Óleo taciturno de esferas de fuego
Sentado a la mesa de la pipa vacía
Encadenado a un árbol
Que condenado a ser silla
Acompaña mis comidas
De naturaleza muerta y grasas saturadas
Las falsas flores
Emergen engañando a los incautos
Y se destruyen al oír el reloj
Recostado en la mesa comprendo a las viudas
Que rehacen su vida en el comedor de diario
El barniz protege mis huesos
Del incesante paso de los rayos
Para invertir mi cadavérico avance
Por este lado oscuro del muro
Vierto el vino en mi abdomen maquillado
Mirando de frente al cielo
Para ver que opinan las golondrinas de viento
El huevo frito de mis ojos
Acompaña mi arroz pálido de mañanas repetidas
Que delirio y que ricos sabores
Parezco joven
Para untar mis propios huevos.
Simbiosis
Alivio mis culpas
De dolor enajenado
Con cada trago largo
De mosquitos infectados
El dolor acumulado en mis entrañas
Me impiden sostener mis ojos
A la caída triste de mi conciencia
Un ojo cae a mi vaso
Y se sosiega el desconcierto
Me desmorono paso a paso
Sin perder la compostura
Y en cada trago largo
De mosquitos infectados
La verdad sale a flote
Con cada trozo de mi cuerpo
Que sin vergüenza caen al piso
Repartidos por doquier
Para estar más cerca del mundo
Quien sabe porque
De cabeza se ha puesto mi casa
Y ya no sirve más
Desde que el augurio del recuerdo
Se presentó por mi balcón
Que como ave se echó a volar
Bebo mi ojo del vaso
Y veo la solución
Dentro de mi carne también soy joven.
Soliloquio
Rasguño el augurio de la soledad
Aprendo a soplar fuego
Digiero mis palabras
Mientras se asa mi vientre
Alimento a los gatos con rocío de lágrimas
No me endereza la vida
No me comprenden los muros
Y aíslo mi conciencia
Cuando me telefonea el silencio
Pulcro olvido de mis sábanas
Que amo el lánguido descuido culposo