El viento lleva humo y ceniza,

ropa colgada.

Entre la ropa, al enemigo noto,

el animal que castré e hice mío 

mira

viento, humo, ceniza. 

Teme a su riñón hoy, morirá. 

Por ahora entre la ropa lavada

Verás su pelo gris.

Humo y ceniza. 

Lo dejo. Limpio la ceniza

de la ropa. Queda gris.

Y se lo lleva. 

Raro. 

Viento

Humo y ceniza.

 

✴︎

 

Árbol tras el muro sur. Noche.

El vecino ha roto el desagüe taladrando 

Pero el veneno arborizó las ratas.

He oído las ramas (eso es todo).

Dos entraron a la portería

Y el portero está en coma.

Ahora caen una a una. El hijo del portero

Tiene buen ojo

(Juega al paintball, el chico

me mostró su fusil).

Los golpes secos me despiertan en la oscuridad.

Observo por la ventana, el jardín apagado.

Otra cae chillando.

Sé que está ahí, quiebra las hojas

Hasta que el perro llega.

Luego es rápido.

“Buen chico” susurra el chico

(pero se escucha todo).

Descanso

con la mandíbula apretada

-¿no se me escapa algo?

y vuelvo a dormir

sintiéndome un

buen chico. 

 

✴︎

 

Sentado aquí, la recuerdo.

Dos citas tuvimos en este parque.

Una amiga en común nos presentó en el paradero. 

Supe rápido que no la conocería más.

Pisó una araña. Porque le dio asquito.

De cualquier forma, nos besamos un rato

ambas veces. Pero ella siempre se detuvo

a hacerme preguntas extrañas como: 

“¿Solo me quieres para tirar?”

A lo que yo respondía: “no sé si te quiero”.

Y era cierto. 

Teníamos quince. 

Cómo saber.

Luego uno descubre que amar es tan fácil, no vale nada

(Y sin embargo, hay quienes viven tristes o degüellan a sus mujeres).

Por eso confío más en los infieles

Y me dan miedo los justos.

No la volví a ver. Pero he vuelto

a este parque, y unos adolescentes

me han embriagado y unas putas

me han robado s/.300.

El parque se ha quedado vacío

con las botellas. En la banca

alguien ha escrito en corrector blanco: 

“Elena”. Pero después lo ha tachado: 

Elena”.

 

 

Por Martín Balbuena

Fotografía de Ernst Haas.