Siempre han sido un tópico de contestación las funciones políticas de un poema. ¿Es el campo creativo de lo poético, aquel de tensión radical del lenguaje, el mismo lugar de identificación que la política instala como unos de sus fundamentos? ¿Es la función de la poesía unificar, aunar o, en otras palabras, producir una imagen común? Pienso en estas preguntas considerando especialmente las dificultades para pensar en una “comunidad” que no esté mediada por la violencia incisiva que segmenta y divide. De ninguna forma creo que esta sea una cuestión sencilla ni que tenga una respuesta única. No es la pretensión de esta reseña resolver una problemática que excede las posibilidades de mi pensamiento, pero la pregunta es ineludible al leer Rimü (Traza Editora, 2024) de Elvis Trango (Angol, 1990). Escritor mapuche radicado en Santiago, en su obra busca instalar los silencios y ambigüedades que tienen como efecto material esta producción de colectividades e historia mapuche: el sustrato de un concepto de patria en la subyugación sistemática de un pueblo. 

El estilo de Elvis desafía categorizaciones simples. Aborda temáticas complejas sobre la identidad, trascendiendo el mero proceso de “identificación”. Su obra no emerge de una antropología o etnografía de lo mapuche, ni se inscribe en lo que tradicionalmente denominamos “campo literario”. Por el contrario, nos enfrentamos a un sujeto que explora las problemáticas surgidas desde las construcciones de la marginalidad, superando la simple relación con la figura del subalterno como objeto de violencia: 

A la waria vienen a morir los árboles

(marcas de nacimiento)

el fango se alimenta de trillas

entre los ojos donde el aire vive transparente,

atesora restos vegetales y carne de lombriz

no olvido mis pómulos altos

madre morena festeja calambres en los tallos

su interior pare pigmentos latiendo rojos chuzos

Esta identidad, dislocada de lo convencionalmente “mapuche”, revela un extrañamiento y un entrelazamiento en torno a sus inquietudes poéticas y estéticas, independientemente de la extensión de estas primeras publicaciones.

En “Rimü”, la voz poética incorpora elementos de una ritualidad casi profética, arraigada en lo rural, pero lejos de constituir un relato organizado de la experiencia mapuche. Simultáneamente, manifiesta las configuraciones de la urbanidad como una ausencia. Lo que presenciamos es la densidad del territorio, donde la violencia esencial que permea tanto lo rural como lo urbano cala en las posibilidades mismas de su expresión. En esto, reconocemos las influencias de autores como Huenún, Watanabe, Cisneros, Díaz Wentén y Huirimilla.

La estructura de los poemas de Elvis resulta difícil de describir. Se presentan como fragmentos de visión donde las frases amalgaman lo animal, lo vegetal, lo mineral y lo humano en una aleación indescifrable. La narración queda suspendida en una coherencia que se nos revela más en esta constelación de elementos que, en conjunto, generan el territorio. Esta gramática caótica, con sus elisiones y montajes erráticos, da cuenta de la experiencia fragmentada de lo común en la idea de lo “mapuche” que Trango cuestiona. No es la esencia de una imagen unitaria de un pueblo, sino la síntesis que el terreno realiza en estos cuerpos: 

Ahí está rasgada sombra

pone leña a respirar delante de brutos chercán

su cara bien vivida centella de música

con rasgos de saber un lugar engullido en el pecho,

está la costra incendiada de los ojos decía mi kuku

ahí está frotando un pañuelo con partes de un sendero quemado

De esta forma, la obra de Elvis presenta lo que podríamos entender como la violencia en la voz del territorio. No nos interesa aquí la figura trascendental de un poeta omnisciente, ni la construcción identitaria de lo mapuche per se. Estos poemas nos ofrecen la posibilidad de adentrarnos en la oscuridad material que permite hablar de una imagen de lo mapuche en sus relaciones, en sus vínculos entre objetos, afectos, personas y figuras animales. No encontramos una narración lineal ni una “Historia” con mayúsculas, tampoco una visión coherente del espacio descrito, pues esta experiencia carece de tales privilegios. Las imágenes del espacio, del mapudungún que contamina la sintaxis como un germen, reconocen en su opacidad y lingüística propia esta construcción discursiva y material de una “comunidad interrumpida” sostenida en la violencia territorial. Lo que emerge en los versos de Elvis es un vacío, una elipsis permanente que constituye, a mi parecer, el sustrato mismo de la poesía.

En el contexto político actual, donde lo mapuche se ha convertido en una imagen apropiada por el Estado y las instituciones, intentando “domar” el espíritu que sostiene la lucha por el reconocimiento, la obra de Elvis adquiere un valor fundamental. Cuestiona la transparencia y, me atrevería a decir, la capitalización de la idea de lo mapuche. Así, puedo ilustrar cómo “Rimü” cumple con dos objetivos fundamentales:

  1. Introducir una gramática propia que, en su complejidad y rupturas, destruye los constructos que separan el lenguaje poético de lo popular, encontrando algo más. Este gesto funda la potencialidad de Elvis: el despliegue de la identitario, fuera de sí, de lo mapuche en tanto proceso y no esencia.
  2. Abre una “obra” en el sentido más amplio. Elvis lleva años escribiendo un gran poema que aún queda en suspenso, una imagen de opacidad, la oscuridad de la experiencia vital que se nos presenta en los márgenes de la corporalidad de lo mapuche y su vínculo con lo externo.

“Rimü” marca el inicio de una obra única en el panorama literario contemporáneo, que en esta publicación da un salto a lo que puede ser una travesía entre los bosques de una experiencia nublada por la memoria y la imaginación. 

Por Daniel Ahumada

Sobre:

Rimü
Elvis Trango
Traza Editora
2024