El jurista Felix Eberty, interesado por el cálculo exacto de la distancia de las estrellas fijas a la Tierra (y con ello, por el tiempo que la luz de aquellas tarda en llegar a nuestro planeta), publicó en 1846 su escrito Los astros y la historia universal.

Correctamente supuso que un rayo de luz que ha abandonado la tierra el Viernes Santo del año 30 d.C. -supuestas condiciones ideales de observación- aún avanzaba en el cosmos y lo hacía alejándose de nosotros. En consecuencia, toda la historia previa del universo estaba conservada en las vías de la liz. Toda la historia mundial viajana en el cosmos bajo la forma de una SUCESIÓN DE IMÁGENES EN MOVIMIENTO (Eberty no conocía la palabra “cine”).

El mismo razonamiento -así dijo Eberty- bien podía hacerse en dirección inversa. Supuesto un ojo ideal, un observador debería poder contemplar “retrospectivamente”, a partir de la LUZ ANTIGUA llegada hasta aquí desde un cuerpo celeste alejado dos mil años luz, los acontecimientos de aquella lejana edad histórica. El espacio sería un “archivo eternamente indestructible e insobornable de las imágenes del pasado”. Eberty agrega que conceptos tales como omnisciencia y omnipresencia “adquirieron una claridad y evidencia hasta entonces desconocidas”.

En 1923, Albert Einstein hizo una introducción para una nueva edición del texto de Eberty. El librito, escribió Einstein, exhibe “un espíritu crítico frente al concepto tradicional de tiempo […] Por otro lado muestra de qué razonamientos caprichosos nos salva la teoría de la relatividad, la misma a la que precisamente se le ha reprochado de tantos lados el carácter excéntrico de sus corolarios”. Einstein alude aquí a la tesis fundamental de la teoría especial de la relatividad, según la cual un viajero del tiempo no podría adelantarse a una onda de luz, pues la velocidad de la luz es constante.

Esto fue expuesto en un congreso de astrofísicos y filósofos en Honolulu. En una contraponencia, el astrónomo de Harvard Andreas Küppers señaló que el descubrimiento más reciente de la ENERGÍA NEGATIVA (que irradia en dirección contraria a la gravedad) relativizaba el impedimento descripto por Einstein para un CINE CÓSMICO UNIVERSAL. Un rayo de energía negativa contrario al rayo de luz era ciertamente capaz de transportar información hacia atrás, aunque no en forma de fotones. Así, si se quería poner en práctica la idea de Eberty, quedaba el problema de que por el momento no podíamos ver ni descifrar la ENERGIA OSCURA (que probablemente representa una fluctuación del vacío). Estaban trabajando en ese problema, dijo Küppers.

-Usted dice que en el espacio exterior, a 217 años luz de nuestro planeta, se encuentran las ondas de luz que abandonaron la Tierra (que en este aspecto se comporta como un proyector de cine) en la época de la Gran Revolución Francesa. ¿Cómo es posible captar ese raudo rayo de luz, suponiendo que un observador establezca contacto con él? Es evanescente.

– En esta cuestión el astrónomo francés Flammarion completó la idea de Eberty. Flammarion postula una estrella con una superficie sensible a la luz, por ejemplo, de yodo (como en una cámara oscura) que tendría la forma de un cilindro giratorio sobre el cual los acontecimientos se “inscribirían” eternamente.

-¿Como una de esas columnas para afiches callejeros? ¿Una columna cósmica en la que cada nueva inscripción borra la anterior?

-No . Más bien como en un papiro antiguo que fue sobreescrito. Pero esa es una dificultad a la que podemos hacer frente. Leemos lo que está sobreescrito y, con vista de rayos X, lo que está debajo.

-Supongamos que se han superado todos los demás obstáculos. Si aparece alguna noticia, por ejemplo, del 1o de agosto de 1978 sobre la explosión del imponente buque de línea L’Orient, eso implica que el cielo sobre Aboukir estaba despejado.

-Así estaba el cielo aquella noche. De ahí nuestra esperanza de enterarnos si se trató de una o dos explosiones.

-Pero durante los momentos decisivos de la Revolución Francesa el cielo sobre París estaba oculto por las nubes.

-Con un aparato infrarrojo podemos ver a través de las nubes.

-Pero en principio usted ve los acontecimientos en plano general. ¿Qué se puede ver de una revolución en semejante visión de conjunto? Muchas cosas suceden en espacios cerrados.

-No menosprecie nuestra capacidad de agrandar los detalles. Imagínese que se abre una puerta, la luz sale del edificio del convento primero hacia un costado, y luego se eleva al cielo. Los servicios secretos han superado obstáculos mayores con tal de hacer visible algo.

Durante el congreso, los científicos conversaron acaloradamente. Ya no dudaban de que las imágenes de todas las épocas anteriores pasaban como una corriente junto a (y a través de) nosotros. Esto interesaba especialmente a los filósofos, que además siempre son historiadores. Querían tener ese CINE UNIVERSAL.

-¿Está diciendo que las imágenes del todo nos influyen aun cuando no las veamos?

-¿Cómo algo así no ejercería influencia?

-¿Está diciendo que nuestros ojos no lo descifran pero aun así nosotros lo percibimos?

-No que lo percibimos, pero la corriente de ese cine nos atraviesa.

-Yo digo lo mismo.

-Aunque no conozcamos su efecto.

Escrito por Alexander Kluge – Traducción por Nicolás Gelormini

*Este escrito es parte del libro 120 historias del cine publicado por la editorial argentina Caja Negra el año 2010. Puede obtenerse su edición física en https://cajanegraeditora.com.ar/libros/120-historias-del-cine/