Agradezco mucho a Fernando Pérez por la invitación a presentar esta antología de poemas de Ricardo Aleixo traducidos por él al castellano. Se trata, según nos cuentan en el prólogo, “del primer volumen completo dedicado a la obra de Aleixo en nuestra lengua”. Este paratexto presenta a Aleixo como autor de una “escritura de encrucijadas”, cuya obra se sitúa en el cruce de distintas tradiciones poéticas, con poemas atravesados por intensos afectos y sentimientos de índole diversa. El poeta, nacido en Belo Horizonte en 1960, es una figura fundamental de la poesía brasileña contemporánea, y es además un artista visual/sonoro, performer y ensayista.
Antes de hablar de los poemas quiero celebrar el objeto mismo del libro, que da cuenta de un trabajo cuidado de diseño y edición por parte de la editorial Libros del pez espiral.
La primera imagen que me sugirió el título de la Antología y la lectura del prólogo con su insistencia en la escritura de encrucijadas de Aleixo fue la de Legba, que en el panteón vudú hace de intermediario entre el mundo humano y no humano y conecta lo visible con lo invisible, así como distintos tipos de opuestos. Es la loa que abre los caminos, que se ubica en los cruces, es el primero en ser invocado en una ceremonia vudú. Es, en Haití, el dios de los escritores.
En el panteón afrobrasileño encontramos los atributos de Legba en Exú, que es también un guardián de encrucijadas. A este dios le dedica Aleixo el primer poema de A roda do mundo (1996) recogido en esta antología. El poema celebra la fuerza y astucia de Exu, que conecta el inicio con el final: “El primero que nació/ el último en nacer./ Dios capaz de artimañas/ controlador de los caminos”. Es también el “Señor del habla fácil”, de la creación de mundos con el poder de la palabra. Al poema “Exu” le siguen otros dedicados a deidades del panteón yoruba, como por ejemplo “Naná”, divinidad de la lluvia, del barro, que media entre la vida y la muerte: “Agua/ Barro/Muerte/ Madre del secreto del mundo”. Este poema lo cierran los versos cortos, bellos y precisos: “Tus gestos/lentos/al fondo/del agua oscura”.
Legba/Exu es también una figura muy pertinente para pensar esta Antología en su rol de puente y mediación entre lenguas y culturas. Desde el castellano el portugués puede parecer cercano, pero si no lo conocemos bien podemos caer fácilmente en las trampas de los faux amis y perder las sutilezas de ciertos giros y juegos de palabras. Se agradece en ese sentido la opción bilingüe de la Antología, la presentación de los idiomas en portugués y castellano en páginas opuestas que permiten leer las dos versiones. Me parecen muy buenas las opciones que toma Fernando en momentos complejos para la traducción, versos con aliteraciones que en castellano llevan a optar no por la palabra más cercana sino por la que pueda preservar un ritmo, rimas que en castellano se mantienen cambiando la sintaxis, etc.
También es acertada la opción de dejar los poemas visuales más elaborados en portugués y solo traducir sus palabras al castellano, es decir, no tratar de reelaborar en castellano lo que podemos percibir en su versión original con la ayuda de la traducción de los versos. Y creo que algo similar se puede decir con respecto al nivel de la traducción cultural: entramos al libro desde nuestras propias referencias y experiencias lectoras y culturales, comprendemos desde ahí, intuimos también lo que no comprendemos del todo. En mí caso, por ejemplo, fue bonito el ejercicio de ir asociando el panteón yoruba con el vudú, que conozco más por la literatura afrocaribeña. Tampoco la traducción entre el nombre de un dios o loa y otro es exacto, pervive el juego de la cercanía y la distancia, de identidades y diferencias.
Esta antología presenta una selección de 9 poemarios de Aleixo, publicados entre 1992 y 2022. Esto nos permite tener una visión bastante amplia de los distintos registros y apuestas estéticas del autor. Encontramos poemas que reflexionan sobre la escritura y la poesía, sobre el poder de las palabras, que a veces son remedios, otras veces venenos, que pueden curar, matar, salvar (del poema “Palabrear”). Hay poemas cortos, precisos, epigramáticos y otros más íntimos y narrativos construidos en verso o en prosa. Despuntan recuerdos de infancia, fotos de familia, paseos por ciudades cosmopolitas como Berlín, recorridos por una ciudad que la voz poética dice conocer “como la suela de mi pie”. Hay palabras y versos que juegan en el espacio de la página, tipografías que arman figuras, poemas que se inscriben en la tradición de la poesía concreta, poemas sobre fondo negro, poemas sobre fondo blanco.
Este panorama poético permite reconocer el diálogo que establece Aleixo con distintas tradiciones de la poesía occidental y también la forma en que se nutre de la oralidad y la cultura popular. En ese sentido el poema “Ancestro” puede leerse como una breve ars poética que muestra la interrelación y confluencia de presencias del pasado, presente y futuro, a la vez que muestra el carácter transtemporal de los referentes poéticos y del panteón yoruba:
Ancestro/ es quien vive/ al medio/ del tiempo/sin tiempo/ y quien vino/ y ya se fue/ y es también/ quien aún no ha venido.
Además de estos distintos entrecruzamientos encontramos en Aleixo una propuesta estética en que las oposiciones e incluso contradicciones juegan un rol fundamental. Muchos poemas muestran el doble juego de lo que se hace y al mismo tiempo se deshace, de los contrarios que habitan el mundo y que conviven en los sujetos, de lo imposible haciéndose posible en el espacio de la página. Hay en eso nuevamente huellas de Legba/Exu, hay también la búsqueda de la emergencia de cosas, formas, sentidos, impresiones nuevas en el contacto entre lo que no es totalmente ni una cosa ni otra.
Sin embargo, o quizás al mismo tiempo, estas configuraciones permiten expresar también lo que los últimos poemas del libro abordan de forma directa y muchas veces cruda: la compleja existencia de las personas negras en un mundo racista. Aleixo, como muchos otros artistas y escritores afrobrasileños, impugna el mito de la “democracia racial” brasileña, y se suma a las voces de la diáspora afrodescendiente global que relevan las continuidades entre las experiencias del Pasaje Medio, la esclavitud y las condiciones contemporáneas de exclusión y subalternidad de gran parte de la población negra. El humor y cierto juego con el absurdo que aparece a menudo en los versos de los primeros poemas de la antología tiene una presencia mucho menor en estos poemas que se preguntan por lo que significa ser negro, habitar un cuerpo negro. En el potente poema “Mi negro” la voz poética señala fanonianamente: “El negro es una invención del blanco”. El negro es un ser para otro, también lo dijo Fanon: “Soy lo que sea que tú pienses que un negro es. Casi nunca piensas en los negros. Seré para siempre lo que quieras que un negro sea. Soy tu negro. Nunca seré solamente tu negro”. Pero no solo el negro es una construcción del blanco, este depende también, para su existencia, de afirmar su diferencia con respecto al negro: “Puedo vaciar sobre tu blancura la negrura que define a un negro a los ojos de quien no es negro”.
En estos últimos poemas Aleixo integra las experiencias colectivas comunes a las personas negras en Brasil y el mundo −la violencia y amenaza a la integridad física por el racismo institucionalizado, el impacto inicuo de las microagresiones cotidianas− con la construcción de una posición y voz propia, de una subjetividad que se articula y confunde con otras a la vez que afirma su individualidad. Desde esa posición, afirma el poema “Infierno”, debemos ser capaces de siempre ver, ser, leer al otro.
Para terminar, quisiera leer dos poemas cortos del final de la antología que muestran esta confluencia entre las dimensiones comunes a la experiencia de ser negro, de habitar un cuerpo negro y el posicionamiento particular del sujeto poético:
“Cuidado”
Toco mi/ propio rostro/ con mucho cuidado
Porque todo/cuerpo negro/es un campo minado
“Diario del cruce”
Pienso negro, chueco/zurdo. Escribo del mismo modo, y es/ así, también, que vivo/ En la encrucijada. Al medio/ del remolino. Negro/ Chueco. Zurdo. Vivo.
Por Lucía Stecher
Foto de Gunnar Smoliansky
Sobre:
Ricardo Aleixo
Encrucijadas
Antología poética
Pez Espiral
Traducción de Fernando Pérez Villalón
2024