Andante grazioso 

La próxima vez que te vea en Macao, amigo, me cuentas la historia
completa de nuestra infancia, no tengo recuerdos muy vívidos de
las cosas que solía hacer a los lugares a los que solía ir y de cómo,
literalmente, solía perderme en Macao, me gusta pensar en esa
última vez que estuve allá y porfiadamente tu perro no te dejó
contar las dolencias que le pasaban a tu corazón, espero que ya no
duela tanto… o si quieres escribirme …mis días son tan quietos y en
silencio acá, que tus cartas las leería animoso saltando por la casa
pese a que me escribas con el corazón en la mano, perdona amigo,
a veces pienso que tu perro nos hizo un favor al interrumpirnos esa
tarde, pero no me hagas caso, parece que la botella de gin que me
regalaste ya me tomó por sorpresa ¿te puedo decir que el diablo a
veces me viene a cobrar deudas de los años que ya no me
acuerdo?
No, prefiero dejarte con los versos de Zhuang, que me ayudan a
salir cuando mi cuerpo no puede y con la imagen de esta criatura
que tienes de amigo; sentada en el sillón, congraciándose con las
vibraciones de las moscas. 

 

 

Una palabra* 

Murmura un rato
afuera de tu casa
crea un espacio
y cruza ese espacio ¡ahora!
lo que queda para ti
es sólo para ti. 

Zhuang Ye*




¿Estamos haciendo lo conveniente? 

Para Robert Walser 

“Algo se ha roto” Todo está bien decía después creyendo aliviar a sus
discípulos. Cuento corto del maestro, siempre fue su miedo a no saber
cambiar una ampolleta, y hacer que tu maestro enfrente su miedo es
dejarlo solo, y a oscuras; como estará sin respuesta a sus mandatos,

y sin saber cómo cambiar la ampolleta… se verá obligado a tantear
alucinadamente una solución, hay que observarlo bien, por amor a la
burla, hay que ocultarse para ver la idiota cara del hombre contemplativo
–¡Escondidos!– Y los discípulos se esconden, formando en fila una larga
sonrisa en silencio, cuando de pronto el maestro confiesa: “Algo rompí”.

 

 

 

Folletín del pueblo 

6 segundos bastaron.«¿Cuál es la esencia de los verdaderos artistas?»
Con el puro en la boca y manejando sin entender la pregunta el escritor
se queda pensando en el parecido del entrevistador con su hermano
muerto, hace unas semanas le habían otorgado el Toyota por ser el
rostro de la marca, que ahora el poste de luz dejaba destrozado y
saliendo ilesos de los restos, ambos se ayudan, sacuden sus ropas y
vuelven caminando al pueblo para contar la anécdota en el bar. «¿Cómo
fue que se salvó?» Y el escritor escribe un informe que publican en el
folletín del pueblo: «Con un auto como este, uno puede sobrevivir a
cualquier accidente». Cosa que a los días recibe las llaves de su nuevo
Toyota.

 

 


Lo más lento posible 

Abandonar mi dolor de cabeza, y tomar mi bastón, o caminar con dolor
de cabeza, pero caminar con bastón, entonces camino hacia el fuego,
que del fuego escolto calor, calor y luz, y me inclino a escribir el discurso
de la inauguración del Castillo. Y si Dios, y la asamblea del castillo le
dan el peso debido a este discurso, también lo recitarán al año
siguiente, como aniversario, puesto que la idea original (se me ocurrió el
otro día cuando me llevaba la cuchara a la boca) es que el discurso
discurra por 300 años más, pretenciosa idea la mía lo sé, pero quién
sabe cuántas voces van a recitar mi discurso con recelo, esperando que
otro discurso derroque mi discurso, lo invalide o lo haga ver enclenque;
enclenque en comparación con la justa construcción medieval, pero
esto ya lo había pensado yo (cuchara en la boca) cuando me dignaba a
tragar y no tragué, y con el arroz conglomerado en la boca dije la idea
en el acto: “que el discurso sea un mantra” y el arroz salió esparcido por
todo el mantel, de modo que a mi hambriento gato no le llevó mucho
tiempo comerse todos los granos de arroz dispersos en la mesa.

 

 

 

Quién atestigua por el testigo 

Elocucionistas difieren sobre si debiese haber breve pausa después de
que el objeto de una afirmación…o simplemente silencio a no ser que la
página sea un plan, en el que cualquier símbolo por muy simple silueta;
raya, sílaba adquiera un relieve tal que el punto de vista se pueda
recortar y te vayas a casa con tu souvenir. Elocucionistas difieren con
tanta impaciencia letrada que como fin último sus lenguas sólo tocan sus
dientes. Elocucionistas se sienten vacíos… como guantes de cuero donde
no hay invierno que calce una mano friolenta, vacíos y no en vano los
guantes (Elocucionistas) cuelgan a la espera de una sola condición, el
frío. Más condiciones sería ya ponerse tontos; enguantarse las manos y
atajar el calor.

 

 

 

Gezhonggeyangde 

¿Quién? la caligrafía de mi firma en la dedicatoria piadosa de lo que me
va dictando el fan ¿Tengo que ufanarme con lo bien que se me da mandar
lo que no me importa a la mierda? Respira, relájese me enseña Natascha
con su mano enguantada en mi ingle convenciéndome de que mi ímpetu
se ve mejor en la almohada, roncando, y con el cordón de su guante
oscilando sobre mi erecta y creciente manera de poner atención, se
apartó como una estrella de cine entre las sillas dándome la espalda
mientras se sacaba los guantes que eran lo único que la mantenían con
ropa en este mundo y matemos este momento como se debe ¿cómo se
debe? me pregunta Natascha haciéndose la flor de loto, burlesca y
risueña, espléndida en tetas la flor de loto se abre esparcida en la silla
¿es la única manera de maniatarme? Respira, me dice, pareces una
cariátide exponiendo todo el peso de su arte, una huesuda prostituta, en
traje azul, se dispone a dejarme para siempre, balanceando una pierna
mientras se contempla en el espejo dorado para salir a tocar timbres…
Culo peludo, sólo tienes tus palabras, culo peludo, vuelvo mañana en la
mañana culo peludo y espero que hayas pagado y empacado, besito en la
frente, música triste, o música de cuna, si quieres, pero no salga de vodka
que no voy de recogemuertos ¿escuchó? Natascha cierra la puerta,
cartera colgando, música triste a música de ascensor, menea la pierna por
un poco de paciencia en el espejo pestañea su belleza tantas veces antes
de llegar al piso 1, lo más seguro, piensa riendo encolmilladamente, es
que mi viejito se va arrastrar pantalones abajo hacia el enorme espejo
para mirarse de espaldas, y revisar si tiene o no el culo peludo.

 

 

Por Sergio Salamanca

 

 

De:

Sergio Salamanca
Gezhonggeyangde
Litoral Dark
Argentina