William Shakespare, mon amour
Que delicia de hombre
Eras Guillermo con esas
Plumas que te salían
De la cabeza y del abdomen
Tus zapatitos de piel de avestruz
Terminados en punta
Una modernidad para la época decías
Siempre tan coqueto vos.
Ahora que estás muerto me animo a confesarte:
Siempre admiré más
Tu sentido de la moda que tu escritura
Pero ay Guillermo, que hombrazo eras
Machito machón un papi divino
Chongo chongazo, Guillermo
Situsupierasquemepasacadavezqueteveo
Vos pusiste de moda el mullet
Y la historia debe reconocerlo.
¿Recordás aquella vez en el lago
La escena de los dos hombres
Batiéndose a duelo las espadas?
Acelerado, desenredaste tus piernas de las mías
Y allí fuiste desnudo y todo
Corriendo con tu cuadernito,
Siempre con tu cuadernito de acá para allá
A esconderte en la hierba dispuesto
A pincharte esas nalgas divinas
Con tal de escucharlos un poco mejor.
Todo, querías escribirlo todo.
Yo comía manzanas a lo pavote
Y tiraba los carozos al agua
Ilusionada con la posibilidad de un nuevo ecosistema.
Que fascinada me tenías, Guillermo.
Tus manos llenas de tinta
Agarrando mi cola de caballo
Dando giros en el aire arriba
De tu falo renacentista
¡Que sementalazo!
¡Recítame la cara!
Hoy en día no los hacen
Tan completitos como vos
Todos hablan de lo mismo
Y nadie prueba la fruta prohibida por voluntad propia.
Desde que te fuiste
Me la paso día y noche
Arrastrándome por los cafés
Y los bares de la ciudad
Pero los pintores me dan asco
Y los artesanos sólo quieren ponerla
¡Ay Guillermo! Como quisiera
Apoyar una vez más
Mi cabeza en tu babero de encaje.
Que condena no haber
Muerto envenenada a tu lado,
Siempre creí ser merecedora
De un destino trágico
Al igual que el de las protagonistas de tus obras.
Guillermo, me niego a no ser la Julieta
De tu vida
Guillermo
(esto no es poema, acá falta un verso pero se me complicó jiji)
Me reporto en tu sepulcro
Con tulipanes en la mano
Dispuesta a reivindicar la autonomía de mi cuerpo.
Me arranco el collar y me tomo la pócima
Hasta la última gota como dijiste
Y así, dueña de mi belleza
Pero presa de tu porte
Caigo dormida a tus pies de caballero.
Otro ángel en la ciudad de los ángeles
Los vidrios de la camioneta
que contrataron para llevarte
devuelta al aeropuerto
se empañan con tus lágrimas.
La lluvia de espejos
que ilumina la ciudad
rebota en tu cara y
te hace parecer
una de esas actrices legendarias
pensás cuántas veces habrá viajado
Lauren Bacall en una combi como esta.
Si Lauren Bacall alguna vez
se subió a una combi
fue vestida con pieles
y con unos tacos mucho más finos
y pequeños que los que ahora
viajan aplastados en el fondo de tu valija.
Lauren Bacall: piecitos pequeños como panes japoneses al vapor
Vos: patas de mastodonte e inyecciones de petróleo.
No podes creer que vayas
A arruinar los mejores años
De tu piel en una granja
Perdida en el medio de Oklahoma
Escuchando al imbécil
Del marido de tu madre
Repetir las mismas cosas
Una y otra vez.
Humillada y sucia
Apretás con fuerza
La libreta de mierda
Que te dieron antes
De irte del programa:
“Gracias por participar de Ru Paul’s Drag Race
Y acordate que antes de amar a cualquiera
Tenes que aprender a amarte a vos misma!”
Algo atrás de las montañas
Un brillo raro, una mano, un índice
Puntiagudo te señala y te llama
Podes reconocer el esmalte
Rojo icónico de Lauren Bacall en ese gesto
Es su mano invocándote
Diciéndote que no te subas a ningún avión
Que frenes al chofer, agarres tus cosas
Y te bajes de la camioneta
Y si el chofer no quiere parar
Que te tires, que te tires inmediatamente!!!!
Un subidón te recorre el cuerpo
Como si hubieras tomado
La mejor droga del mundo.
Agarras tus bártulos
Y de un salto abandonas el vehículo.
El espejismo de Lauren Bacall
Te guiña el ojo y se desvanece
Entre el neón de las letras de Hollywood.
Por Sol Tejerina