Desperté sobre las cloacas de un asunto.
Donde una lanza de concreto se ha incrustado
en el entretecho de una casa,
y ahora los niños usan como puente.
Donde el rugido de la ciudad
ha subido en forma de púas de algodón.
Desperté cansado tras 85 horas de trabajo.
Los huesos de mármol se dinamitaron
ante los ojos de mi abuelo militar
y las manos vitíligas de un escultor intentan
torpemente construir la próxima estatua.
Desperté envuelto en la geografía
de una sabana montañosa.
Inscritos en el mapa de tela ahumada
me llegaron tus besos formando
una puerta giratoria.
Desperté con resaca, obvio.
¿Cómo sino borracho
se puede sopesar el rayo de hormigón
sobre mi cabeza?
¿Cómo sino borracho
puedo leer los mensajes ocultos
en la constelación de lunares
de tu espalda?
¿Cómo sino borracho
aguanto las 85 horas sobre un andamio
queriendo ver el mar
incluso mirando en la dirección opuesta al mar?
Desperté borracho
Vi la noche caer a 10.000 metros de altura
queriendo volver al pueblo de mi madre
donde ocurren los eventos paranormales.
Pastizales quemados por el loco
que si te encuentras en la calle
no sabes si te pedirá un cigarro
o te ofrecerá un pacto con el diablo.
Desperté en el pueblo
donde los caballos siempre están tristes
y la cárcel ahora es un hotel.
El pueblo donde las panderetas se pueden saltar
y no te dejan incrustado
lamiéndote la punta de los pies.
Desperté solo,
queriendo encontrarme con mi padre
o el perro que llevo tatuado
en mi brazo derecho.
Saboreando los porotos de mi abuela,
las acequias con olor a pichí de burra
y las 5 horas que me quedan
para que suene la alarma.
Poema y foto de Rodrigo Vergara