Con una mano
se escribe la historia
con el codo se borra.
¿Quién recuerda
a Gómez Rojas?
Su nombre usado
para un parque
y una tumba.
Espíritu de la época
inspirado poeta-cohete
en las tramas del poder
pisado fuiste,
entre los dientes del proceso
feneciste.
—“¡Anarquista!
Señor ministro,
esa es disciplina moral
que no tendré ni hoy
ni nunca (…)
¡No hagamos teatro
señor ministro!”
—dice Manuel que dijo.
Incomunicado
a pan y agua
durante ocho días;
trazó versos.
El mundo es una cloaca
le recordaron
los mordiscos
de ratas.
Pasan dos meses
el seso seco
se vuelve incoherente.
De la cárcel
a la Casa de Orates,
lo besa la muerte.
Lloran las masas
en el Santiago antiguo;
un puñado de versos decían:
“quizás la muerte que nos hiere
también tendrá su muerte:
¡Miserere!”
por Pablo Molina Guerrero