En una casa cualquiera, Gonzalo vive con sus dos hijos. Tiene más de cuarenta. Isidora tiene nueve y Alejandro doce. Gonzalo duerme en el piso de arriba, mientras que los niños comparten una habitación que se encuentra justo debajo de su cama. Cada uno se dedica a lo que la
Cuando éramos niños despertábamos con ganas de empezar el mundo. Sentíamos aquella fuerza posiblemente indescriptible en nuestro cuerpo, capaz de sacar sonrisas por la calle con un solo cruce de miradas. La vida entonces era distinta, aunque en realidad, al menos físicamente, la única diferencia radicaba en que éramos criaturas
Al escoger un tópico como este para un breve apunte, busco comenzar a dar por superada la aberrante idea de que poseemos un completo control sobre nuestra literatura. Hacemos lo que podemos, mediante distintos esfuerzos, para conseguir un equilibrio que quizás no es tal dentro de nuestras frases (las cuales,