M.G.: Cuando vimos esta película nos emocionamos mucho y nos llamaba la atención no haber leído de ella, tampoco la oímos mencionar hasta que tuvimos la oportunidad de verla en el Festival de Mar del Plata el año pasado, entonces quisiera partir preguntándote (porque sabemos que estás ahora preparando un DVD junto a la DEFA) ¿Cómo ha sido para ti que tus películas sean recuperadas, reestrenadas, que estén circulando otra vez?

H.M.: Sí, yo creo que las películas son para verlas, ha habido un resurgimiento que en primer lugar ha sido gracias a Hiltrud Schulz, ella empezó con el trabajo de recopilar mis películas y lanzar varios DVD en Estados Unidos con mis primeros trabajos, además de hacerlos circular. Gracias a que los filmes se exhibieron en Mar del Plata, estos causaron tal respuesta que después regresaron a Europa con un mayor reconocimiento. Así pasó en España, Portugal y Alemania, de la misma forma, hay otros ciclos con otras directoras de la DEFA, películas y cineastas que vuelven a reunirse, siempre hay un resurgimiento de estas películas que ahora se vuelven a exhibir y las nuevas generaciones las analizan. Creo que buscan aprender más de este cine y de sus padres, sobre todo de las películas que vivieron sus padres y abuelos, ya que, por supuesto, las películas son testimonio de la historia.

M.G.: Totalmente, y ¿Cómo fue el recibimiento cuando estrenaste la película en 1988? Leí por ahí que se había exhibido en varios cines clubes y que habían existido muchas conversaciones en relación a la película… ¿Cómo fue ese momento pre caída del muro?  Porque me imagino que era un momento muy excepcional…

H.M.: Claro, la película se estrenó mundialmente en Leipzig, en el Festival Internacional de Documental en otoño de 1988, ese momento fue algo realmente indescriptible, o sea, sí se puede describir, pero cuando lo vives es imposible olvidarlo. Era un cine con más de mil asientos y estaba repleto, la gente se sentó en los pasillos, o se quedaron de pie, tuvo una gran ovación, hubo muchos aplausos en esta película y en la proyección individual, la gente entendió y asoció inmediatamente que muchas veces el cine es muy similar a sus propias vidas y les encantó, eso también es una demostración de algo indescriptible, incluso temía que el ambiente fuese tal en la sala que alguno intentara detener la proyección. También tuve miedo de que destruyeran la grabación. Pero los festivales son distintos, por ejemplo, en febrero de 1989 la película se estrenó de manera oficial y tuvo gran recepción, casi medio millón de personas vieron la película durante ese verano que, por supuesto, iba de la mano con otras proyecciones. Luego todos se quedaron en sus asientos, discutimos con la audiencia sobre la película y su estructura abierta, de la misma manera, puedes seguir con tu vida, tus experiencias, incluso con el cine, y eso es lo que pasó en la sala de cine. Por un momento, el cine tuvo la misma función que una iglesia en aquellos tiempos, donde la gente se juntaba, hablaba y discutía sin tapujos, la iglesia era un refugio. Esto pasó al mismo tiempo que la liberación de las mujeres, la gente recibió sus historias y se animó a discutirlas abiertamente. Nadie sabía en 1988, ni siquiera en la primavera del 89’, que ese mismo otoño caería el Muro o que el pueblo lucharía por ello. Nadie sospechaba que eso podía pasar, así que quien diga eso ahora, es porque así le gusta recordarlo ¿Qué estaba pasando antes de ese año? Nadie sospechaba lo que iba a pasar, entonces, toda la dinámica, la rabia, y todo lo demás pasó muy rápido, fue impresionante.

M.G.: Leí también que primero te educaste en la televisión como realizadora, que trabajaste mucho en T.V. y que luego a los 31 decidiste estudiar cine. Me llamaba la atención sobre todo porque siento que en tu cine hay algo que es muy poco televisivo y una forma muy especial de hacer las cosas que no es frecuente en los cineastas que vienen de la TV ¿Cómo fue ese tránsito, ese cambio de artesanía?

H.M.: Sí, estudié cine, fui asistente durante muchos años y luego dirigí en la televisión juvenil, así como en periodismo juvenil. Filmé varios proyectos, y claro, todo eso fue una gran experiencia para mí en términos prácticos, no obstante, esta argumentación era tan distinta de lo que se permitía mostrar en la TV en cuanto a contenido que en algún punto me puso muy nerviosa, fue entonces que probé suerte para ver si había algo más que pudiera hacer, sabía que si empiezas en televisión, siempre debes volver a trabajar en ella, pero tenía la esperanza de poder salir del periodismo juvenil y entrar al departamento dramático, o a la programación infantil para hacer películas para niños u otro tipo de largometraje. Tenía esa esperanza pero nunca se hizo realidad, después cuando terminé mis estudios universitarios pude liberarme, así que no firmé ningún contrato con la televisión porque habría tenido que volver al periodismo juvenil o empezar y diseñar de alguna forma una revista pionera. Ya tenía 36 años y era momento de seguir, esto no era para lo que había estudiado y de alguna manera quería intentar hacer películas para el cine. La única puerta que se abrió para mí en ese entonces fue la del Estudio de Cine Documental de la DEFA, donde comencé a hacer pequeñas colaboraciones, pero sí, a veces así era la televisión, siempre tuve muchas ganas de hacer más de lo que podía ver a diario, algo fuera de lo común. Siempre he sentido que el cine es algo muy potente visualmente, que te permite explorar y más aún cuando tiene medios a tu disposición, todo eso se juntó. En ese entonces también estaba esta tutela ideológica con sus normas, y además de estas restricciones, es decir, este lenguaje formal, así que sí, siempre he explorado estas cosas, siempre me han gustado.

M.G.: En Winter Adé hay algo muy genial en tu aproximación a distintas personas, pareciera que incluso hay un talento especial en cuanto a saber cómo acercarse, cómo modular el tono de la voz, con qué personajes ser un poco más agresiva, con cuáles ser un poco más retraída, hay un dominio del espacio y los personajes que es genial. ¿Cómo fue ese proceso de ir buscando personajes, de ir entrevistando y mantener esas conversaciones? ¿Hubo una selección del material que quedó afuera o se grabaron pocas entrevistas? Y ¿Por cuánto tiempo se grabaron estas entrevistas?

H.M.: Sí, la película se filmó en 35mm y en blanco y negro, lo cual también es caro, y claro, no disponía de tanto material como tenemos hoy con la tecnología digital, además los rollos de películas no eran tan grandes, por ejemplo, para los 35mm eran unos 4 minutos en la cámara, había que estar muy preparado, ser muy disciplinado, y estar muy concentrado en el trabajo. Dentro del concepto de la película estaba la intención de lograr retratos muy detallados, por supuesto, estaba también el motivo del viaje y la contemplación de la vida diaria, donde el comportamiento que se transmite, se vuelve visible. También están los encuentros fortuitos como en el tren o cualquier otro lugar a los que uno reacciona espontáneamente. Tenía varias conversaciones, las más interesantes eran cuando iba y buscaba a alguien y les contaba un poco sobre mí, de esa forma aprendí mucho de mí misma y luego, por supuesto, supe de dónde venían y cómo reaccionaban ante las cosas. Después íbamos con la cámara y el sonido, pero para mí no eran entrevistas, para mí siempre eran encuentros que tenía con estas personas. Solo se puede conocer de verdad a alguien con una conversación íntima, para iniciar y mantener una conversación mostrando interés, creo que lo esencial es interesante por la otra persona y demostrarlo de una forma visible, la gente también reacciona ante esto. Al mismo tiempo, está la necesidad de tener una voz y que se les escuche, eso era muy importante, el haberlos elegido para hacer público lo que ellos querían decir.

M.G.: En ese sentido hay algo muy especial en la película que es ofrecer un retrato de una amplia gama de mujeres de distintas edades respecto a temas como la crianza, la maternidad, el trabajo, las relaciones amorosas, la entretención… ¿Cómo ves hoy al movimiento feminista respecto a la política y cómo está siendo representado en el cine?

H.M.: Para mí es una pregunta muy complicada. Por un lado está la política actual, que encuentro muy retrógrada en muchas legislaciones, en contraste con los años 80 que fue cuando hice estos filmes, tanto en Alemania como en el resto del mundo. Lo otro es que me parece que en este momento estamos estancados, en algunas ocasiones parece ser más importante hablar o no hablar sobre el género, sobre la sexualidad, sobre cómo lograr la emancipación, y esto sigue sucediendo en la política.

M.G.: Sí, totalmente. Por último, para ir cerrando, en el Festival de Mar del Plata, en algún momento mencionaron que estabas trabajando en una nueva película, me gustaría saber si eso es cierto, y si es así, ¿Qué nos puedes contar sobre esta nueva película?

H.M.: La película ya se estrenó en los cines alemanes, tuvo una recepción muy calurosa y entusiasta, después tuvimos un conversatorio la semana pasada en un cine de mi barrio, en el cine Krokodil en Berlín, allí fue la primera función junto con el conversatorio y la semana siguiente fue la segunda y la tercera función. Cada vez que se estrena es en un cineclub, así puedo tener conversatorios y eso es algo bueno porque puedo ver el efecto que tiene la película, y no me esperaba que la gente recibiera esta película con tanta alegría. La película se llama “Die Frau des Dichters” o La mujer poeta, en esta película Güler Yüksel es la esposa del poeta, una artista turca, una pintora que escribe, ella nace en Turquía y vive al suroeste del país en una península alemana. Siempre se le ha conocido como la esposa del famoso poeta Jan Yücel, un rebelde que yace en el cementerio desde 1999. En Turquía es tan conocido que todos los buses llegan hasta el viejo pueblo, pasan por el pequeño callejón donde está su casa e intentan entrar, pero ella aún vive allí, así que a menudo tocan a su puerta. Entonces sí, ella era la esposa del poeta, pero yo quería contar que no solo era una esposa, sino que también tenía su propia vida, tenía su propia forma maravillosa de expresar lo que había visto y vivido, y cómo lo plasmaba en sus cuadros. También encontramos inspiración en sus cuadros, me contó que puede inspirarse con cosas que ha visto, incluso con sus cuadros me inspiré para viajar a la isla, conocer su paisaje y a otras mujeres que me contaron de sus vidas. Entonces sí, esto se correlaciona, se trata de un viaje por su vida, pero también sobre la isla y el resto de las mujeres. Sí, esta película ya está en Alemania y espero que se vaya exhibiendo en diferentes festivales, y que se haga camino, porque creo que la recepción fue diferente a Winter Adé. También espero que la película muestre cosas sorprendentes sobre cómo surge el arte a partir de la naturaleza y las circunstancias, pero con ligereza, ganas de vivir y de hacer arte. En todo caso, sentí que las mujeres la han disfrutado mucho, les ha dado ánimo y esperanza. También me gustaría mencionar algo que me quedó pendiente, cuando estudie en Babelsberg, la clase tenía 14 estudiantes, junto a la nuestra, por supuesto, también estaban las clases de cámara, edición, y producción de películas. En mi clase había un compañero de Bulgaria, Iván Tziboulka y él se enamoró de una joven hermosa de Chile, Lily Gálvez, ella estudiaba montaje y durante ese tiempo ellos se casaron, tuvieron una hija y volvieron a vivir a Santiago. Ellos son viejos amigos míos, a quienes también me gustaría mandar un saludo. Estudiar fue una gran revelación para mí, fue una experiencia muy enriquecedora. También por las diferentes culturas que teníamos en la escuela de cine, gracias al solo hecho de tener que cocinar juntos, Iván con sus recetas búlgaras, tan distintas a las de Chile que conocía Lily. Lamentablemente un estudiante chileno también fue asesinado en Chile… También tuvimos estudiantes de países árabes como Israel y Palestina, realmente fue una época muy enriquecedora, pudimos movernos entre diferentes culturas mediante las personas que puedes encontrarte y con las que puedes vivir, no podíamos ir a todos esos países, pero ellos podían ir al nuestro, así aprendimos a convivir y conocer sus culturas, eso fue muy inspirador.

Winter Adé de Helke Misselwitz formó parte de la sexta y última sesión del programa Formatos Híbridos, programado por Luciana Zurita y Miguel Ángel Gutiérrez junto a la Corporación chilena del video y la productora Atlas.

El resto de la programación puede consultarse aquí: https://cchv.cl/programacion-ciclo-cine-formatos-hibridos/