Sorprende este libro de cuentos, Yo no soy esa, de Greta Montero (Coronel, 1986) autora que ha publicado tres libros de una poesía marcada por la imaginación y la  capacidad de delirar, y que ahora se pasa a cierto realismo particular. Los cuentos son de tono variado aunque en general todos tratan sobre mujeres. Son ágiles, de pocas páginas y tienen algo de gags, muestran situaciones que se vuelven incómodas con una velocidad de vértigo. Aquí la escritora nos habla sobre sus influencias, el origen de algunos de sus cuentos y sus siguientes proyectos, entre otros asuntos.


N.C. Este libro no sólo es tu primer libro de cuentos, también marca un giro inesperado hacia el realismo. ¿Puedes comentarnos cómo se dio y cuál fue tu punto de partida para distanciarte un poco de la poesía y escribir cuentos?

G.M. Cuando comencé con lo de la escritura, a eso de los dieciséis, lo hice escribiendo cuentos. Después de los veinte me convencí de que era mejor escribiendo poesía que cuentos, pero ya pasados los treinta y cinco me pareció que me lo había inventado, que si me lo proponía podía escribir con decencia en cualquier género. Todo es trabajo y obsesión. Me metí con estos cuentos después de terminar el último libro de poemas, publicado por Overol en 2022, Un día quemaré sus castillos, donde ya me había abierto a la escritura en diversos registros. En ese libro incluyo una sección de cartas, por ejemplo, cartas de desamor entre estrellas de Hollywood de los cincuenta.

Mi punto de partida para los cuentos fue escribir memorias, quizás pretendí en algún momento hacer un libro de memoria de infancia, pero el ejercicio fue creciendo y distanciándose. De ese ejercicio nacieron los cuentos y también una novela que espero publicar durante el año. Supongo que como nació del intento de indagar en la memoria personal es que los cuentos exploran ese realismo que dices. Pero me gustaría seguir con la narrativa diversificándome más, hacer ciencia ficción, que me encanta, o lo que me vaya surgiendo. Me gustaría explorar la dramaturgia más adelante. En fin, no me considero atada a nada.

N.C. Desde el título, Yo no soy esa, veo que el libro se trata de una indagación por quién es su autora y por cómo es la vida de una mujer actual. ¿Estás de acuerdo con esta interpretación?, ¿quieres agregarle algo?

G.M. Sí, supongo que tienes razón, aunque igual eso de quién es la autora, que los cuentos hablen de mí parece una desventaja. Algunos cercanos que lo han leído y que me conocen me lo han insinuado de alguna manera. Me gustaría decir que no es tan así, no es que yo sea todos los personajes de los cuentos, que cuente mis propias vivencias, eso es falso. Yo me saqué a mí misma una que otra referencia, me usé para empezar, digamos, pero no son autobiográficos. Uso quizás el pueblo chico, la mujer proletaria, la madre separada, porque traté de ser verosímil, usando los materiales, referencias y contextos que me son familiares, pero hay cuentos que son pura ficción, como “Ojos de araña”, que para mí es puro artificio de discurso. En los mensajes del personaje masculino en ese cuento uso algunos versos de poemas de William Carlos Williams, por ejemplo, que en realidad no tiene nada que ver conmigo ni con la mujer actual. En el cuento “La partera” uso mi memoria para describir el lugar, mi papá nos llevó varias veces a Trapa Trapa, en alto Bío Bío, una reserva pehuenche, pero lo que ocurre con los personajes es completamente ajeno a mis experiencias personales. El cuento “Bestias” explora el viejo tabú del incesto, una especie de tragedia griega al estilo Western. Ahora bien, creo que sí hay cuentos que definitivamente exploran a la mujer actual: “Mami”, “Yo no soy Maite Orsini” y “La solicitud” definitivamente lo hacen. 

N.C. De alguna forma, me parecieron muy chilenos tus cuentos. Por lo que retratan y por la soltura para reproducir cierta idiosincrasia local. Los conflictos que se dan entre tus personajes, o mejor dicho la forma en que se desarrollan, me parecen casi intrínsecamente chilenos. Supongo que eso no viene de la nada, así que me gustaría que nos contaras qué cuentistas u otros artistas te interesan o crees que sirvieron de influencia para este libro.

G.M. Me influenció mucho la lectura de Alice Munro, leí sus libros de cuentos Demasiada felicidad, Danza de las sombras y Algo que quería contarte. Ella me pareció fascinante y precisamente sus relatos se contextualizan en el pueblo, en una idiosincrasia particular, donde lo simple puede extrapolarse a lecturas profundas. También me gustaron mucho los cuentos de Hebe Uhart. Me los leí mucho en el tiempo que estaba escribiendo y editando. Sus historias gustan partir de lo mínimo y de lo local para irse, sin que te des cuenta, por unos hilos brillantes que te vuelan la cabeza, como en sus cuentos “Guiando la hiedra”, “El budín esponjoso” o “Impresiones de una directora de escuela”. 

Mi disposición para escribir los cuentos no fue un ejercicio espontáneo, quería probarme a mí misma que podía hacer esto, darle batalla a la narrativa con decencia. Fallé en varios cuentos que empecé y que luego tuve que desechar porque no me satisfacían. En la medida que inicié nuevos cuentos y deseché material buscando un mejor nivel de escritura me pareció que ganaba fluidez escribiendo precisamente desde lo local, sin miedo a las situaciones cotidianas. Le tomé valor con estas lecturas, le perdí el asco a lo mínimo porque le gané respeto a una historia con personajes comunes. Por otro lado, me considero una escritora de provincia y me gusta revisitar el origen en todos mis libros, creo que le da valor a mi trabajo. Aunque también creo que eso de “cuentos intrínsecamente chilenos” es una experiencia de escritura, como dije en otra pregunta, no me considero sujeta a nada. Ahora escribí así y luego puedo escribir asá. 

N.C. Es llamativo cómo escribes las escenas de sexo, tan como de picaresca y a la vez críticas. ¿Puedes comentarlas?

G.M. Creo que tiene que ver con mi sentido del humor, mi naturaleza es bien irónica, mientras escribía esas escenas me daba mucha risa en verdad y pensaba “si yo leyera esto me daría una cosa en la guata, démosle no más”. A su vez, tiendo a encontrarle el ridículo a las cosas como si quisiera desacralizar la iniquidad, me resulta atractivo. Soy burlona, ácida, crítica, y me gusta.

N.C. Hay una frase de Raymond Carver: “Tú no eres tus personajes, pero tus personajes son tú”. ¿Crees que tus personajes se parecen a ti?

G.M. Hay algo en algunos, en otros no. “Mami”, por ejemplo, me he sentido como la protagonista en el pasado, dando explicaciones por esto y lo otro. También he pensado algunas veces como la protagonista de “Yo no soy Maite Orsini”, pero ya fui a terapia menos mal. También me casé una vez con un artista durante demasiado tiempo, como la protagonista de “La solicitud”. Así que sí, culpable, señor juez. Los cuentos están sucios, sucios de mí, un tanto, algo. 

N.C. ¿Puedes comentarnos tu cuento “La académica” y, si te parece decirnos, cómo se originó? Me gustó, es sencillo y sin embargo está particularmente abierto a varias interpretaciones.

G.M. Hace muchos años un profesor viejo me dijo que tenía que terminar el doctorado. Yo me sentía sin fuerzas, deprimida, trabajaba mucho, sostenía una casa, un marido y una hija, agobiada total. Entonces él me dijo: mira, para ti, que eres de Coronel, esto es un ascenso social, tienes que terminarlo, ¡termínalo! Eso se me grabó, esta idea de la academia y del ascenso social. Igual uno lo ve en lo concreto, ¿en qué comuna suelen vivir los académicos reputados, los artistas reputados? de Ñuñoa para arriba, al límite con Providencia, de Providencia para allá. También tiene que ver con dónde se encuentran los mayores centros culturales, dónde se desarrollan sus eventos, incluso los mejores bares ¿dónde encuentras a esta gente reunida? Puede que esto no sea tan cierto para todos, pero tampoco es mentira. 

El cuento se originó desde cierta impotencia mía, me sentía, como académica y como poeta, una fracasada. Pero se me pasó, más que nada porque hay cosas que antes me afligían y que ahora ya no me parecen tan importantes. 


N.C. ¿Cómo fue trabajar con los editores de Aparte, de Arica? 


G.M. Respecto a Rolando Martínez no tengo nada más que gratitud por la confianza y el interés en mis textos. Respecto a quienes me editaron, pienso que trataron de hacer un buen trabajo. No siempre estuvimos de acuerdo, pero así es el trabajo de edición. Como autora trato de ser lo más humilde que puedo, mi interés es sacar adelante el mejor texto posible. Creo que se logró bastante. Aparte ha sacado muchos libros interesantes, tiene un catálogo no menor, mi admiración para ellos. 

N.C. Personalmente, me gustaría leer más cuentos como estos, pero también algunos que agreguen esos procesos que tienen tus libros de poesía, donde la escritura va mostrando su propia construcción como artificio. ¿Podría ser posible? Y ya que con este libro has ampliado tus recursos estilísticos, ¿qué planes tienes para próximos libros? 

G.M. Me gustaría escribir otros cuentos que sean publicables, el doble por lo menos de los cuentos de Yo no soy esa. Espero que sean diversos, con múltiples discursividades, usar la reescritura como estrategia, elaborar narradores con muchas máscaras, desde diversos locus enunciativos, ponerme de cabeza. 

De momento, solo estoy editando la novela que mencioné, donde intento rescatar una memoria ancestral, así que supongo que vendrá una profundización en estos tópicos de lo local. La novela está situada en la ciudad de Coronel, donde la voz de los personajes juega con registros distintos. La protagonista es una niña que intercala historias de sus abuelos, revelando un Coronel antiguo que ya no existe, con eventos que a ella le ocurren, al estilo de un bildungsroman, que a ratos parece un antibildungsroman. Espero que con éxito o con decencia, por lo menos. Creo que funciono bien con un solo proyecto que vaya obsesionándome. Ahora estoy con esto y luego haré otras cosas. Espero. 

Entrevista por Nicolás Campos F.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo no soy esa
Greta Montero
Editorial Aparte
2023
112 pp.