Sobre Sublevaciones poéticas de Georges Didi-Huberman (Luciole Ediciones, 2023)

 

La nada es por antonomasia el ejercicio de entonación de los mudos
y toda certeza se estrella contra el cielo.
El ojo que es nómade lo sabe y lo canta.
La ceguera que es difusa a veces ve un hilo de luz
MALÚ URRIOLA

 

Suelo imaginarme un drama, un escenario donde la filosofía y la poesía fueron dos hermanas separadas al nacer. Las dos llorando juntas al venir al mundo. También a veces se nos aparecen como dos hermanas mellizas. Cuando un filósofo intenta pensar la poesía, o bien, cuando una poeta juega con el lenguaje de la filosofía, podemos atisbar ese horizonte inicial y materno donde ambas expresiones compartían el sentido. Creo que la conferencia Sublevaciones poéticas (Luciole Ediciones, 2023) de Georges Didi-Huberman participa de este tipo de textos híbridos que se atreven a cruzar las fronteras, para hacernos recordar la cercanía original de todos los discursos.

Recuerdo cuando era una luciérnaga en el callejeo de Santiago, y un amigo poeta de ese entonces me decía que encontraba exagerado y hasta ridículo cuando los filósofos intentaban hablar del poema. Parecía que ahí encontraban el comodín que los recuperaba de todo su enredado e intelectual palabreo. Como en Hölderlin o en Baudelaire encontraban una salvación apenas en una frase. Cómo después notábamos que esos poetas que habían sido parasitados por la filosofía. Nos generaban risa esas salidas, sobre todo por lo que significaba el trabajo poético: ante todo ir más acá de las cosas, a veces estar en lo ordinario, equivocarse, llevar contigo la dificultad de aterrizar la palabra donde parece imposible.

Pero esta vez el tacto del tema es distinto: quizás Georges escriba poesía a escondidas porque se le nota. Hay que decir que Didi-Huberman, en todo caso, no es el arquetipo del filósofo erudito y añejo. Se le considera ante todo un ensayista. Sus vueltas por la teoría estética, el psicoanálisis o el cine, dan cuenta de una versatilidad envidiable. Hasta ahora, habiendo leído solo La invención de la histeria (1982) o Supervivencia de las luciérnagas (2009), ya me habla de una escritura que mezcla referencias de distintas épocas, al modo de Aby Warburg o Walter Benjamin. Solo si nos detenemos en el texto de las luciérnagas (lucioles en francés), podemos seguir la pista del proyecto editorial Luciole (2022) que nace entre Valdivia y Santiago, y que ahora decide editar a Didi-Huberman en su segunda publicación hasta el momento.

Las lucciole (ahora en italiano) serían, en la lengua de Pasolini, aquellos “seres luminiscentes, danzantes, erráticos, inaprehensibles, resistentes”, ante todo, sobrevivientes. Es el resplandor que se mantiene pese a todo. Esa luz menor o marginal, me parece, concierne a la danza vibrante de la poesía. Con esa misma ética esta plaquette asume el cuidado y el impulso colaborativo: las imágenes de Jorge Polanco, la traducción de Juan Tapia, o incluso, el uso de la imagen de una bailarina facilitada por el Archivo Personal Mauricio Amster para la portada. Por eso es un acierto editar este pequeño ensayo que abarca siete puntos como piedras dispersas acerca de eso que llamamos poesía. Acaso la poesía es la luciérnaga por excelencia: pequeñas luces que juntas inventan una constelación en medio de la oscuridad.

Didi-Huberman quiere contarnos acerca de ese deslumbrante tacto que nos da la poesía. Como algo que se da a conocer, como un don nacido de una herida compartida. Estos siete dones serían el poema como don de pensamientos-frases, como don de apariciones-proximidades, como don de palabras-videncias, como don de memorias-deseos, como don de saberes sensibles, como don de gestos-dolencias y como don de revueltas-dulzuras. Aquel don que hace referencia es del esplendor impersonal y desatado, como si el poema nos permitiera transformar algo propio en algo que existe más allá de nuestras escenas personales.

Si en el famoso Ensayo sobre el don (1925) del antropólogo Mauss se hablaba del regalo como la condición básica de intercambio institucional en las sociedades arcaicas, este tipo de tacto que da la poesía es de un carácter que rompe toda obligación. Estos dones que describe Didi-Huberman son condiciones que se abren a un horizonte de imaginación capaz de captar “las relaciones íntimas y secretas de las cosas” (p. 21). Un don que nos puede hacer ver cosas que antes no veíamos. De hacer aparecer aquello que de otro modo no podríamos recordar. Curiosamente, este tipo de don está más cercano al pensamiento mágico, en el sentido de que la poesía nos haría sentir un espacio que está fuera del consenso.

Me detengo en dos momentos de este maravilloso recorrido por los dones: con las videncias y las memorias. En mi experiencia, el trabajo poético ocupa como material básico la palabra compartida. La moneda de intercambio que usamos todos los días, como diría Paul Valéry. ¿Cómo salirse de aquella costumbre constituida? ¿Cómo aspirar a otro tipo de lengua dentro de la misma lengua? Visto así, salir a flote parece un milagro. Pero quizás algo del regalo esté cercano al ámbito del milagro. Cuando un poema te toca es con ese deslumbrante consentimiento que reconoce el interior. Lo impresionante es que esto puede ocurrir con las mismas palabras que anteriormente estaban vacías y desprovistas de sentido. Las palabras ciegas, como dice Didi-Huberman, pueden volverse videntes. Entramos a la zona oscura cargando nuestras lámparas como ermitañas luciérnagas que van encontrándose en su montaje lleno de danza y erotismo.

Entonces nos damos cuenta que la memoria se aloja ahí donde antes no podíamos verla. No nos antecede ni precede como creíamos, sino que todavía latía a la espera de nuestra visión hecha de palabras. Creo que en ese destello hay una naciente sublevación al orden de las palabras vacías e instrumentales. Estas Sublevaciones poéticas de Didi-Huberman, podrían ser perfectamente la guía de trabajo de cualquier taller de poesía. Tiene el tacto tan excepcional de un pensador que se acerca, tanteando, sin buscar los últimos juicios. La conciencia de alguien que ha leído para compartir generosamente sus observaciones y límites, ponerlos a disposición.

 

Por Drago Yurac

 

Sobre:

 

 

 

 

Sublevaciones poéticas

Georges Didi-Huberman.

Traducción de Juan Tapia Araya.

2023

Luciole Ediciones 

40pp