El arte tiene por deber social dar salida a las angustias de su época”

 Antonin Artaud

Desde que inició el estallido social en Chile el pasado dieciocho de octubre, los muros de las ciudades se convirtieron en hervideros de descarga social y expresión artística. Los artistas urbanos Claudio Caiozzi (Caiozzama) y Fabián Ciraolo se integraron a este flujo de creación por medio del Paste Up, técnica que surgió en París en la época en que no estaban permitidos los grafitis pero sí pegar afiches en los espacios públicos.

Se trata de fotomontajes digitales impresos a color en papel y adheridos con una mezcla de pegamento cola y agua sobre la superficie de un muro. La técnica del fotomontaje encuentra su origen en las trincheras dadaístas, los vanguardistas tuvieron la lúcida idea de emplear la fotografía como imagen readymade, pegándola junto a recortes de periódicos y revistas, para formar una imagen explosiva y caótica. Dicha acción formaba parte de una reacción: “Contra la pintura al óleo, considerada esencialmente irrepetible, privada y exclusiva. El fotomontaje, en cambio, pertenecía al mundo tecnológico, al mundo de la comunicación de masas y de la reproducción fotomecánica.” (Adés, 2002) La acción además contribuyó a mí parecer, a algo esencial, a que la imagen hable de una manera nueva.

Mismo resultado de la operación obtienen Caiozzama y Ciraolo, en sus Paste Up, pues se sirven de una iconicidad creativa completada generalmente por un texto, que contribuye a descifrar el mensaje que surge como una necesidad de comunicación masiva. Es el medio del que se valen para manifestar la problemática social desde sus puntos de vista.

No es nuevo que se haga uso de prácticas artísticas para expresar un mensaje político contundente, sobre todo en el contexto latinoamericano, donde a lo largo de la historia se llevó a cabo la activación de procesos creativos en zonas no artísticas: “Dada la intensidad de la carga política en América Latina, no sorprende que el arte reflejara esta tensión” (Canmitzer, 2009) Camnitzer se refiere al conceptualismo latinoamericano y lo define como una especie de necesidad y estrategia que se integra, por un lado, al arte más convencional y, por otro, evoluciona como instrumento político hacia lo que se conoce como “arte político”. Un instrumento con que los artistas latinoamericanos cuestionaron radicalmente la naturaleza del arte en sí mismo: “Como también el rol del arte respondiendo a las necesidades de la sociedad y a las crisis en relación con la política, la poesía y la pedagogía” (Camnitzer, 2009). Entonces no es una sorpresa que en Chile tras el estallido social nazcan expresiones artísticas que tengan componentes políticos evidentes. Además se podría decir que se produjo una re-activación de viejas prácticas, de esa extensa tradición artística y política propia del país pero también de toda América Latina, históricamente ultrajada y exotizada, destinada a ser el otro continente, que ha tenido que cargar por años con la ridícula idea de tener una historia del arte a destiempo respecto a los centros de producción, la que inútilmente logramos alcanzar.

Sin duda esta idea ha ido cambiando con el paso del tiempo, varias aristas se vieron impulsadas a romper las cadenas de los repetidores de Europa. En Chile, en parte gracias a las influencias de Nelly Richard que recalcó que al producirse una recepción pasiva por parte de la periferia, ésta corre el riesgo de convertirse en fósil (Richard, 1987) la nueva generación de artistas sintetiza un compromiso con el arte junto a un compromiso con una vida mejor.

Una especie de superación del arte, análoga a la que propusieron los artistas de vanguardia en sus comienzos, quienes atacaron al status del arte en la sociedad burguesa: “No impugnaron una expresión artística precedente (un estilo) sino la institución arte en su separación de la praxis vital de los hombres” (Bürguer, 1974) se buscaba una reforma, volver  a la vida para crear una nueva praxis.

Un ejemplo local de lo señalado es la Escena de avanzada, artistas que dialogan con los signos europeos pero reinventan la periferia en sus obras y la reivindican, siendo conocedores de su pasado, ya no intentando “ponerse al día”.

Utilizar el arte como instrumento político e integrarlo a la vida misma fue la consigna, y ¿Qué más integrado a la ciudad que los muros democráticos de las calles, que a través de este encuentro cotidiano con imágenes movilizan la psique del individuo por medio de una experiencia humana colectiva? Las manifestaciones artísticas de Caiozzama y Ciraolo, tiene como finalidad la participación y creación de un arte exterior y abierto, visible a todos. Es un rechazo al individualismo, y en su esencia está latente la necesidad de que la creación artística nazca del fondo mismo del pueblo, en medio de un tumulto de motivaciones y necesidades, espejo de una problemática contingente.

El muro no es un museo, en él no hay diferencia de status, en donde se presenta una imagen artística elaborada, como grandes murales o algunos Paste Up, también lo hace un efímero Tag, o un Grafiti. Este último nació como producto cultural en Nueva York a fines de los años sesenta, principalmente integrado por inmigrantes afroamericanos y latinos que convivían bajo la marginalidad y la pobreza, que, a partir del malestar y en un acto de rebeldía comenzaron desarrollar esta serie de expresiones gráficas en los muros. Desde sus comienzos se le asocia peyorativamente a prácticas marginales. Entendiendo esto, resulta paradójico e interesante hallar en un mismo muro el juego cómplice de los Paste Up de Ciraolo o Caiozzama, donde ángeles y mujeres rococó substraídas de la historia del arte occidental, conviven en ese espacio democrático entre escritos deformados y expresiones artísticas, que traducen la necesidad de promover acciones y movimientos colectivos en la conciencia del espíritu de protesta, en el que todos somos uno contra el verdugo.

Es así que la elección del muro juega un papel importante en la producción, nunca son muros completamente en blanco, los artistas prefieren incorporar sus manifestaciones a paredes repletas de rayados  y color que en el fondo remiten a lo mismo. Las expresiones artísticas y los grafitis cohabitan y van de la mano como dos hermanitos disidentes: “un cuadro es solo una pieza de violín, el mural es la sinfonía, es toda la música” (Siqueiros) las distintas graficas coquetean entre ellas y forman parte del conjunto. Es decir, no tienen implícitamente un margen espacial pero tampoco un límite creativo. Si entendemos que el muro es un lienzo extendido, los Paste up de Caiozzama y Ciraolo son limitadas únicamente por su superficie material, se podría afirmar que guardan incluso una voluntad de no establecer límites entre su manifestación artística y lo que está fuera de ellas. Se alzan en un lugar abierto  y público,  pues la obra, al estar en un ambiente democrático como la calle, tiene la facultad de ser intervenida y es lo que sucede muchas veces.

Los Paste Up tienen un carácter efímero y orgánico que disuelve los límite de la obra ¿Dónde encuentra su fin? ¿Es en su carácter inicial o es acaso en la interpelación e interacción con el espectador donde encuentra su sentido y su fin? pues estas expresiones artísticas están hechas justamente con la intención de interpelar al espectador, de hacer que el mensaje resuene en su cabeza como el sonido de las cacerola, que lo haga detenerse a admirar, fotografiar e incluso intervenir, porque esa es la cualidad de la imagen pegada a un muro, que a nadie le pertenece, que tiene la facultad de ser impresa innumerables veces, pero nunca la imagen es la misma.

La participación del espectador en la obra callejera remite a las palabras de Duchamp en El proceso creativo, cuando afirma que, creador y espectador son dos polos importantes e indispensables dentro de una creación artística, porque el artista no es el único que consuma el acto de creación: “Pues el espectador establece el contacto de la obra con el mundo exterior, descifrando e interpretando sus profundas calificaciones para añadir así su propia contribución al proceso creativo” (Duchamp, 2012) Proceso que aparentemente no encuentra nunca su fin.

Otra  cualidad de los Paste Up reside en su capacidad para sugerir un cierto número de ideas que van más allá de la simple traducción pictórica y del texto lingüístico. La imagen hace un llamado a la imaginación creadora del observador. Según esto, quisiera señalar dos puntos a mi parecer interesantes de analizar en el contexto “manifestación gráfica urbana” Primero, que el artista hace una selección de imágenes previas a su adhesión en el muro, en el caso de Caiozzama, algunos emblemas de la movilización conforman un mismo espacio que figuras provenientes del imaginario clásico de la historia de la pintura, figuras tales como querubines,  vírgenes manieristas  o incluso la imagen de cristo, aterrizan a nuestra contexto país, dándole otro orden a la realidad, uno más elevado y sublime, es común en su trabajo ver un juego entre lo sacro y lo profano con fin de otorgarle un carácter mesiánico a la movilización.

Por otra parte las expresiones artísticas de Fabián Ciraolo rescatan elementos y personajes de la cultura popular, figuras como la imagen de la primera dama Cecilia Morel,vestida a la manera de los hombres de negro, que apela a su desafortunado comentario respecto a recientes movilizaciones: “Esto parece una invasión alienígena” Sin duda, son imágenes cargadas de humor, crítica y contingencia, que presentan una serie de elementos que nos informan acerca de la identidad de los actores, ya sean cacerolas, aureolas o parches en los ojos. Elementos que tienen por función poner en relieve los diferentes cuerpos de la nación, reunidos para formar un todo que participe en una misma acción, de una misma voluntad, porque cabe mencionar que se ubican en el mismo espacio físico que el de los manifestantes  siendo partícipes y entregando un mensaje de complicidad. De esta manera, los Paste Up de Caiozzama y Ciraolo surgen como manifestación de apropiación de las calles, como acción política que abre su propio espacio y demarcando un territorio físico simbólico dentro de la ciudad.

Por María Paz Muñoz

Referencias Bibliográficas

 

-Bürguer, Peter. “El problema de la autonomía del arte en la sociedad burguesa”. En Teoría de la vanguardia: Teoría de la vanguardia, Península 1974.

-Camnitzer, Luis. Introducción, en Didáctica de la liberación: arte conceptualista latinoamericano. Murcia: CENDEAC, 2009.

-Duchamp, Marcel. “El proceso creativo”, pp. 234-236 En: Escritos. Duchamp del signo, seguido de Notas. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2012.

-Richard, Nelly. Márgenes e instituciones, arte en Chile desde 197: escena de avanzada y sociedad” Metales pesados: 1986