6 falsos poemas chinos

 

1

 

La cordillera apenas se distingue,

una vecina escucha reggaetón.

Larga mañana de día feriado:  

lavas la loza tomando un café.

 

2

 

Gritos de niños jugando en el patio:

pelotas, palos, burbujas, camiones. 

Sirenas de bomberos a lo lejos, 

un helicóptero pasa veloz.

 

3

 

Lunes, comienza una nueva semana,

El tráfico murmura su canción.

Dormiste mal, te despiertas cansado,

La cama tibia dice “un poco más”.

 

4

 

Plantas de plástico, sala de espera,

la tele sin volumen, comerciales.

Cuadros en tonos pastel, una playa

en la que un niño construye un castillo. 

 

5

 

Este año no celebro mi cumpleaños,

si llaman les diré que muchas gracias.

En el espejo mi rostro, otro otoño.

La primavera ya no volverá.

 

6

 

Té verde: lavo la loza, cocino.

El sol se pone, el día terminó. 

Una pareja se besa en el parque:

solo, los miro desde mi ventana.

 

Dos sextinas

 

1

 

Persisten las imágenes del sueño

por un instante tras el despertar

mezcladas con el mundo ante tus ojos

como una niebla que va poco a poco

desvaneciéndose, sin dejar nada

más que la sosa luz del nuevo día.

 

Día tras día: un día, otro día

van sucediéndose, como en un sueño

monótono en que no sucede nada

más que una atmósfera que al despertar

no logras evocar, o solo un poco:

el sueño escapa cuando abres los ojos.

 

Pero ahí está si los cierras: tus ojos

se vuelven hacia adentro, hay otro día

dentro del día, el día se hace poco

y se prolonga otro poco en el sueño:

cierras los ojos para despertar,

cuando los abras no quedará nada. 

 

Nada de nada. Ni una imagen. Nada.

En el espejo, apagados, tus ojos

se miran y se dicen ¿despertar

vale la pena?, ¿enfrentar otro día

sin nada nuevo? Es preferible el sueño,

no debes conformarte con tan poco.

 

A ver, vamos por partes, siempre un poco

será sin duda algo mejor que nada.

¿No escribió alguien que la vida es sueño?

Soñemos pues, pero abiertos los ojos,

soñemos bien despiertos todo el día,

y por la noche hemos de despertar. 

 

Soñemos sin parar, sin despertar,

soñemos que soñamos otro poco

y un poco más, no sabremos si el día

es día o noche, si la vida es nada

o si lo es todo, si están nuestros ojos

abiertos o cerrados en el sueño.

 

Sumérgete en el sueño, al despertar,

y abrir los ojos verás poco a poco

que en nada se distinguen noche y día.

 

2

 

Los cuerpos se comprenden sin palabras

se acercan, se acarician y entrelazan,

se sueltan, se distancian, se separan.

Comen y beben, se emborrachan, bailan, 

se cansan, duermen, se contagian, sufren,

tosen, se enferman, agonizan, mueren.

 

Nacen y crecen, envejecen, mueren,

así es la vida, unas pocas palabras

la cuentan, a qué más: disfrutan, sufren

todos igual, en ella se entrelazan

la pena y el placer, pegados bailan

hasta que en un suspiro se separan.

 

Hablo, mis labios se abren y separan,

se cierran, callan, las palabras mueren

antes de ser pronunciadas, y bailan

pálidas, mudas, sin voz las palabras,

que en largas, lentas frases se entrelazan

y, como mártires, dichosas sufren.

 

¿Árboles, ríos o piedras no sufren

cuando sus partes al fin se separan?

¿No sienten goce cuando se entrelazan

ni angustia cuando al fin y al cabo mueren?

¿Carecen de conciencia y de palabras

o hablan acaso en su lengua si bailan?

 

Si escuchas bien, la lengua en la que bailan

te dirá quedo al oído que sufren

igual que tú, mas sufren sin palabras.

Así, de su sufrir no se separan,

y no saben que viven ni que mueren

y sin embargo al mundo se entrelazan.

 

Igual que nuestros cuerpos, se entrelazan 

y se entremezclan si abrazados bailan

al son de esta canción con la que mueren

naciendo a cada instante, y aunque sufren

uno del otro jamás se separan,

se estrechan más allá de las palabras.

 

Por eso estas palabras se entrelazan,

cuando de mí se separan, y bailan

sobre la página, aquí sufren, mueren.

 

 

Por Fernando Pérez Villalón

Collage de Ana Lea-Plaza, Cuchara.