Por las noches, cuando todos duermen, él despliega dos o tres papelógrafos sobre la mesa del living, un estuche con lápices, una tijera, hojas en blanco de alto gramaje e impresos con imágenes varias: una foto carnet de Rodrigo Lira; fotografías de prensa de Salvador Allende, Mario Kreutzberger, el cura Hasbún; un retrato de Rodrigo Rojas de Negri; actas, fotocopias con fragmentos de Hamlet –porque todo se trata de fantasmas—o Dante –porque todo se trata de pasar a duras penas por el infierno; y recorta. ¿Vieron ustedes la escena esa de Blow out donde Travolta intenta reconstruir el crimen que presenció con imágenes del periódica del día? Más o menos así trabaja él, aunque esta es una película muda, porque después del estruendo de los Hawker Hunter nos quedamos sordos.
En la pieza contigua al living, una prensa de grabado espera ser usada. Deberían verla como la hemos visto un par de veces: iluminada por una lámpara de escritorio en un cuarto en penumbras; imagen rembrandtiana donde las haya. En esa prensa, luego de montar retazos de la historia reciente a la manera de un collage (la foto de Lira sobre una imagen de Allende; Don Francisco junto a un fragmento de Hamlet), los montajes van adquiriendo una nueva piel y por añadidura, otros sentidos posibles: manchones rojos o azules que figuran el número 50 o la geografía del país fragmentada en tres o cuatro partes. Él los llama fotograbados, pero también poemas gráficos. Al principio, su plan era realizar cincuenta. Luego, Rioseco le dijo: ¿y por qué no cincuenta y tres? Mejor recordar la UP como utopía que entregarse a las pasiones tristes con que la institucionalidad ha querido administrar la memoria oficial. En vez de recordar a vencidos y vencedores, evoquemos también los brillos de otra vida posible que allí acontecieron, dijo Jaime. Él siguió recortando, repitiendo el gesto en un trabajo de repetición y diferencia: recorte, montaje, prensa; recorte, montaje, prensa; recorte, montaje, prensa.
Una poesía de contragolpe: así llamó el poeta y académico Sergio Mansilla, usando un término de Eduardo Llanos, a las prácticas de escritura desarrolladas por sus contemporáneos y coterráneos sureños durante el Golpe. Contragolpe: una forma de resistir al terror organizado. Él decidió entonces que sus poemas gráficos serían eso: poemas de contragolpe.
Ahora había que montarlos. Gómez Mura, amigo, artista y ducho en el arte de la imaginación espacial, sugirió recoger el gesto de los poetas populares chilenos de principios del siglo pasado. Él recordó su admiración por Guillermo Deisler y la revista Tebaida, una de las claves para mirar la obra. Agregó entonces, entre las series gráficas, pequeños grabados hechos sobre papel volantín, material noble usado lo mismo para guirnaldas que para pájaros de papel. La primera exposición de los poemas gráficos tuvo lugar en la Galería Réplica de Valdivia. Dispuestos en dos de los muros de la sala, estos contragolpes colgaban de sendas cuerdas con perritos conseguidos en algún mall chino de la ciudad. La disposición horizontal de las imágenes sugiere sin querer una continuidad narrativa. Pensamos: estos podrían ser los fotogramas de una película por venir. En otra de las murallas, un proyector nos mostraba las imágenes digitalizadas, sucediéndose un tras a otra. De nuevo la sugerencia cinematográfica. Una asistente comentó que algunas series con sus variaciones le recordaron a las películas experimentales de Norman McLaren. Algo hay de ese gesto: la serie como procedimiento que encuentra una narrativa según los distintos reordenamientos posibles de la misma. Poemas gráficos o un pequeño documental en papel.
Como él ha dicho en conversaciones de bar y otros lugares: hay que pensar la Unidad Popular como el futuro. Chris Marker hace decir algo similar a la voz que narra su corto 2084: hay que evitar que la nostalgia del pasado reemplace a la nostalgia del futuro, «antes llamada revolución». En tiempos que parecen marcados con el signo del tecnototalitarismo, trabajar con las manos, reutilizar archivos a través de montajes que nos revelen relaciones inesperadas, practicar el arte povera, puede ser una forma, si no de resistencia, al menos de respuesta. Una forma de contragolpe.
Rocura, agosto de 2023
Por Jonnathan Opazo