PARADAS

 

 

CADENAS DE SUEÑOS

 

Quién puede dormir cuando ella–

a cientos de millas de distancia siento ese vasto aliento

abanicando sus agitadas cubiertas.

Cicatriz por cicatriz

todos los eslabones

resuenan una vez.

Aquí vamos, madre, en un océano sin barcos.

Piedad de nosotras, piedad del océano, aquí vamos.

***

 

 

 

DOMINGO

Mis lavados retazos flamean en un serio atardecer gris.

Hora de la cena, un viento más frío.

Las hojas se ciñen un poco.

Las luces de la cocina se encienden.

Pequeños misterios esponjosos de la noche comienzan a despuntar.

Es hora de llamar a mamá.

Deja que suene.

Seis.

Siete.

Ocho –ella

levanta el auricular, espera.

En las hondonadas distancias están los ratones de campo que merodean tan secamente.

***

LÍNEAS

Mientras hablo con mi madre, ordeno las cosas. Lomos de libros junto al teléfono.

Clips

en un plato de porcelana china. Fragmentos de goma de borrar se esparcen en el

escritorio. Ella habla

con nostalgia

de la muerte. Comienzo a inclinar todos los clips en la otra dirección.

Afuera,

en la ventana, la nieve cae en líneas rectas

A mi madre,

amor

de mi vida, le cuento lo que he comido en el almuerzo. Las líneas están cayendo

más rápido

ahora. El destino ha puesto pequeños pesos en los fines (para apresurarnos) yo

quisiera

decirle –señal de la piedad de Dios. Ella no me retendrá,

dice, ella

no me hará pagar la cuenta. Los milagros se nos pasan. Los

clips

están inmortalmente alineados. ¡Piedad de Dios! ¿Cuánto tiempo

será

que se sienta como quemando, dijo la niña intentando

ser

amable.

 

***

NUESTRA FORTUNA

En una casa al crepúsculo la última lección de una madre

arruina el ocaso y sella todo intercambio.

Mira por las ventanas en las noches, y verás gente

apostada.

Esas somos nosotras, teníamos una excusa para estar dentro.

Llegó el día, cortamos el fruto (cortamos

el árbol). Ahora estamos fuera.

Aquí hay una deuda

pagada.

***

 

 

AHORA PUERTO ALGUNO

En la vetusta lucha del aliento contra la muerte, un sueño más ha sido dado.

Aceptamos una oferta por la casa.

En la suma de las partes

¿dónde están las partes?

Silentes (allí) aguardan las hojas y las ventanas.

Nuestro tendedero vacío corta la noche inclinada.

Y haciendo su lamento por un perdido atuendo de la luz celestial

los ángeles y los detritus claman al pasar por nuestra esclusa aún con cerrojo

 

***

HOY SERÍA EL 50° ANIVERSARIO DE SU BODA

El frío eleva su plegaria sobre un muro romano.

La luz es extrema (capturada)

y las sombras esperan como

capuchas para caer.

El cerebro golpea

dos veces

por la sal.

Fue Ovidio, acaso, quien dijo ‘Hay tanto viento aquí que las piedras se quedan en blanco’.

 

***

ALGUNAS TARDES ELLA NO COGE EL TELÉFONO

Es febrero. Por doquier, hielo. Se sienten diferentes intensidades de hielo.

Sus colores –azul blanco marrón gris negro plateado– varían.

En partes del hielo hay pedacitos de grava o sombras en su interior.

En partes, es liso como una hendidura, no podrías estar sobre él.

De pie sobre él, el viento se vuelve fino, se desfibra.

Cuánto hemos deseado, hecho briznas.

Los pequeños no pueden pararse sobre él.

Ni una carta, ni un trazo de una letra, puede sostenerse.

A tientas –lo que vino a través del mundo– arde.

Es febrero. Hielo por doquier. Se sienten diferentes intensidades en el hielo.

 

***

ESA FUERZA

Esa fuerza, madre: desenterrada. Martillada, encadenada,

ennegrecida, agrietada, llorando, arrolladora, arrojada sobre sus

gemidos, martillada, martillando hoces

de la muerte. Empedernida y contenida,

porcionada y hambrienta. Cuchillo. Insangrante

hasta el tuétano

esa fuerza, madre,

se detuvo.

***

 

CREO QUE EL POBRE PUEBLO HA SIDO

PERTURBADO DEMASIADO TIEMPO

La luz en los muros de ladrillo y un viento del norte que agita las ramas negras.

La sombra saca las entrañas de la luz seca contra su palma.

Toma tu sopa, madre, dondequiera que estés en tu mente.

El mediodía del invierno despunta. Los soles débiles aún vivos

son como la virtud de los soles de aquel día.

Porque el pueblo pobre sueña

con la rendición, madre

nunca áspera,

madre galante

y gaya.

 

 

***

A PESAR DE SU DOLOR, OTRO DÍA

Las nieblas del río (7 am) se disipan y comienzan, tiemblan y comienzan

en las rocas del molino de septiembre.

Retazos de hoja se espejean a lo largo. He llegado a mi cordura.

Evidencia (7 pm): mientras ella se medica yo camino por el río.

La rueda del molino huele a húmedo maíz.

Atrás de mí (2:38 am) en la oscuridad del Motel Dorset escucho el tañido del radiador

y a ella, que despierta al otro lado del pueblo

en un pequeño y tórrido cuarto

asida a un rosario que brilla en la oscuridad.

Lo que sea que digan sobre el tiempo, la vida solo se mueve en una dirección,

es un hecho, que se espejea a lo largo.

Las nieblas del río (7 am) se desollan y se hacen plata

cuando oscurece el alba

el día que parto.

PELIGRO NO ECHAR NI LEVAR ANCLAS

reza una inscripción justo en los cantos.

La conciencia nos engulle.

Ella en la cama como ramitas dobladas.

Yo, como siempre, ida.

***

NO HAY NADA QUE HACER

Tu viento vidrioso rompe en una orilla sin gritos y se conmueve alrededor de la rosa.

He aquí cómo

ante una gran nevisca

antes de que el vacío deslizante de la noche venga sobre nosotros,

nuestras linternas desprenden

formas de viejas compañías

y

una pausa gélida después.

Qué cuchillo desolló

esa hora.

Hundió las boyas.

Sopla en lo que fue nuestra casa.

Está diciendo: solo rema.

***

SU BECKETT

 

Ir a visitar a mi madre es como empezar una obra de Beckett.

Ya sabes esa sensación de hundimiento a través de la corteza

el bajo y negro oh no de la pequeña habitación

con paredes demasiado cercanas, tan conocidas.

Tintineo y lento desvanecimiento de los juguetes que pertenecen a la memoria

pero que erróneamente aparecen aquí, vagabundos y sofocados

en una página de dolor.

Peor

dice ella cuando le pregunto,

incluso cuando (¿fue en abril?) un poco de alto humor roza su ojo–

“fuimos a remar en el lago de Como”

sin llegar al labio.

Nuestro amor, ese agitador medio loco,

corre una vez por la habitación

atizando todo

y se esconde de nuevo.

 

***

LA TEORÍA DE LA TRAGEDIA DE BECKETT

Hegel sobre el sacrificio. El animal muere. El hombre se vuelve alerta.

¿Qué aprendemos? Aprendemos a notar todo ahora.

Aprendemos a decir que es un héroe dejándole hacerlo.

O se muestra moviéndose hacia la ventana.

Qué susurro, qué tarde. Oh pequeño actor

(duelo viviendo en movimiento lamentándose y aullando sin cesar)

es hora de volar de vuelta a donde guardan tu piel.

Frágil era.

Sonido de remos alejándose de la orilla.

Ese sabor a mierda de perro en la oscuridad.

Esa es tu corona estrellada.

Fuera de su capucha.

 

***

LA TEORÍA DE LA COMEDIA DE BECKETT

Recogiendo grosellas, dijo ella.

O se muestra moviéndose hacia la ventana.

Si las trampas no están disponibles.

Ellos se arrodillan durante toda la obra.

¡Ese adorador de toda la vida!

El mismo viejo abrigo.

No hay verticales, todo disperso y tendido.

¿Mañana a mediodía?

Vuelve a subir por el camino, no hay señales de ti.

[Pausa.]

 

***

 

 

[Anne Carson, “Stops”, en Decreation. New York: Alfred A. Knopf, 2005, pp. 1-16.

De la traducción: de Javier Pavez, para Inger]