Observaciones del que espera

esperar la noche

era entender la oscuridad

 

en cada piedra lanzada 

iba un sueño

 

mirar cada concha de mar

como un hogar abandonado

 

despertar a las polillas

al revisar en los bolsillos

 

la sombra de cada cosa

se evapora del suelo

 

saber que este color 

solo dura unos segundos

 

el viento persiste en una vida despierta

porque todas las hojas de un árbol

pueden ser pájaros dormidos

 

Verso

no sé qué especie es

pero un pez que salta a través de las olas

se hace humo entre los cormoranes

 

esperé las salpicaduras del regreso al agua

otras veces la respiración luego del ataque en picada

 

no tomo bando por ninguno de estos seres 

la condición de presa es relativa

 

solo espero que la escena se complete

para dar algo por terminado en este día

e irme al fin

a casa

 

Costanera de Puerto Montt

pareciera que podemos oírlo todo

y que el cielo nos escucha

 

espera a que no digamos nada

y ser invisibles a quienes caminan 

unos metros más atrás

 

desde rocas que separan a la ciudad de las olas

el frío del viento nos acerca al fondo marino

y nos confundimos entre las sombras

de embarcaciones estacionadas

donde es una ilusión que existe tiempo para dormir

 

no sabemos de quién serán las primeras palabras

pero aparecerán

porque siempre hay algo que interrumpe el silencio

el cielo será morado en otra tarde

cuando haya tiempo para esperar la noche

sin necesidad de imaginar 

ese reemplazo en las luces

 

y caer en el error de querer explicar lo que observamos

como todo paisaje o fenómeno nuevo 

algo más para decir que solo un adjetivo de belleza

ante un color que en mi vida lo veía rojo

 

las aves vuelan unos metros más adelante

sobre el agua

se alejan de la ciudad

y del nuevo centro comercial de incontables pisos

hoy un símbolo visual que estará en las postales de la costanera

 

por eso la vista en la imagen de una silueta de cormorán

cruzando en segundos las islas

en un silencio 

que no es alcanzado por las luces

 

desde aquí y aún sin palabras

quizás 

ya sea el momento de irse

dirigir la vista a otra escena 

a falta de tantos otros atardeceres.

 

 

Por Hernán Contreras R.