Durante la primera quincena de Julio se realizó el festival de cine Frontera Sur, en donde se exhibieron una gran diversidad de películas, entre ellas varias de origen latinoamericano. Dentro de esa gran lista, se encontraba Esquirlas (2020) dirigida por la argentina Natalia Garayalde.

Esquirlas (2020) aborda lo que ocurrió en el año 1995 en la localidad de Río Tercero, más precisamente en la Fábrica Militar que se encontraba en ese pueblo. Durante el día 3 de noviembre del 95’ sucedieron una serie de explosiones de la Fábrica Militar, cayendo alrededor de la ciudad diversos proyectiles, alterando el paisaje mismo, como la infraestructura arquitectónica y por ende afectando la vida de los habitantes de Río Tercero.

Las imágenes que se nos muestran de esta catástrofe son archivos de origen familiar, que son de un poco antes, durante y después de las explosiones. Junto a estas imágenes la película va mezclando registros de la televisión argentina, por ejemplo videos de las noticias de la época, y por último imágenes grabadas en la actualidad. Además de las imágenes, existe una voz narradora de la propia directora que dialoga con lo que vemos: dos tiempos distintos en que se cuenta la historia, una que viene de los videos familiares, y otra que proviene de las noticias. Esto resulta en un montaje entre pasado y presente. Es interesante esa dualidad de las imágenes (y el tiempo), porque se muestran testimonios que hacen dudar de la versión oficial, la que dicta que fue un accidente, y los testimonios que evidencian que existía un cuestionamiento hacía esa versión, y que con el paso del tiempo, demuestran que era verídica la duda.

Lo que me resulta atractivo de las imágenes expuestas en esta película, son las de la vida misma entre ruinas que se da debido a la explosión de la Fabrica Militar, entre las que se pueden apreciar: agujeros, casas, árboles y autos destruidos. Al respecto Adolfo Vera, nos habla de una estética postotalitaria, la que “estaría constituida por un momento teórico que habría que fundar a la vez en la materialidad misma de la obra, en su constitución como objeto que atraviesa como una herida al tejido social: este momento teórico coincide con el momento de la ruina, es decir, de la caída y del desmoronamiento de la pretensión a una totalidad del sentido (…) Este momento de la ruina definiría nuestra condición temporal después de la catástrofe; vendría siempre ahí donde intentamos re-constituir un tiempo común, una temporalidad de la comunidad”.

Esquirlas me hizo recordar que el capitalismo siempre ha estado vinculado a las ruinas. En diferentes partes del mundo, siempre existirán ruinas provocadas por este sistema. Es relevante en este punto mencionar que en la película se hace una conexión con la guerra de los Balcanes, dado que en la fábrica se producía armamento ilegal, que se llegó a usar en esa guerra,  exhibiendo una torre de agua de Croacia con las marcas de las armas vendidas por Argentina.

La obra de Natalia Garayalde, entonces, está marcada por la catástrofe, las ruinas y las esquirlas que ha dejado el mal accionar de un gobierno, en este caso el de Menem. Pero también está marcada por algo en común, de todos los que vivieron en Río Tercero el año 1995 y posteriormente, y que están unidxs por una misma herida y por una misma imagen, la de la catástrofe.

Por Felipe Venegas Álvarez