Por segunda vez consecutiva con Oropel pudimos asistir al Festival Internacional de Cine de Santiago (SANFIC), que en su decimocuarta edición nos vuelve a sorprender con una semana cargada de películas. Para nosotros siempre la sección más atractiva es Maestros del Cine, que esta vez tuvo a directores como Jafar Panahi, Pawel Pawlikowski, Spike Lee, Margarethe Von Trotta y Christian Petzold, con sus estrenos correspondientes. A continuación una breve reseña de las películas que pudimos ver esta semana, al final algunos comentarios sobre el festival. 

Buscando a Ingmar Bergman – Margarethe Von Trotta

La aclamada directora alemana, autora del clásico Las Hermanas Alemanas (1981), una de las películas que el mismo Ingmar Bergman señaló en su lista de películas imprescindibles, realiza una búsqueda a través del documental para indagar en la identidad y personalidad del sueco que cumpliría 100 años. Por supuesto, visita la isla de Färo donde Bergman vivía y donde filmó Persona y El Séptimo Sello. También dialoga con sus hijos críticos de una paternidad ausente, con Liv Ullmann quien repite la mayoría de lo señalado en Liv & Ingmar (2012), que era un artista genial pero al mismo tiempo una persona manipuladora, hiriente, y sobre todas las cosas irresponsable en sus relaciones afectivas. Este parece ser el documental que cierra una trilogía reciente de largometrajes sobre Bergman, junto a La Isla de Bergman de Marie Nyreröd (2004) y Liv & Ingmar de Dheeraj Akolkar (2012) ambos ejercicios que buscan retratar la vida de Bergman a través de los lugares donde vivió y las personas que lo conocieron. Quizás el punto innovador del documental de Von Trotta es la aproximación de directora a director, quien en un principio parece estar buscando un ídolo y a medida que avanza el largometraje se va decepcionando de lo que fue Bergman como persona a través de lo que relatan sus hijos y conocidos, pasando del mito a la persona de múltiple facetas. Punto aparte las conversaciones con directores como Olivier Assayas, Ruben Östlund y Carlos Saura, sobre la influencia que tanto en ellos como en Von Trotta tiene el cine de Bergman.

Blackkklansman – Spike Lee

Spike Lee vuelve al ruedo con esta sátira al mal chiste que son los Estados Unidos, develando la nula actitud crítica o capacidad de pensamiento que hay detrás de la xenofobia y el racismo reinante en esta nueva oleada de gobiernos nacionalistas y protofascistas en el mundo. Lee logra decir todo sobre el presente a través de una historia del pasado, y que si bien muchas veces se apresura en el propio ritmo narrativo que busca imponer, no desentona en ningún momento. Hay que destacar las actuaciones de John David Washington y Adam Driver, cómplices inéditos y sumamente efectivos para encarnar ese híbrido entre un negro y un judío, ambos policías e infiltrados en el KKK. Blackkklansman es una película que devuelve a Spike Lee al cenit de su propuesta política, una historia necesaria que transita entre la sátira, el drama y algunas buenas secuencias de thriller político. La película termina con una advertencia, a través de imágenes de archivo de lo sucedido con la oleada de protestas nacionalistas en respuesta a las campañas por la negligencia y el asesinato de personas por parte de la policía, Spike Lee resalta -quizás demasiado- la actualidad del mensaje político de su película.

The Cleaners – Hans Block; Moritz Riesewieck

The Cleaners es quizás la gran sorpresa que nos llevamos en Sanfic. Los autores Hans Block y Moritz Riesewieck se hacen una pregunta sumamente frecuente en la actualidad, ¿quién, cómo y por qué muchísimas imágenes, cuentas, videos son eliminados deliberadamente de las redes sociales? La respuesta son algunos jóvenes de Filipinas, quienes son subcontratados a través de empresas locales por compañías como Facebook, Twitter, Instagram, Google, etc. para estar todo el día viendo miles de imágenes decidiendo cuáles se quedan y cuáles no. Además de la obvia precarización laboral de quienes realizan esta tarea, el documental expresa la fragilidad del criterio a partir del cual estas personas deciden censurar contenidos. Ya sea demostrando el contexto donde vive cada uno y por lo tanto un esbozo de lo que podría estar condicionando sus significados, o a través del relato de ellos mismos mientras deciden qué dejar o no en línea, vamos enterándonos del entramado gris que recorre la moderación de contenidos, y sus consecuencias directas. Otra hebra del documental son imágenes de archivo sobre el testimonio que personas de Facebook, Twitter y Google tuvieron que dar frente al congreso de Estados Unidos, evento que quizás fue un catalizador para la realización del documental. Allí, a partir de respuestas irrisorias y débiles argumentativamente, el documental va construyendo la sensación de desprolijidad alrededor de la ética que subyace a las compañías de tecnología, quienes dicen ser responsables de lo que se puede o no decir a través de ellas, pero que sin embargo posee trabajadores precarizados en la otra punta del mundo para realizar estas acciones, además de que sus mismas plataformas han precipitado crímenes de odio contra colectivos, por ejemplo la tribu de los rohingyas en Myanmar, quienes día a día son víctimas de la organización de personas a través de Facebook con el único motivo de hacerles daño por creerlos personas indignas de tener derechos humanos. En definitiva asistimos a un documental necesario y sumamente urgente, que entrega reflexiones importantes para pensar nuestros tiempos, así como las consecuencias que actualmente tienen el uso de redes sociales en el mundo.

3 Faces – Jafar Panahi

Panahi vuelve a realizar una película camuflada, con apariencia documental pero intencionalidad dramática, danzando en la cuerda floja que separa las añejas categorías de ficción y documental donde al parecer ya se siente cómodo. Se usa nuevamente a sí mismo como personaje, abordando la historia de una actriz consagrada y una joven aspirante a actriz que a través de un intento de suicidio marca el ritmo de su búsqueda como punto de partida de la narración. Con ribetes de El Sabor de las Cerezas (1997) de Kiarostami, Panahi busca a la joven aspirante actriz pidiendo indicaciones en los pueblos de la montaña, encarnando al artista de la ciudad en un pueblo donde la gente no quiere saber nada de posibles artistas. El conflicto entre la necesidad del arte y al mismo tiempo el desprestigio de la actividad artística/expresiva recorre no solo a Panahi sino también a las tres mujeres que han decidido -pese a tener a toda la sociedad que las rodea en contra- ser artistas. Panahi realiza un llamado a la valentía, a la búsqueda de la expresión como algo legítimo en sí mismo, sin por ello dejar de lado la crítica social que subyace a sus películas, por algo sigue bajo condena, por algo sigue haciendo cine.

Cielo – Alison McAlpine

La canadiense Alison McAlpine realiza una apología del cielo inconfundible del Desierto de Atacama, allí a través de los relatos de científicos nacionales y extranjeros, pero también de personas que toda su vida han mirado esas estrellas, intenta descubrir qué es lo que el cielo y las estrellas significan para el que lo ve. Intenta constantemente de mantener una especie de intimidad con el cielo, como si estuviesen en un diálogo personal que une las tomas de las estrellas con el relato en off -quizás por momentos excesivo-. Montado por Andrea Chignoli y producido por Paola Castillo, el documental que tendrá su estreno nacional antes de fin de año de la mano de Miradoc realiza un ejercicio parecido al que antes esbozó Patricio Guzmán en Nostalgia de la Luz (2010), sin embargo, a pesar de tener al cielo y las estrella como un elemento importante, en Cielo todo desemboca en él, mientras que en Nostalgia de la Luz el cielo y las estrellas servían para contar una historia distinta, de la que no vale la pena ahondar aquí.

Shoplifters – Hirokazu Koreeda

La ganadora de la Palma de Oro en Cannes llegaba a Sanfic como el plato principal. Koreeda, usando otra vez a la familia como tema principal de sus películas, lo que a estas alturas parece un hilo conductor entre sus largometrajes, nos cuenta las problemáticas emocionales que experimenta la pareja japonesa de Osamu y Nobuyu, tras tomar la difícil decisión de quedarse con Yuri, una pequeña niña de 3 años que es maltratada por sus padres. Luego del aparente secuestro conocemos la vida de cada uno de los integrantes de esta familia disfuncional, donde los bajos ingresos y los trabajos temporales inciden en la práctica del robo como único sustento directo que une a Osamu y a Shota -aparentemente su hijo- en la lógica de que “las cosas todavía no son de nadie”. La película, cargada de sutiles primeros planos a los rostros de sus personajes, ejerce un carácter simbólico desde lo cotidiano. Las pasiones expresadas en cada uno de los rostros, sus formas de caminar, de comunicarse, los juegos, el coqueteo, todo parece invocar un lugar del cual somos parte. La problemática central de la trama radica en lo que significa la familia biológica, versus la familia emocional, cuestión que se sustenta en la investigación suscitada por el extravío de Yuri, que somete a los protagonistas a decidir qué es mejor para cada uno de manera individual y ya no como familia. La forma de experimentar la distancia, el dolor y el devenir de cada uno serán reprimidas y anestesiadas en un gesto puramente visual y estético, donde la acción de los cuerpos, los gestos y el silencio, darán lugar a condensar la narración final de aquellas relaciones sociales sujetas puramente por el afecto. La película además logra identificar la pobreza en Japón y poner en relieve la pregunta sobre qué entendemos por familia, tensiona la incesante relación entre lo público y lo privado.

The Lion Sleeps Tonight – Nobuhiro Suwa

El regreso del japonés Nobuhiro Suwa a la dirección luego de un pequeño paréntesis, marca también otro capítulo de la larga trayectoria de Jean Pierre Léaud, insigne Antoine Donel en Los 400 Golpes, quien ya ostenta 74 años. Esta información es clave para entender la motivación de ambos por realizar esta película. Comienza todo con un rodaje frustrado, en el que al actor principal le piden que se tome unas pequeñas vacaciones antes de volver a rodar, ya que los problemas técnicos requerirán algún tiempo. Así comienza el periplo que llevará a Léaud a un pueblo donde alguna vez tuvo una novia a la que amó más que a todas. Llega directo a su casa deshabitada y allí se queda, ve al fantasma de su novia y hasta habla con ella, algo que parece estar convencido de vivir conscientemente. Mientras tanto un grupo de niños aficionados al cine están intentando capturar imágenes sin ningún propósito especial, armados con cámara y micrófono, llegan hasta la casa deshabitada esperando encontrar algo que filmar y encuentran a Léaud, de quien piensan que es un viejo gruñón que se aprovecha de hospedar en la casa vacía. Con el tiempo Léaud y los niños se vuelven a encontrar, se acercan poco a poco hasta que deciden hacer una película juntos, en la casa de la amada muerta, donde fabulan sobre cómo sería que el fantasma de ella se le apareciera en el presente a Léaud. El ejercicio parece divertido, pero se atasca a medida que intenta mantener distintos niveles de narración al mismo tiempo; Suwa combina la materialidad del encuentro de Léaud con los niños, con la obvia presencia del fantasma de la novia, y por lo tanto con la omnipresencia de la muerte, pero también con una reflexión intertextual sobre el cine y la necesidad de liberarse de las ataduras, ya sean técnicas, narrativas o convenciones de etiqueta, para llegar a ser una expresión con un poco más de libertad, tal como juegan al cine los niños de la película. Llevar estos tres niveles a cada escena de la película dificulta que el espectador pueda concentrarse en la posibilidad de relación que ellos tienen por encontrarse intentando seguir la narración, que si bien no es especialmente rápida no permite dar lugar a la reflexión que la película parece proponer.

Pájaros de Verano – Ciro Guerra y Cristina Gallego

Tras el estreno de El abrazo de la serpiente en 2015, nominada a mejor película de habla no inglesa en los premios Óscar de 2016, Cristina Gallego y Ciro Guerra, nos sorprenden este año con su film Pájaros de verano, una película de amor y drama ambientada entre los años 1960 y 1980, nos cuenta la historia de un clan Wayúu, que sufre múltiples consecuencias producto de la bonanza Marimbera en Colombia. La fotografía a cargo de María Camila Arias es uno de los elementos esenciales de la producción para describir el territorio en La Guajira, lo mismo ocurre con la manifestación del idioma wayuunaiki y el elemento de la mujer en una sociedad matrilineal. Sin embargo la película luego de relatar la naturaleza y cultura del clan Wayúu, parece someter al espectador a una temática ya revivida en El abrazo de la serpiente, sobre el mundo onírico y un destino poco acertado, las cuales, sumadas a los elementos del drama y las problemáticas por el narcotráfico, alcanzará el tópico central del film, provocando momentos cargados de actos repetitivos, articulando una larga escena de conflictos, amenazas, sangre y muerte. La combinación de una primera parte que se podría catalogar como espiritual y tradicional, con una segunda parte que somete a la primera a la lógica dosificadora del thriller de narcotráfico, provocan que toda aproximación poética y espiritual forjada en un principio desaparezca paulatinamente; lo que si bien es un acierto desde el punto de vista del wayúu que desprovisto de espiritualidad no tiene más dios que el dinero y la ambición, obliga a la película a perder lo que justamente la había sostenido hasta entonces, dejando el ritmo y la narración a cargo de lo que suceda o no con el dinero y el éxito, transformando una aproximación cultural innovadora y respetuosa en una balacera sin sentido donde los personajes ya no tienen más motivación o intención que la venganza. Pájaros de Verano en este sentido es la culpable indirecta de las expectativas que Ciro Guerra había creado en torno al potencial poético de su cine en sus previas películas, algo que esperamos que vuelva a producir.

Las Herederas – Marcelo Marinessi

Marcelo Martinessi toma como personajes principales a una pareja de lesbianas de la tercera edad, origen uruguayo y pseudo aristócratas. Una de ellas va a la cárcel debido a un lío con un banco, por lo que para pagar abogados, fianzas, etc. la pareja, Chela y Chiqui, deben comenzar a vender el mobiliario de su casa. En ese tránsito de sentirse menos en su propia clase social, en el contraste de la burguesía con la vida carcelaria, en la necesidad de solventar económicamente la vida por primera vez, Chela y Chiqui cambian, sufren y se transforman. Es una película en la que se nota claramente la importancia que da al detalle el director, con diálogos que muestran los matices del habla que existen entre el río de la plata y Paraguay. Las Herederas apunta al seno de la comodidad burguesa, donde sus protagonistas deberán decidir cómo lidiar con el deseo de seguir perteneciendo a su propia clase sabiendo que ellas mismas no se considerarían de su misma clase si se vieran al espejo. El desplazamiento tanto simbólico como material que provoca el desajuste es encarnado en el lenguaje y el trabajo por ambas protagonistas a sabiendas que luego de situarse fuera de la protección aristocrática no hay vuelta atrás. Los significados que ambas encontrarán fuera de esta comodidad las confrontará de lleno con el sinsentido de la riqueza a nivel espiritual, en lo que engloba una buena reflexión de la película sobre las posibilidades que abren ciertos sucesos cotidianos a personajes que parecen salidos de El Ángel Exterminador.

SANFIC fue nuevamente una semana llena de novedades, con muchísimo estrenos de grandes directores que hacen imposible verlos a todos. En el plano logístico, nuevamente la alianza con Hoyts provoca algunos problemas de organización: el cambio de horarios de un día a otro, la desprolijidad del proceso de adquisición de entradas, o problemas técnicos como lo sucedido con Cold War de Pawlikowski que no pudo ser finalmente exhibida hasta el día siguiente. Al margen de lo anterior, la organización de SANFIC mejoró en algunos aspectos, por ejemplo solucionaron algo que ha estado presente en la crítica históricamente, la ausencia de salas fuera del sector oriente de la capital donde puedan verse la mayoría de las películas del festival, algo que fue realizado gracias a la existencia de Hoyts Imperio -cine que era desconocido para la mayoría- ubicado en pleno centro, donde fue posible ver muchísimas de las funciones. Además continuaron con la política de realizar funciones matutinas para prensa y jurados, facilitando muchísimo el trabajo de cobertura y crítica, lo que claramente es un punto a favor.

Competencias SANFIC 14

COMPETENCIA INTERNACIONAL:
Mejor Película: “El motoarrebatador” de Agustín Toscano
Mejor Director: Marcelo Martinessi por “Las herederas”
Mejor Actuación: Sergio Prina y Liliana Juárez (ex aequo) por “El motoarrebatador”
Mención especial: “Doubtful” de Eliran Elya

COMPETENCIA DE CINE CHILENO:
Mejor Película: “Flow” de Nicolás Molina
Mejor Director: Simón Vargas por “Sobre los muertos”
Mejor Actuación: Berta Lasala por “Perkin”
Mejor Sonido: “Petit Frère”

COMPETENCIA CORTOMETRAJE TALENTO NACIONAL:
Mejor Cortometraje: “Vivero” de Marcela Gueny
Mención especial: “El verano del león eléctrico” de Diego Céspedes

PREMIO SIGNIS
“Doubtful” de Eliran Elya

PREMIO DEL PÚBLICO:
“Cola de mono” de Alberto Fuguet

 

Por Miguel Gutiérrez y Lú Zurita