i.

los días
una colección de piezas de encastre
gastadas bordes abiertos cartón deshecho en polvo
cada vez requiere más cada vez queda menos
sobrevive a migajas de pan con agua tibia
entre la fusta sangrienta y la autocomplacencia
las tardes
en la desesperación las horas se pierden
recoge el tiempo desparramado que se escapa entre dedos
desesperados transpirados la espalda chorrea
tiempo como arena en un colador que la deja
correr caer fundirse en el vacío

las noches
un momento eternizado donde reina el silencio
salvo por un pitido que taladra a fondo en el oído
y golpes dentro del pecho que retumban hasta en las palmas
mientras tanto el mecerse sobre una cama
suplicando abatida el retorno de

los días

 

ii.

la ilusión de vértigo
en la caída
el súbito desplome
sobre una superficie
que está más abajo
mucho más abajo
la grieta la falla en
el cálculo del cerebro
que espera impactar
pero antes despierta
despavorido

 

iii.

Liberadas al fin del secuestro
de aquel estado de ensueño
hinchados ojos secas bocas pegadas
miembros ensimismados sobresaltados
durante despertares sincrónicos
sobre quitapenas defectuosas
Se comparten las más angustiosas
neuróticas irracionales pesadillas
y se deshacen en caricias
mientras en fuga se desvanecen
los terrores de la noche
ante el arribo del día

«soñé que no estabas»

 

iv. (discontinuación)

vértigo nauseabundo mortífero revoltijo sudoríparo trepidar
electrificante cráneo martillado miembros en parestesia
un hexágono anaranjado
que protege a los químicos del júbilo
antes de ser interceptados
y aniquilados
ciento cincuenta miligramos
de venlafaxina

[lactosa monohidrato almidón de maíz celulosa microcristalina óxido
de hierro rojo y amarillo povidona dióxido de silicio coloidal esterato de
magnesio]
que en la boca empuja
un trago de coca
las muelas se mastican
entre sí adoloridas
el cuerpo un trapo envuelto
un espiral lubricado con sudor
espera para volver a desenredarse
desentramarse desentrañarse
y armarse
otra vez

 

v.

Una mano que revuelve
revuelve en lo perdido
me encuentra entre desechos
y me arrastra de vuelta
hacia la luz
Otra mano tendida
espera la caída
me ataja en el descenso
y me deposita a salvo
en un abrazo

Con cuerpos enlazados
inhalo exhalo
podría querría
fumar tu aliento caliente
de una pitada
y atesorar el humo
en mi garganta
Que se impregne en esta piel
invadiendo cada poro
como un perfume
por lo que dure una eternidad

 

vi. (Posición horizontal)

Surcos de lágrimas como ríos
desembocan en la cuenca
de dos orejas que se llenan
rebalsan de agua salada
pero una palma apacible
que va y viene sobre
el cuerpo palpitante
doliente
advierte del desastre
previene el ahogamiento
las orejas se vacían
las gotas caen derrotadas al piso
luego de tanto agua
brotan los dientes en la boca
para formar una sonrisa
ante lo absurdo:
orejas llenas de lágrimas

 

vii.

una multitud corre me invita
quiero intento una pierna la otra
agarro ritmo campante pero marchita
una pierna la otra sigo agoto la nafta
yo parada varada chiquita
la multitud avanza da otra vuelta
me pisa me atropella llega a la meta

 

viii.

tengo algo dentro quisiera poder
vomitarlo llorarlo sudarlo
quisiera poder y no puedo
la panza acalambrada de
anudarse y desanudarse
se extiende me carcome me pica
me rasco y no sale se escapa
reboto y vibro ante esta posesión
necesito poder y no tengo
un dolor como parásito se reproduce
fagocitandose a mis órganos
guiona mis pesadillas más sórdidas
trago una pastilla
antiparasitaria marca rivotril
y ahora el cuerpo tiritante ya sabe
que el bicho será anestesiado en breve
pero no aniquilado ni exterminado
volverá a despertar para continuar
contaminando a su paso
lo poco que aún quede
intacto

 

Este es mí romance con el cine, de cómo quedó trunco,
comenzó la tristeza y unas pocas cosas más…

como una niña invadida
por la euforia ante la posibilidad táctil
transfigurante de la maquinaria
cinematográfica y sus magias
siempre preparada para la búsqueda
exhaustiva del encuentro

miraba veía planos composiciones
artefactos construcciones asistía
conmovida a una verdad revelada
en los fundidos a rojo en Gritos y susurros
o el desentramado del ritualismo
de la feminidad doméstica en las cuatro
horas de una jubilada pelando papas

inspeccionaba esas imágenes en movimiento
esperando encontrarme a mi misma mi cuerpo
otros mundos debajo de este propio mundo
escribía elaboraba odas sobre mis sentires sus
implicancias contradicciones políticas instigaba
diálogos escenas colectivas de debates
álgidos fraternales camarillescos

miré ví sentí toqué encontré mucho en el cine
hasta que en la sucesión de fotogramas dejó
de acontecer esa magia que tanto me desvelaba
y en un monitor sucio las imágenes comenzaron
lentamente a superponerse con mi reflejo
difuso en una dolorosa contorsión
decepcionada

 

 

Por Valentina Vignardi