: en primer lugar- el poder una máquina indestructible- y, en segundo lugar, el innegable destino que pesa sobre ellos.

Este fuerte pesimismo es una característica del subgénero del cine de ciencia ficción denominado tech noir, el cual “muestra cómo la tecnología, alguna vez considerada como el sueño utópico de la ciencia, se ha vuelto una fuerza agresivamente destructiva que amenaza con transformar nuestro habitat en un basurero y alterar para siempre las formas tanto de las relaciones humanas como el individuo.” (Emily Auger, 2011; p.12, trad. del ed.)

Es decir, en contraste con el relato de films del género que presentan los avances de la ciencia como fuentes de progreso para la humanidad, el tech noir nos advierte de sus peligros y plantea escenarios devastadores en que el hombre ha sucumbido, por deseos de poder y torpeza, al dominio de otras fuerzas (alienígenas, bacteriológicas o inteligencias artificiales).

Terminator plantea esta amenaza, pero con la originalidad de que, a la vez, introduce la esperanza. Salvo en el prólogo y en los sueños de Kyle Reese, no estamos sumidos en ese siniestro futuro, sino que solo se nos alerta de su inminente concreción. Los tres protagonistas se enfrentan en un presente en que las demás personas continúan su vida ignorando la tormenta que se avecina. En dicha tormenta, además, la humanidad correrá con ventaja, pues quien portará la salvación ya ha sido advertida. La supervivencia se cimentará en la esperanza de lo que habrá un Redentor engendrado y entrenado por una Mujer.

Por un lado, el autor- como indica Biette, creador de un “lugar de tránsito generosamente abierto entre el cine y el mundo” (20) presenta aquí un debate que se enmarca en la visión oscura y pesimista del tech-noir, reflexionando sobre los peligros del control de las máquinas sobre el hombre; y, por otro, introduce la luz de salvación de esa humanidad perdida a través de la arquetípica historia de la redención, presente en todos los pueblos, en especial en la conciencia judeocristiana.

Para ello presenta un nuevo Elegido a través de la historia de formación de su progenitora, con su origen mundano, sus fracasos, su posterior aceptación del destino y su renuncia a la vida secular en un intenso derrotero que la convertiría en la Madre del futuro, una figura venerada y respetada por todos.

Con esto reafirmamos que hay historias universales e inmortales que siempre se seguirán revisitando, cada vez que el hombre necesite una palabra de consuelo en sus múltiples dudas; cada vez que, en la incertidumbre, tenga anhelos de salvación.

Siempre habrá, además, artistas imbricados en estos símbolos con la receptividad y creatividad necesarias para ofrecernos nuevos espejos para ver nuestro presente y los riesgos de un potencial futuro.

 

Por Lisa Mena

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

Altman, Rick (2000). Los géneros cinematográficos. Barcelona: Paidós, pp.33-78.

Auger, Emily (2011). Tech-Noir Film. A theory of the development of popular genres. Malta: Intellect.

Biette, Jean-Claude. ¿Qué es un cineasta?

Chevalier, Jean y Gheerbrant, Alain (1986). Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herder.

Clarke, James (2014). The cinema of James Cameron. Bodies in heroic motion. New York: Wallflower Press.

Genette, Gerard (1989). Palimpsestos. La literatura en segundo grado. Madrid: Taurus.

Telotte, JP (2003). El cine de Ciencia Ficción. Cambridge: Akal. Capítulos I y II.